Valores, obras y milagros: ¿El gran cine vuelve a mirar a la fe?
“Fátima”, estrenada recientemente en Amazon Prime Video, y “El milagro del Padre Stu”, con Mark Wahlberg, Mel Gibson y Teresa Ruiz vuelven a apelar a una temática de la que la industria se había ido alejando
Creada:
Última actualización:
Hubo un tiempo, de esplendor y excesos, en el que Hollywood de los grandes presupuestos se refugió en la fe y en su mitología para contar sus historias. Atrás quedaron las grandes superproducciones, forma de péplum, que nos llevan a “Jerusalén liberada” o “Juliano el apóstata” y que luego se transformarían en “Los Diez Mandamientos”, “La Biblia (en El Principio)” o incluso, por la tangente, éxitos comerciales como “Ben-Hur” o “Barrabás”. A partir de los ochenta, sin embargo, cada vez fueron menos las películas que apelaron a lo religioso, a la fe, en su leitmotiv. Ha habido intentos modernos, como la “Noé” de Darren Aronofsky, el “Exodus” de Ridley Scott o incluso la polémica “La pasión de Cristo” dirigida por Mel Gibson, pero siempre desde un acercamiento más espectacular que temático.
Así, llama la atención que estos días, tanto en cines como en plataformas coincidan dos estrenos que vuelven a poner la fe en el centro de su argumento: “Fátima” (Marco Pontecorvo, 2020) y “El milagro del Padre Stu” (Rosalind Ross, 2022). La primera de ellas aprovecha el aniversario de la aparición mariana (13 de mayo) para volver al Portugal de 1917 y contar la historia de los tres niños pastores que dieron testimonio. La segunda, más pop y con Mark Wahlberg, Mel Gibson y la mexicano-americana Teresa Ruiz entre el reparto, cuenta la historia real de Stuart Long, un ex boxeador que, por amor y luego por devoción, acabó ejerciendo como párroco al poco tiempo de que le diagnosticaran una enfermedad degenerativa e incurable.
Stephanie Gil, Jorge Lamelas y Alejandra Howard dan vida en “Fátima” a los niños que dieron testimonio de la aparición mariana y atienden a LA RAZÓN por videoconferencia.
-¿Cómo fue la experiencia del rodaje?
-Stephanie: A mí me encantó la experiencia, y me encantan los animales, así que estuve muy a gusto. Rodamos en un sitio en el que podíamos estar cerca de ellos sin hacerles daño ni que fuera peligroso. Estar rodeada de naturaleza era como una desconexión, y nos ayudó a meternos en el papel también.
-Jorge: Para mí también fue una grata experiencia, porque era mi primera película y estuve tres meses viajando por Portugal. Fue increíble y fuimos por sitios súper chulos. En la película conocimos a muchos actores súper buenos y nos enseñaron muchísimo.
-Alejandra: También fue mi primera película, y nunca había estado en los sitios a los que fuimos. Fue muy chulo. Fuimos a un pueblo que parecía súper antiguo, con las casas hechas de roca, y realmente parecía que estábamos en 1917.
-¿Cómo habéis preparado los personajes?
-S: Yo fui a Marco (Pontecorvo) directamente, porque él había investigado mucho sobre el tema, la historia, y lo que quería contar. Estuvimos muchas horas dándole vueltas al cómo hablo, al cómo ando. Él me explicó que quería, y lo hizo de manera muy didáctica.
-J: Tuvimos a una “coach”, que nos enseñó a hablar inglés con acento portugués, y a actuar tal y como eran los niños de esa época.
-A: La ropa nos ayudó muchísimo a meternos en el papel, y la naturaleza, estar rodeados por todo ello.
-¿Si os ocurriera algo así en nuestra época, qué es lo primero que haríais?
-S: Honestamente, no lo sé, pero creo que es muy admirable cómo lo hicieron Lucía y sus primos.
-J: Creo que se lo contaría primero a mi familia, como hicieron Jacinta, Francisco y Lucía y estoy seguro de que lo dijera me iban a creer.
-A: Creo que primero se lo contaría a mi hermano, porque aunque sea muy pesado, él me creería. Y luego al resto de mi familia.
-¿Cómo os ha afectado la pandemia, en lo profesional y en lo personal?
-S: A nivel personal, lo estoy manejando bien. Es muy triste, y mi familia y yo estamos confinados, pero estoy tranquila. Tengo proyectos, pero todavía están sujetos a esas medidas de seguridad.
-J: Para mí la cuarentena fue difícil pero no fue tan mal como en otros casos. A nivel profesional estaba actuando en el musical de “Billy Elliott” y se canceló. Da un poco de pena, pero estoy contento porque la pueda ver tanta gente.
-A: Me gustaría que saliera en cines, claro, pero los canales de “streaming” permitirán que se vea mucho más. La cuarentena la llevé bien, más aburrida que otra cosa. Me dio tiempo para ensayar.
-¿Con qué os quedáis de la experiencia de la película?
-S: Me quedo con el mensaje, que te toca mucho y es muy emotivo. He aprendido muchas cosas de todo el equipo.
