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El ataque de la Primera Guerra Mundial donde murieron 26.000 estadounidenses

Fue la ofensiva Meuse-Argonne, sucedió cerca de Verdún y resultó crucial una batalla crucial para doblegar a Alemania
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La Razón

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Existen batallas cuyos nombres remiten a una cifra de muertos tan alta que han pasado a categoría mítica. Enfrentamientos donde las bajas son tan altas que permanecen en la memoria. Pero esto no ha sucedido tanto en el caso de la ofensiva Meuse-Argonne. Sucedió entre noroeste de la ciudad de Verdún, donde ya se habían celebrado grandes combates que dejaron miles de soldados en las trincheras y entre las alambradas. Pero esta reacción de los aliados se produjo entre el 26 de septiembre y el 11 de noviembre de 1918, cuando Alemania estaba al borde de su resistencia y Francia y Gran Bretaña contaban con el refuerzo de las tropas norteamericanas. De hecho, Estados Unidos no contaba con un ejército profesional, como lo entendemos hoy, hasta que se preparó para entrar en la contienda europea. Con motivo de su entrada en este conflicto reclutó a miles de jóvenes, los preparó en campos militares y los envió a Europa, aunque sin experiencia de combate. Allí, enseguida, por su carácter, se hicieron muy populares. Las primeras bajas que tuvieron, curiosamente, no fue por su intervención en una batalla, sino por efectos de la llamada Gripe Española, que se cobró a más de un combatiente que había entre sus filas.
La ofensiva Meuse-Argonne resultó la operación más grande de la Fuerza Expedicionaria Estadounidense durante la Primera Guerra Mundial y resultó crucial, un verdadero éxito, aunque se tomó también un buen número de muertos. La tierra en este lado del frente no dejó de cobrarse sus hombres. Lo hizo al principio y lo continuó haciendo hasta el final. En esta ocasión el objetivo era intentar que los alemanes se dieran cuenta de la imposibilidad de sostener sus posiciones durante más tiempo (tenían ya problemas para mantener las tropas, cansadas después de años de lucha) El balance de la batalla supuso que los aliados avanzaran sobre el terreno y tomaran numerosas posiciones en el llamado Frente Occidental. A pesar de la lucha que entablaron los “boches”, como se conocían a los soldados alemanes popularmente, al final se derrumbaron ante el empuje de unas tropas nuevas, las norteamericanas, que llegaban al conflicto sin haber sufrido tantas penurias. La consecuencia inmediata fue la firma del armisticio del 11 de noviembre, una rúbrica importante porque fue el final de la guerra en la Europa central, aunque eso supusiera la liquidación de varios imperios. No obstante, el suelo volvió a mancharse de sangre de una manera que parece imposible de creer, sobre todo si se tiene en cuenta que habían pasado cuatro años desde que empezó la guerra. Allí, se calcula, encontraron su tumba alrededor de 26.000 estadounidenses, 70.000 franceses y 120.000 alemanes. Un precio demasiado alto para ser el final.