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Varios instantes captados en Puebla de la Sierra, en Madrid, uno de los primeros pueblos que ha conseguido la inmunidad de rebaño y recibe numerosos turistas

Veranear en un pueblo inmune

En Puebla de la Sierra, uno de los primeros municipios de Madrid que ha conseguido la inmunidad de rebaño, reciben con los brazos abiertos a los visitantes, en un verano en el que el turismo rural vuelve a batir récords. «¿Cómo vamos a ir a la playa con las imágenes de masificaciones y contagios que vemos por la tele?. aquí estamos más tranquilos», reconoce una turista

Adrián, Álvaro y Leo atraviesan en bici a toda velocidad el centro de Puebla de la Sierra. Van directos al campo de fútbol. Dejan las bicicletas en la entrada y pese al sol que comienza a pegar con fuerza en este pueblo del norte de Madrid, se ponen a tirar a portería con la energía que solo tienen los chavales de su edad. El mayor ya ha cumplido los 13 y nos cuenta que pasará aquí todo el verano. Este año, nada playa, en la casa de la abuela con sus primos «pero me da igual porque esto me gusta mucho. Esta noche subiremos a ‘’la Silla’'», dice apuntando a uno de los picos más altos de la sierra que envuelve a este enclave privilegiado ubicado a unos 110 kilómetros de la capital.

Varias personas locales y foráneas, en la plaza del pueblo
Varias personas locales y foráneas, en la plaza del puebloAlberto R. RoldánLa Razón

La pandemia ha cambiado nuestra forma de vida y esto también incluye nuestro ocio y manera de entender las vacaciones. Así, aunque este año se han visto alarmantes imágenes en las playas, lo cierto es que el turismo rural se ha convertido en un aliciente otrora olvidado y que ha dado una nueva vida a los pueblos. Muchos turistas huyen de las masificaciones costeras y optan por el campo y si, además, se hace en un pueblo como éste donde ya se ha conseguido la inmunidad de rebaño, la situación es aún más alentadora tanto para visitantes como para locales.

Según datos de la web de reservas rurales Escapada Rural, la ocupación en la primera quincena de agosto se situaba en el 59%, un dato que superará según previsiones al del año pasado que cerró temporada con una ocupación del 65%. Y eso se nota también en Puebla, que durante todo el verano tiene completos sus alojamientos rurales y casas de alquiler. «Es normal que la gente prefiera venir aquí a irse a otros lugares. Durante la semana está más tranquilo porque la gente de fuera lo que hace es irse a hacer senderismo, pero los fines de semana las calles están hasta arriba de gente», comentan Margarita, Mariana y María, que toman la fresca en uno de los bancos de piedra frente a sus viviendas.

«Y además aquí tenemos aire acondicionado natural, por la noche hasta hace fresquito. Normalmente estamos a cinco o seis grados por debajo de lo que marca el termómetro en Madrid», comenta Margarita. Y no miente pues frente a los 30 grados que hacía ese día en Madrid, en Puebla no rozaban a primera hora los 20 grados.

Ni una plaza libre

Pese a estar ya vacunadas ellas siguen protegidas con la mascarilla, «hay que tener cuidado y más aún si viene gente de fuera», y. de hecho, creen que el que la práctica totalidad del pueblo ya haya recibido la pauta completa contra la covid es una tranquilidad para ellos y también para los turistas que huyen de los focos de contagio.

En la calle Herrero de Enero, un vecino aprovecha las primeras horas del día para arreglar su fachada. Subido a la escalera nos relata que estar en Puebla es sinónimo de seguridad: «Yo creo que en cierto modo sí que ha cambiado un poco el modo de veranear. La gente quiere espacios abiertos y con poca afluencia y aquí lo encuentran. Vienen familias enteras, los niños pueden ir de un sitio a otro sin peligro y luego irse a pasar el día al campo», puntualiza.

