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«Antonio y Cleopatra», dos dioses más carnales que nunca

Ana Belén y Lluís Homar lideran la obra de Shakespeare que abre el Festival de Almagro antes de viajar a Mérida el día 8
Lluís Homar y Ana Belén encabezan un reparto en el que también están Ernesto Arias, Israel Frias, Rafa Castejón y Elvira Cuadrupani, entre otros
Pablo LorenteCNTC

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«Ahora sí empieza la fiesta». Lo dice Ignacio García, director del Festival de Almagro, con el pecho hinchado de satisfacción y la seguridad del que sabe que después de la tormenta siempre llega la calma. Tras la edición «de supervivencia» de 2020, define, García hace hincapié en la «importancia» de la cita que se estrena esta misma noche: «Es el momento de retomar el pulso real, aunque sea con mascarillas y aforos reducidos». Y es que el festival de teatro clásico recupera todas las líneas de programación de antaño y abre algunos de los espacios que no se pudieron disfrutar el año pasado, como el Patio de Fúcares, entre otros.
Pero el plato fuerte de esta «rentrée» es «Antonio y Cleopatra». Tras la entrega del Corral de Comedias a Julieta Serrano por su contribución durante más de seis décadas a la escena nacional y clásica, los ojos se moverán del Palacio de los Villarreal (o de los Oviedo) al Hospital de San Juan. Allí estará la que fuera la «madrina», en palabras de García, del año pasado, Ana Belén, antecesora de Serrano en el premio. Junto a Lluís Homar, la actriz y cantante se pondrá al frente de esta obra concebida por Shakespeare y a la que ha dado forma Vicente Molina Foix y que dirige José Carlos Plaza. Será la inauguración de una reserva del Siglo de Oro que se extenderá hasta finales de julio y que se apoya, de nuevo, en la Compañía Nacional, que lidera el propio Homar, con cinco montajes («Castelvines y Monteses», «Lope sobre ruedas», «El príncipe constante», «La comedia de maravillas» y el citado «Antonio y Cleopatra»). Regresa el intérprete y director de la CNTC a un autor que «está dentro de mi cosecha personal», asegura, «aunque, igual que me pasa con los aviones, que no entiendo cómo pueden volar, tampoco comprendo cómo Shakespeare puede hacer una obra tan rica y variada. No tiene nada que ver con las que escribió antes». Así habla Homar de un texto que durante años se definió como «inclasificable» y del que hasta se dudaba de sus virtudes. Por todo ello, en este montaje se reivindica como una pieza «inconmensurable».
Más de medio año tardó Molina Foix en la traducción, pero lo hizo con todo el gusto del mundo: «Me alivió los meses de la pandemia», explica un escritor que dice tener entre las manos «mi obra favorita» del Bardo. «Las hay mejores y más icónicas, pero me gusta esta». Fue él quien hizo la «laudatio» en el Corral de Comedias de 2020 a Ana Belén y es él quien ha visto a la actriz convertida de nuevo en el centro de una de sus traducciones shakesperianas, como ya hiciera antes en «Hamlet» (1989) y «El mercader de Venecia» (1993), donde también estuvo Plaza al mando, que no pisaba la CNTC desde que, en el 97, estrenase «La venganza de Tamar», de Tirso.
Ahora, este trío de viejos conocidos vuelve a las andadas para sumergirse en una historia sobre Marco Antonio y Cleopatra «que todos creemos conocer por cultura general o por la película de Mankiewicz, pero que, de repente, no era eso. Es una pareja en crisis que se ama. Amor, lucha, sensualidad», cuenta Molina Foix de una obra que el inglés escribió en su madurez. Y un lustro especialmente productivo: «Hamlet», «Medida por medida», «Otelo», «El rey Lear» y, tras todos estos hitos, llegó un «Antonio y Cleopatra» (1606) que, para Homar, muestra como ningún otro texto «la dicotomía entre Roma y Egipto. Aborda el poder y otros valores diferentes. El placer carnal de la vida hedonista. Va de lo racional a lo más vívido y físico. Shakespeare hace un lenguaje que contrapone la prosa y la poesía».
El actor define a su Antonio como «un hombre contradictorio que va de lo humano a lo divino y que pretende ser el emperador del mundo desde un sitio noble y humano», pero no oculta que todavía le falta por conocer: «Estoy en ello», confiesa. Por su parte, Ana Belén, que debuta en la Compañía Nacional, se muestra deslumbrada por encarnar a un ser casi mitológico como es Cleopatra: «Ambos protagonistas son dos dioses y hay que mirarlos desde esa perspectiva. No son seres humanos, sino que forman parte del mito y, a partir de ahí, debemos acercarnos a ellos. Mi personaje es una mujer manipuladora, caprichosa, divertida, inteligente... Y, además, tiene una vertiente fundamental, que es la política, porque no solo piensa en la cama y el sexo, aunque sea muy importante», cuenta de una pieza que, además de Almagro, pisará el Teatro Romano de Mérida del día 8 al 11 de julio y que abrirá la temporada de la Comedia madrileña en septiembre.
Mientras, el jefe de la función, José Carlos Plaza, se separa de los mitos para elevar aún más al romano y a la egipcia: «Son estrellas», asegura: «La muerte para Shakespeare es una salida hacia la eternidad». Pero el director quiere detenerse en dos términos que, para él, recogen la esencia de este montaje. El primero de ellos es «sorpresa»: «Cada palabra te descubre un mundo. Es una pieza endiablada porque hay más de cuarenta escenas que van de Alejandría a Atenas, Roma, sur de Italia... Hemos intentado hacer un mosaico en el que cada escena tenga una temática diferente y que no sea un montaje a la antigua usanza. Muerte a la mediocridad, que estamos en una sociedad que nos está tirando hacia lo vulgar. Las respuestas cada día son más sencillas y atacamos eso». «Pasión» es la otra palabra que señala Plaza. Y también le declara la guerra a la dejadez. Es un «antipasota». «Nada debe sernos indiferente y se lo digo a las generaciones que vienen por detrás. Antonio y Cleopatra no fueron indiferentes ni al sexo ni al placer ni a la venganza ni a la mezquindad. Fueron los más mezquinos, pero también los más nobles del mundo».
  • Dónde: T. Adolfo Marsillach (Hospital de San Juan), Almagro (Ciudad Real). Cuándo: hasta el 4 de julio. Cuánto: de 20 a 29 euros.