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Xosé A. Touriñán: “Hay que sacarse el sombrero ante el cine independiente durante la pandemia”

El actor gallego estrena este viernes “Cuñados”, una comedia con denominación de origen sobre la importancia de la familia y los empresarios sin escrúpulos
Chema MoyaEFE
La Razón
  • Matías G. Rebolledo

    Matías G. Rebolledo

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La historia nos puede resultar familiar: un chaval joven, atlético y dispuesto a comerse el mundo en una disciplina, por culpa de una infame lesión, se convierte en un alma en pena que pulula por el mundo contando su historia para oídos inquietos y comparándose con aquellos que sí llegaron a la élite. Ahora es el fútbol o el baloncesto, pero quizá en unos años sea cualquier modalidad de juegos online o “streaming”. En “Cuñados”, el debut en el largometraje de Toño López con guion de Araceli Gonda, esa figura a medio camino entre lo fantasmagórico y lo cómicamente patético es “Sabonis”, personaje al que da vida el siempre espléndido Xosé A. Touriñán (”Fariña”, “Land Róber”).
Conservando todavía el “mote” en referencia al mítico jugador lituano, el personaje de Touriñán se verá envuelto en un enredo familiar que pasa por un accidentado secuestro de un empresario “magufo”, una deuda de 200.000 euros y la petición de divorcio de su esposa, harta ya de tener que soportar como los sueños rotos del pasado de su marido están lastrando su presente. Intrínsecamente gallega y audazmente rodada, ya que parte de la producción se produjo con la pandemia bien presente, “Cuñados” es una comedia que no por costumbrista y entrañable se deja seducir por los formatos cerrados que tan hartos nos tenían antes del “todo esto” que llena ahora nuestras vidas. Es más, los usa y los subvierte en algo más parecido a “Arizona Baby” que a la comedieta de turno en la que estén pensando.
Con nuevo programa en TVE junto a Marta Hazas (”Rutas Bizarras”) y una salud de hierro en lo profesional, Touriñán llega al encuentro con LA RAZÓN en un hotel de la capital con el mismo carisma que destila en pantalla y dispuesto a hablar de la película, sí, pero también del nuevo cine que nos traerá la pandemia, las complicaciones que ha supuesto un rodaje en esta situación y la polvareda que se levanta cada vez que se debate el modelo de las televisiones autonómicas por uno u otro signo político.
-Ya ha visto la película con público. ¿Cómo ha visto las reacciones de la gente?
-El primer pase fue el domingo pasado en Ourense, con muy poquito público porque las restricciones son mayores, pero fue como jugar en casa. Con el pulpo y la empanada a algunos les caían las lágrimas ya (ríe). Muy contento con poder devolver a la gente a las salas y escuchar esas carcajadas comunes, como en la escena del canalón al final de la película.
-¿A nivel profesional le ha afectado mucho la pandemia?
-A mí sobre todo, que hacía mucho teatro en Galicia, no me ha dejado hacerlo allí durante prácticamente un año. Aquí en Madrid sí pudimos, con “Fariña” en el Alcázar... Pero yo creo que en lo audiovisual no ha sido tan grave para mí. Hemos estrenado el programa en La2 con Marta Hazas, el rodaje de “Pequeñas coincidencias”, estamos estrenando ahora “Cuñados”, rodada justo después de la cuarentena y he estado trabajando, por suerte, todo el tiempo. No lo he notado más allá de lo obvio, claro, y también que ahora tengo libres los fines de semana por primera vez en muchos años. Soy un afortunado.
-¿Cuándo se subió al “carro” de la película?
-Fue muy interesante porque fue distinto a lo habitual en este proceso. No es que “Cuñados” nazca directamente de Federico (Pérez Rey), Miguel (de Lira) y de mí, de los protagonistas, pero un poco sí. Nos conocemos desde hace años, pero coincidimos todos en “Los fenómenos” de Alfonso Zarauza. Somos gente de cine, que cada uno tiene su productora y se considera creador, si se puede, y al reunirnos le empezamos a dar forma a una especie de serie de los tres. La idea era partir de tres perspectivas de reinvención desde la última crisis económica y ver cómo las iban superando, siempre desde la comedia. Ahí empezaron las conversaciones con productoras y sobre todo con Araceli (Gonda), que es la guionista. Después de eso es cuando nació “Cuñados”, primero como serie, y ahora como la película que hemos estrenado.
-¿Cuando uno rueda siendo también parte de lo industrial en la película cambian mucho las cosas?
