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“García y García”: José Mota y Pepe Viyuela al rescate de una “low-cost”

La pareja de cómicos, reunidos por primera vez para debutar en la gran pantalla como extraña pareja, se estrena a las órdenes de Ana Murugarren
La Razón
  • Matías G. Rebolledo

    Matías G. Rebolledo

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Cuenta Pepe Viyuela, al final casi de la entrevista con LA RAZÓN y preguntado por esa comedia del cine a la que siempre vuelve, que su refugio está en Charles Chaplin. Casi al momento, es interrumpido con cordialidad por un José Mota que se encuentra a su lado: “Yo vuelvo a muchas, como todos. Pero si tuviera que decir una diría “Candilejas”, donde Chaplin hace un número con Buster Keaton precioso. Keaton contaba en un documental, que tenían tan buena amistad que él era quien le daba instrucciones a Chaplin, porque confiaban el uno en el otro. Era eso y que no se podían ver de manera instantánea, como nosotros ahora en el cine que hacemos. Es muy bonito, y sale en el documental “El gran Buster”. Me gusta volver a él porque “Candilejas” también habla de un cómico, que fue mucho y ya no es tanto, y que parece reencontrar esa luz en una chica joven. Hay una escena, cuando se queda solo en el teatro, que es espléndida y que lidia con el ocaso, el ya no ser una persona de éxito”, explica reflexivo en una sala principal de los Cines Callao, la casualidad, también completamente vacía.
Los cómicos, que trabajan por primera vez en la gran pantalla tras varios conatos a lo largo de los años dada su relación con Televisión Española, estrena esta semana “García y García”, una comedia dirigida por Ana Murugarren en la que comparten nombre, apellido y, por supuesto, confesiones de rodaje: “Fatal”, responde irónico Viyuela a la pregunta de cómo se llevaron, antes de que Mota indague en el asunto: “Algún momento hubo, eso sí, de “para”. De “ya no me hace gracia”. Me acuerdo, en el aeropuerto de Teruel, que me estaba riendo de unas cosas inconfesables. Y repetimos una escena un montón de veces, y lo seguía diciendo. Y hubo un momento en el que Pepe me miró y me dijo “mira, ya no me hace gracia”, confiesa antes de devolverle la pelota a su compañero de reparto: “Una de las cosas fundamentales en el cine es no dejar de trabajar cuando terminas tu plano, si no seguir alimentando ese fuego, esa energía de la comedia que te permite seguir jugando. Detrás de cámaras seguíamos con ello. Quizá no teníamos gracia para el resto, pero nos alimentaba para salir contentos a jugar”, añade.
Una comedia “de altos vuelos”
La extraña pareja, en su aventura cinematográfica, da vida a un consejero de grandes aerolíneas (Mota) y a un mecánicos de aviones (Viyuela), que son confundidos por una “low-cost” y, de algún modo, se ven obligados a vivir en la piel del otro por unos días. Junto a ellos, Eva Ugarte, Ricardo Castella o Carlos Areces completan un reparto coral que busca crecerse en la comedia costumbrista y, desde el “slapstick”, intentar que vuelvan las carcajadas a las maltrechas salas. Y, ¿cómo es que dos cómicos tan consolidados en el imaginario patrio todavía no habían trabajado juntos? “Hubo alguna cosilla, en un especial de fin de año, pero no coincidimos ni grabando, ni en plano. Hace ya 30 años, estuvimos en la presentación de un programa de televisión que se llamaba “¿Pero esto qué es?”, pero igual que estábamos nosotros estaban Virtudes, o Faemino y Cansado. Y muchos más. Estuvimos presentando a la prensa el proyecto de Hugo Stuven. Si ahí nos hubieran dicho que íbamos a hacer la película, no nos lo hubiéramos creído”, recuerda Mota antes de que ahora le pise Viyuela: “¿Y con ese chaval? Pues no me hubiera apetecido mucho. Pasa un poco como en la película, hay una casualidad que causa un encuentro y eso, quizá no nos ha mejorado la vida, pero si ha inspirado un cambio interesante. Y a mejor, yo creo”, bromea.
Aprovechando la vuelta a los orígenes y a modo de despedida, es conveniente hacer una última parada en la terminal de la nostalgia, si nos ponemos “cursis”, y recordar el debut en el cine de dos joyas patrias que siempre han estado más cómodos en la televisión. Para Viyuela, la oportunidad llegó de la mano de Julio Medem, en 1996: “”Tierra” fue la primera, sí. Luego vino “El milagro de P. Tinto”, claro, pero mucho más tarde. Aquello fue un acontecimiento para mí, porque había hecho televisión y teatro, pero nunca había hecho cine. Y menos con un personaje así, que no tenía nada que ver con la comedia que me había visto la gente hacer en televisión. Fue una oportunidad increíble. Tenía un personaje muy corto, pero fue tremendo poder salirme un poco del carril y hacer algo que no tenía nada que ver con lo que había hecho hasta ese entonces”, añade antes de que remate Mota: “Mi primer recuerdo en el cine es una película producida por José María Calleja, eso es, con “Ni se te ocurra…”, que era una especie de adaptación de los “sketches” de Cruz y Raya. Se estrenó y fue muy bien. Una de esas películas de la inocencia, que quedarán ahí. Y luego, claro, con Álex de la Iglesia, en “La chispa de la vida” y con Pablo Berger en “Abracadabra”. Ha sido un camino de muchas experiencias positivas”, se despide.