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La curiosa cédula de Felipe V que inauguró la Real Academia Española un 3 de octubre de hace 307 años

Un 3 de octubre de hace 307 años, en 1714, se aprobó la creación de la Real Academia Española de la Lengua, por orden de Felipe V para limpiar, fijar y dar esplendor al idioma
La Razón
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  • Matías G. Rebolledo

    Matías G. Rebolledo

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A principios del siglo XVII, y en agravio comparativo respecto al resto de grandes naciones-Estado del viejo continente, España no tenía ninguna institución garante de la conservación de su lengua, ni mucho menos un diccionario que agrupara los distintos vocablos que ya se hablaban a este y al otro lado del Atlántico tras el descubrimiento de América. Francia, Italia y Portugal ya tenían su diccionario, a los que la difusión de la imprenta había dado alas.
En 1713, y por iniciativa de Juan Manuel Fernández Pacheco, se empezaron a poner las primeras piedras de un estamentos que velara por esa salvaguarda del tejido lexicográfico. Así, Fernández Pacheco se planteó levantar una institución a fin de “fijar las voces y vocablos de la lengua castellana en su mayor propiedad, elegancia y pureza”. Para agosto de ese año, la asociación ya contaba con 24 miembros, cada uno con su silla (lo que daría origen al actual sistema de cargos) y así, en 1714 y previa aprobación por Real Cédula del monarca, Felipe V, se dio por inaugurada la Real Academia Española.
Un documento que se hizo esperar
La cédula, el documento oficial por el que la Corona se comprometía a poner a la RAE bajo su “amparo y Real protección”, fue promulgado el 3 de octubre de 1714, es decir, hace justo hoy 307 años. Más allá de la oficialidad que dotaba el documento a las distintas reuniones de la recién nacida organización, la Cédula Real, otorgada por el regente a la hora de pronunciar nombramientos y que todavía resiste como elemento legal en nuestro orden jurídico, permitía también a los miembros de la RAE gozar de todas las preeminencias y exenciones concedidas a la servidumbre de la Casa Real. Es decir, por empeño de Felipe V, los académicos no solo quedaban conminados a limpiar, fijar y dar esplendor a la lengua, si no que también eran embestidos como garantes reales del idioma español.
Según recogía Carmen Sanz Ayanz en el catálogo de la exposición conmemorativa del tricentenario que organizó la RAE, “La lengua y la palabra” la cédula real “se había hecho esperar, al parecer por la intromisión del Consejo de Castilla que retrasó la marcha de la resolución al considerar que la tarea que proponían los académicos superaba sus capacidades. Tras recibir la protección real, una de las primeras decisiones de Villena como director fue nombrar una comisión que acudiera a palacio para dar las gracias al rey por apoyar oficialmente el proyecto”. Hace unos años, y coincidiendo con el tercer centenario del documento real que daba comienzo a la ilustre organización, la RAE y RTVE organizaron varios “podcast” y programas analizando la cédula.