-Estoy acostumbrado, porque me gusta mucho participar en esa parte más empresarial siempre. No tanto en el estar encima del día a día, porque eso no es lo que me motiva, sino a la hora de conseguir que los proyectos se conviertan en viables. Y me parece muy bonito que la hayamos podido sacar adelante en gallego, con subtítulos aunque haya versiones dobladas, con más de 130 copias en toda España. En definitiva, me gusta meter el hocico y estar enterado, mucho más que participar solo como actor. Al ser una película tan pequeñita, ayudó mucho que nosotros tres estuviéramos ahí desde el principio, porque sabes de qué va la peli y, sobre todo, qué quiere contar la peli. Y eso se respira en la pantalla, porque creo que damos el pego como familia de verdad.
-Estamos acostumbrados ya a que las propuestas del Novo Cinema Galego lleguen, a sus circuitos más independientes, pero lleguen. ¿Cree que en un año “normal” la industria habría encontrado un hueco tan bueno para una comedia con ambición “mainstream” pero rodada en gallego?
-Creo, de hecho, que es la primera vez que pasa. Más allá de lo obvio, creo que también tiene que ver con que históricamente nunca se hizo tanta comedia en Galicia. Y sin suda hay que aprovecharlo, joder, porque no vamos a tener otro momento así. Claro, si estuvieran aquí las majors, trayendo todos los estrenos de Hollywood y con esa maquinaria del cine español a tope, con 3 o 4 propuestas de importancia a la semana antes de la pandemia... Sería muy difícil. Poder volver a estar presentes y, por ejemplo, hacer algo que antes dábamos por hecho casi como estrenar en Callao con un prestreno es muy bonito. El cine independiente debe aprovechar este momento y hay que sacarse el sombrero por todo lo que gente como la de Filmax ha hecho durante la pandemia.
-¿Nos falta oído de las demás lenguas de España?
-Es un camino muy chulo que últimamente estamos recorriendo mucho más. Hay algo extraordinario en ver que las películas de las que más se habla están rodadas en vasco o en catalán. Hostia, estamos acostumbradísimos a ver películas y series suecas o coreanas con subtítulos, ¿por qué no las nuestras que son de aquí al lado? Es normal que cueste sacar estos proyectos adelante, porque si la haces en español o no te digo ya en inglés, es posible que puedas llegar a más gente, pero son caminos complementarios. No hay que apostar solo por un modelo u otro, pueden y deben convivir para enriquecernos culturalmente.
-Usted ha trabajado mucho en la televisión autonómica gallega, que participa de hecho en la película. ¿Qué siente cuando se habla constantemente de reformas estructurales o, incluso, se amenaza con cerrarlas?
-TVG es una tele que durante casi tres décadas ha estado generando una ficción espectacular y en Galicia no podemos estar más orgullosos de ello, porque de ahí salieron un montón de grandes productores y realizadores que ahora están en Bambú, Secuoya o la que más te apetezca nombrar. La televisión gallega fue la cantera de todo ese talento que ahora no solo triunfa aquí, sino que lo hace en todo el mundo. Y no te hablo ya de los técnicos o los intérpretes, que la han usado como escuela y esa es la labor que tiene que tener. No vamos a engañarnos tampoco, todas las autonómicas y las públicas se han utilizado como armas políticas del gobierno de turno y hay una especie de secuestro por quien mande... pero por debajo de eso hay un montón de profesionales esforzándose por sacar adelante el mejor producto posible. Y eso es justificación más que suficiente para que no venga el político de turno a decir que la va a cerrar. Además, es un modo muy práctico de preservación de la cultura. Sí, puedes hacer una peli y hasta te la puede comprar Netflix, pero lo que construye una sociedad es el día a día, no los eventos concretos. Eso no quita que siempre se pueda mejorar, por supuesto, pero no puedes jugar con el pan de la gente, con todos esos puestos de trabajo.
-Vuestra película es conscientemente luminosa y se aleja de esa percepción tópica de Galicia como lugar gris y lluvioso. ¿Después de la pandemia cree que tendremos un cine más “disfrutón”, menos lúgubre?
-La gente debería visitar más Ourense en julio y agosto, para ver que de verdad te mueres de calor. En nuestra peli es buscado ver esa zona de Galicia con esa luz, pero el ánimo no tanto, es algo que ha surgido desde la concepción como comedia. No sabíamos que íbamos a rodar en pandemia, pero ha resultado siendo algo muy conveniente para ese abrir la ventana, ese aire fresco que pueda entrar y, de verdad, devolver a la gente a las salas, que falta nos hace. Necesitamos reírnos, porque de estar amargados, agobiados y tristes ya vale.