La Sierra de Madrid
La Sierra de MadridAlberto R. RoldánLa Razón

Unos de esos turistas rurales que hoy han decidido hacer una parada en Puebla de la Sierra son Nieves y Domingo: «Cuando ves cómo están las playas y todos los contagios que está habiendo allí se te quitan las ganas, por eso, nosotros hemos decidido hacer escapadas rurales y conocer diferentes pueblos. No solemos quedarnos a dormir, sino que solamente pasamos el día y volvemos a casa».

Y es que, aunque las visitas sean tan solo de día, esto supone una revitalización sin precedentes de las zonas que antes estaban olvidadas o, al menos, no tan frecuentadas. Lo confirma el alcalde, Aurelio Bravo, que lleva 24 años al frente de este municipio de 74 personas. «He notado un cambio considerable. Antes de la pandemia, cuando menos ocupación había en el pueblo era en verano. La gente optaba más por venir en otoño, incluso en invierno, pero ahora estamos hasta arriba, lo cual es muy bueno para nosotros. Los bares siempre están llenos y los alojamientos también», dice orgulloso.

Visitas desde Canarias

Pero aquí tampoco han sido tiempos fáciles. A primeros de año hubo un contagio masivo que incluso acabó con la vida de la teniente de alcalde. El regidor lo cuenta con lágrimas en los ojos. Él mismo se contagió y estuvo varias semanas ingresado en Madrid. «Por eso no entiendo cómo puede haber negacionistas y personas que no quieran vacunarse. Nosotros hemos sido de los primeros en conseguir la inmunidad de rebaño, superamos el 80% hace semanas, pero todavía hay quienes han rechazado recibir la vacuna. No lo puedo entender», dice con enfado.

La otra cara de la pandemia es que su población ha llegado a duplicarse en el mes estival «y eso que no tenemos fiestas, como no podría ser de otro modo. Aun así siguen viniendo y nosotros, encantados. En los picos de visitas hemos tenido hasta 40 caravanas en el pueblo, lo nunca visto. Creo que los ciudadanos se han descubierto los encantos rurales. Antes solo se pensaba en la playa y ahora se abren a otras opciones».

Al principio del «boom rural», los lugareños reconocen que sentían cierto miedo ante la posibilidad que tanta afluencia trajera también al virus, «ahora, todavía, hay muchos que los fines de semana, cuando esto se llena más, prefieren quedarse en casa y no mezclarse a pesar de que toda la gente es muy respetuosa con las medidas de prevención», dice Aurelio.

Un vecino arregla la fachada de su vivienda en Puebla de la Sierra, a 110 km del Madrid capital
Un vecino arregla la fachada de su vivienda en Puebla de la Sierra, a 110 km del Madrid capitalAlberto R. RoldánLa Razón

Lorena y Roberto, dos treintañeros que caminan hacia la plaza del pueblo, confiesan que para ellos esta situación no es nueva, siempre han preferido el turismo rural al playero. No es la primera vez que están en Puebla, ni será la última. Vienen desde Getafe y confiesan que les gusta mucho hacer escapadas de camping, senderismo y estar en contacto con la naturaleza.

De igual modo disfrutan Lorena y Roberto, pero ellos lo hacen en moto. Acaban de aparcar y buscan una terraza para tomar algo, pero los bares hoy no abren. Están de descanso tras un intenso fin de semana. «Sí que es cierto que en los pueblos se nota más movimiento, aunque yo creo que esta moda pasará cuando la pandemia termine. Para nosotros es un complemento, alternamos rutas rurales en moto con unos días de playa», dice la pareja.

Y es que, según confiesa el alcalde, hasta Puebla llegan personas desde todos los puntos de España: «Vienen de Asturias, Valencia y hasta de Canarias. El otro día hablé con una mujer que es amante de la escultura y que vino desde las islas para ver uno de los dos museos que tenemos aquí. Para nosotros es un orgullo que se nos conozca y quieran visitarnos».

Al filo de la hora de comer, varios paisanos se reúnen en la plaza del pueblo y observan cómo sus silenciosas calles ahora se alegran con las conversaciones y preguntas de los visitantes. No saben si esta situación será flor de primavera, pero de momento está sobreviviendo al verano.