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Isabel Muñoz se sumerge en la fotografía acuática

PhotoEspaña inaugura su edición con la instalación en el Museo Lázaro Galdiano de «Somos agua», donde la artista reflexiona sobre el cambio climático
©Gonzalo Pérez MataLa Razón
La Razón

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Isabel Muñoz, Premio Nacional de Fotografía, considera que el desafío y la evolución artística, vamos, no quedarse anclado en el abecedario de lo conocido y ya mil veces trabajado, forma parte inherente de cualquier creador con horizonte. «Cada empresa y cada iniciativa implica un reto. Es una manera de revalidarnos como profesionales y también como seres humanos. Hay que romper ciertas reglas para poder evolucionar en lo que haces», asegura. Por eso, cuando ya frisaba los setenta inviernos, despreciando los consejos que dicta la prudencia y que nunca llevan a ningún lado, decidió abordar un nuevo proyecto y asumir el nivel de exigencia que siempre supone sacar imágenes debajo del agua. El resultado es «somos agua», la instalación que, en colaboración con Acciona, ha realizado exprofeso para la edición de este año de PhotoEspaña y que ayer precisamente inauguraba el festival en Madrid. «La premisa inicial era cómo sería el mar en su origen, cuando los hombres todavía no habían alterado ese medio». Esta es la premisa con la que comenzó a desarrollarse este montaje que a partir de ahora puede verse en el Museo Lázaro Galdiano de Madrid.
Una campeona
Durante estos últimos cinco años, la fotógrafa ha estado involucrada en este proyecto, que nació de un cruce inesperado de oportunidades aparte de su latente preocupación por el medio ambiente. A la ocasión de observar personalmente el deterioro de la costa española en el litoral de Murcia se le sumó una oportunidad inesperada: Japón le abría las puertas para poder retratarlo. Allí conoció a la japonesa Ai Futaki, campeona de buceo libre y que también es embajadora de su país para la protección del mar. A la suma de esas dos líneas se añadió que el Instituto Oceanográfico de Valencia les dio permiso para acceder a sus acuarios para sacar imágenes de las mantas, rayas, tiburones, tortugas y peces que conserva. «En lo que llevamos del siglo XXI hemos consumido más plástico que en toda la centuria anterior y quería comentar esta degradación que se ha producido en este ecosistema», recuerda Isabel Muñoz. Ella, que ha explorado en anteriores ocasiones los sentimientos y las culturas humanas, esta vez ha salido para defender cómo los océanos van contaminándose. Y lo ha hecho en este montaje interactivo que cuenta con una pantalla central de cinco metros y otras más laterales. El espectador, al entrar, percibirá el mar cómo era antes de la llegada del hombre. Según avanza hacia el fondo de la sala, cambia la proyección y muestra los estragos de la contaminación en el medio marino para, después, regresar a un mar primario. En el medio, en una coreografía improvisada y aleatoria con diferentes especies marinas, puede contemplarse la figura de Ai Futaki, que permanece sumergida y que interactúa con los animales. «Lo que intentaba reflejar es justo eso, la relación con las especies, y no el tiempo que ella está sumergida».

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