Sección patrocinada por sección patrocinada

Cine

“Para Chiara”: la mafia calabresa suena a trap en italiano

Tras pasar por la Quinzena de Realizadores del Festival de Cannes, Jonas Carpignano cierra su trilogía Gioia Tauro sobre los suburbios calabreses

Swamy Rotolo protagoniza "Para Chiara", de Jonas Carpignano
Swamy Rotolo protagoniza "Para Chiara", de Jonas CarpignanoLa Razón

Nunca imaginó que su mirada, al principio tierna y luego turbia, sería el mejor reflejo de esa Italia prohibida de bajos fondos, pero también de realidad y carisma, que nos devuelve la contextualidad. Jonas Carpignano, director de «Mediterranea» y «A Ciambra», cierra su trilogía «Gioia Tauro» –así se llama la barriada que le da sentido a todo– con «Para Chiara», presentada en el pasado Festival de Cannes y en la que el director se lleva la cámara a la investigación de una joven sobre los negocios de su padre justo después de que este desaparezca en extrañas y mafiosas circunstancias.

«Gioia Tauro no es un laboratorio. No fui allí para investigar o para pintar el contexto social. Yo vivo ahí y esta historia es una de esas que te pasa por encima al ser parte del propio contexto sobre el que quieres narrar. Me he empadronado y tengo médico. Esta película nace de mi relación con las comunidades que viven en ese lugar, que se ha hecho mucho más profunda desde la última cinta», cuenta con vehemencia el director a LA RAZÓN. Y sigue, sobre la utilización de actores no profesionales en sus películas, aquí la impresionante protagonista, Swamy Rotolo: «No sabría responder si es una ventaja o no. Lo que sí puedo decir es que para mí fue excelente que la película naciera de mi relación con los personajes y las comunidades. A la protagonista la conocí cuando ella tenía apenas nueve años, por lo que nunca hubo una relación director-actriz, sino de amigos. Había más confianza que en un rodaje tradicional, por lo que todo salió con mayor espontaneidad».

Ignorancia y culpa

Después de pasar dos veces por la Quincena de los Realizadores, Carpignano ha priorizado el cierre de su trilogía como exploración de la culpa y la ignorancia. En este caso la de Chiara, que nada en una opulencia sospechosa respecto a su barrio, a sus compañeros de clase y a sus amigas. ¿De dónde viene el dinero? ¿A qué se dedica la familia? Son preguntas que solo se hace cuando el rostro de su padre aparece en las noticias acusándole de ser parte de la Mafia: «Tener una relación tan estrecha con Swamy me permitió invadir su intimidad, poder poner detalles de su vida real, como su relación con sus amigas o hermanas, en el guion», confiesa antes de analizar la fotografía y la banda sonora, claves en la construcción de ese extrarradio calabrés tan vibrante: «La cámara se centra más en el mundo interior que en el contexto. Lo mismo pasa con la música y los momentos oníricos, que están ahí al servicio del mundo interior de Chiara», aclara.

Habitual de los grandes festivales de autor, Carpignano se despide opinando sobre el cambio de paradigma en la industria y el hueco que películas como las suyas, de acabado comercial pero pulsión artesanal, quizá estarían perdiendo: «Puede ser una manera antigua de entender el diálogo, pero le tengo mucho cariño a la sala de cine. No puedo decirte que el camino que viene es malo, solamente distinto».