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Escritura

El signo ortográfico (•) que lidera la batalla del lenguaje inclusivo en Francia

El Ministerio de Educación Nacional prohíbe el uso del llamado punto mediano porque “constituye un obstáculo al acceso a la lengua de menores que afrontan discapacidades o trastornos”

French President Macron visits a school in Poissy
El presidente francés, Emmanuel Macron durante una visita a una escuela de Poissy, en FranciaPOOLReuters

Si en España el revuelo viene dado del “hijos, hijas e hijes”, en Francia la polémica también está servida. Pero, en su idioma, el icono del lenguaje inclusivo que enfrenta a académicos, franceses y políticos, es un signo ortográfico. Cada vez hay en nuestro país más patadas al diccionario: lejos de utilizar el género neutro en el que se basa nuestro idioma, crecen las personas -y, entre ellas, algunas públicas- que prefieren crear sus propias reglas. La última polémica vino de la mano de Irene Montero, ministra de Igualdad, que, durante un acto de Unidas Podemos, optó por usar en su discurso el llamado “lenguaje inclusivo”, diciendo, por ejemplo, “todas, todos y todes”. Para que nadie se sienta excluido. Con esto, no es solo en España donde crece la intención de utilizar terminaciones ajenas al sistema morfológico en español, sino que en Francia también existe una batalla lingüística: se trata del uso de un signo llamado punto mediano y que se escribe así: •.

No obstante, en Francia no es como en nuestro país, que todo se limita a una cuestión, a grandes rasgos, de izquierda y derecha. En el galo, la situación es transversal, es decir, hay gente de izquierdas que afirman que el uso de este signo es una aberración, de la misma forma que liberales de Macron lo defienden, como parte de la evolución de un idioma. De hecho, algunos profesores explican que el asunto se ha “sobredimensionado”, ya que en las aulas se explica con naturalidad tanto qué es el punto mediano como qué debate genera. Por ello, podría ser una discusión aprovechada para generar polémica y como oportunidad para desviar la mirada de otros asuntos que de verdad son preocupantes en el país.

El polémico punto

De la misma manera que en España ya hay libros de texto que utilizan la doble terminación para escribir, por ejemplo, “los cristianos y las cristianas”, el punto mediano francés también está comenzando a utilizarse para textos oficiales, sea de administraciones locales o en el sector privado. Con esto, el signo funciona para designar ambos géneros, masculino y femenino, de la siguiente manera: en lugar de poner “parisiens et parisiennes” (parisinos y parisinas), el Ayuntamiento de la capital opta por “parisien•ne•s”. Esto equivaldría a la expresión “parisino•a•s” o, como realmente se escribiría en español, “parisinos/as”.

El asunto viene cociéndose desde hace años: en 2017, fue el ministro de Educación Nacional, Jean-Michel Blanquer, quien se encargó de reavivar la llama diciendo que “voy a vigilar para que solo haya una gramática, del mismo modo que solo hay una lengua y una República”. Y, a través de una circular que el mismo Ministerio lanzó el pasado 5 de mayo, el fuego ha vuelto a aumentar, pues ha prohibido el uso de este signo: “Conviene proscribir el recurso a la escritura llamada ‘inclusiva’”, y recomienda otras modalidades como “el uso de la feminización de los oficios y las funciones”. Cabe destacar que este comunicado no se difunde con el objetivo de rechazar la escritura inclusiva en general, sino que es contraria al uso de dicho signo ortográfico y, de hecho, apunta que, cuando se pueda, se debe privilegiar el femenino. No va contra la igualdad, sino contra la fórmula para promoverla.

“Peligro mortal”

Por otro lado, según Blanquer, el uso del punto mediano no sería inclusivo, sino todo lo contrario: “Constituye un obstáculo al acceso a la lengua de menores que afrontan determinadas discapacidades o trastornos de aprendizaje”. De la misma manera, la vicepresidenta de la Féderation Française des Dys, Laetitia Branciard, que se encarga de proteger a personas con dislexia y otros trastornos lingüísticos, defiende que “un niño o niña no ha automatizado la lectura de una palabra, y si se trastocan las referencias, lo leerán en dos tiempos, serán dos palabras para ellos. Este es el efecto del punto mediano”.

Pero, de nuevo, estas afirmaciones no se trata de una oposición a lo inclusivo, sino a la fórmula del punto mediano: Branciard se declara feminista y asegura que “cuando escribo a la gente, doblo las palabras. Digo buenos días a todos y a todas”.

“Ante esta aberración inclusiva, la lengua francesa se encuentra, a partir de ahora, en peligro mortal”. Así se pronunció la Academia Francesa -equivalente a la RAE- en 2017, tras publicarse un manual escolar con lenguaje igualitario y el anuncio de 314 profesores de que dejarían de enseñar la regla de la concordancia con el masculino. Pero, alejándose de este hecho, y acercándose al anteriormente mencionado, Branciard dice que “en la escuela el punto mediano no se enseña en absoluto, es un gesto político sin ninguna pertinencia real”. ´