“Bruja Escarlata y Visión”: Marvel se pasa al surrealismo de lo cotidiano
Disney+ confina a sus superhéroes en una especie de “sitcom” con Elizabeth Olsen, Paul Bettany y gato encerrado
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El chasquido de Thanos, además de hacer desaparecer a la mitad de la población de la Tierra, metió en los bolsillos de Disney casi 5.000 millones de dólares, sirviendo estas mismas palabras para procesar la cifra. Tras «Vengadores: Endgame» en la que, paradójicamente, los superhéroes ponían fin a una tragedia temporal que nos devolvía imágenes de estadios sin público y tiendas desabastecidas, el exitoso Universo Cinematográfico de Marvel se encontró con la pandemia. Los estrenos de «Viuda Negra» y «Shang-Chi», la primera aventura en clave asiática, se vieron suspendidos y entonces la Casa del Ratón tuvo que mirar hacia su plataforma de «streaming».
A razón de un capítulo por semana, repitiendo la jugada de repercusión mediática que tan bien ha funcionado con «El mandaloriano», Disney+ estrena «Bruja Escarlata y Visión». Enmarcada en la misma línea temporal de la que supimos por última vez en «Spider-Man: lejos de casa», la nueva serie del gigante del entretenimiento parte «in media res» y con truco: como si volviéramos a los 50, la misma Bruja Escarlata que era capaz de levantar toneladas de acero en las películas es ahora una modélica ama de casa, y Visión, al que dio muerte el malo malísimo en la última gran aventura de los Vengadores, es ahora un funcionario enterrado por la burocracia.
Lynch para principiantes
El espectador más atento se dará cuenta de que nada es lo que parece y que la realidad en la que viven los súper no parece obedecer a las leyes naturales. Aunque manoseada, la equiparación de cualquier elemento relacionado con la liminalidad en el cine con la obra de David Lynch se hace aquí evidente. Son fuertes los ecos de «Mullholland Drive», pero también se puede explicar a través de «Pleasantville», o incluso de obras menores pero de fuerte calado en la cultura popular como «Donnie Darko». Por supuesto, las intenciones de Disney están alejadas de la crítica a la productividad infinita de unos y los deseos de emancipación cultural de los otros, pero la serie bien sirve para introducir en el mercado del gran público conceptos que solo habían funcionado desde lo experimental.
Quizá sea eso lo que haya motivado una respuesta variada entre los aficionados a los tebeos, que ven una excesiva lentitud en el desarrollo de la trama, en ese encontrar el pastel al que juega constantemente la serie de Jac Schaeffer. La realidad no puede estar más alejada de ello. La valentía de la propuesta, que invita a bajar las pulsaciones para adaptarnos a un mundo ajeno a nuestras intenciones, no es solo que se haga diegética con los tiempos en los que nos ha tocado vivir, sino que se agradece precisamente por su capacidad para desubicarnos y plantearnos un desafío nada masticado. «Bruja Escarlata y Visión», por supuesto, no es para todo el mundo, pero sí vivirá en el recuerdo como el primer intento serio de trasladar el concepto de autoría al universo de lo prefabricado.