-J: Los recuerdos, las experiencias y la gente que conocimos. Pero también, como decía Stephanie, el mensaje de la película: no tener miedo a decir lo que crees, incluso si eres un niño. Hay que ser valiente.
-A: Lo mismo que mis compañeros, porque es una experiencia inolvidable. Estar en una película tan emotiva y tan histórica me ha hecho muy feliz. Y también que no hay que tener miedo de creer, y tampoco miedo de defenderlo.
Teresa Ruiz, mexicano-americana a la que hemos visto recientemente en “Narcos: México” y en “Luis Miguel La serie” reflexiona sobre un rodaje complicado, en mitad de la pandemia, y sobre un proyecto muy personal de Wahlberg, que comenzó desarrollando junto a David O. Russell:
-¿Cuándo te subes al proyecto?
-Fui de las últimas en subirme al proyecto, porque es una película que Mark Wahlberg lleva diez años intentando levantarlo. Buscaban desde hace tiempo a una actriz que pudiera dar forma a ese personaje de manera auténtica. La directora había visto a muchas actrices, pero ninguna terminaba de convencerla. Ahí surgió la oportunidad y me preguntaron si estaba dispuesta a entrevistarme con ella por Zoom. Solamente hablamos, y discutimos las ideas del guion. Al día siguiente hice otro Zoom, con Mark Wahlberg, que estaba en Nueva Zelanda rodando. Cuando se conectó, estaba todo sudado y mojado, porque acababa de rodar una secuencia de acción, no sé si lo estaba persiguiendo un monstruo o algo parecido. Empatizamos mucho, sobre todo teniendo en cuenta que era mi primera experiencia en remoto. Wahlberg me dijo: “Es el proyecto más importante de mi vida, pero no vas a formar parte de un equipo, sino de una familia”.
-¿Qué tal la experiencia con Rosalind Ross, como directora joven, debutante casi?
-Tenemos casi la misma edad, o somos de la misma generación al menos. Y antes de esta película ella había entrado en el blacklist de los guiones. Mark Wahlberg comenzó a desarrollar esta película con David O. Russell, pero luego él se bajó del proyecto y faltaba entonces un director. Ahí entró ella, también como guionista. El trabajo en el set fue muy gentil y muy creativo, muy libre, también respecto a los actores.
-¿En qué momento profesional te pilla esta película?
-Es un momento muy bonito en mi carrera, y estoy muy orgullosa de este último año y medio de carrera. Puedo elegir qué quiero hacer, hacia dónde quiero ir, y estoy muy feliz. A veces hago la metáfora con la de los jugadores a los que ficha el Real Madrid o el Barcelona, como si me hubieran visto y pensaran que tengo la capacidad de jugar en las grandes ligas. Estoy como en un equipo de estrellas constantemente y es una dicha muy grande, es mucho más fácil trabajar así. Son personas que te ponen la pelota en el pie, como lista para empujarla y meter gol. Y tienes que estar lista para jugar en esos ritmos. Te hacen más grande como actriz.
-La película lidia con la fe, a partir de un caso real. ¿Lo conocías? ¿Dónde te mueves tú en los asuntos de fe? ¿Ha cambiado la película tu percepción?
-Mi personaje es el único de la película que ya comienza con una fe sustentada, férrea. La experiencia pasaba por adquirir esa formación, tener la fe en el centro de mi vida como personaje para poder comunicárselo al de Mark Wahlberg. Siempre variará el concepto de los personajes, pero al final este trabajo va sobre ser sincero. Tuve mucho tiempo de contemplación y soledad, también porque los tres meses de rodaje implicaron una especie de encierro, por los condicionantes de la pandemia. Me conocí un poco más y me empecé a preguntar cosas, a llegar a mis propias conclusiones sobre si, de verdad, hay algo más grande ahí fuera. Como mexicana, he sido educada como creyente, y eso me ayudó a entender mi personaje como alguien que intenta extender su fe. Si tú haces que el otro personaje se transforme y lo inspiras… Es lo mismo que quieres hacer con la audiencia. Tienes que convencer.
-¿Es “El milagro del padre Stu” una película sobre la redención?
-Creo que es sobre la redención, sí, la capacidad de los humanos para ser mejores. La última vez que la vi, eso sí, me recordó a una experiencia de juventud. Yo me fui de casa a los 12 años, a estudiar, y no volví a vivir con mis padres hasta la pandemia. Hacía décadas que no pasábamos tanto tiempo juntos. Ahí me di cuenta del paralelismo con la película: si, como hijos, nos hacemos mejores personas, podemos sanar el núcleo familiar. Es muy bonito cómo, al final de la película, ves cómo los papás pueden relacionarse mejor pese a todos los problemas que han tenido.
-¿Te ves rodando exclusivamente en inglés? ¿Qué viene ahora?
-Yo soy México-americana, entonces siempre he trabajado en ambas lenguas, pero nunca tanto en cine. Vengo de Bolivia, de rodar una película, y es una de las mejores experiencias que he tenido. Espero filmar pronto en España, y me gustan las historias en cualquier idioma. El buen cine, en el país que se haga, es igual de importante. Ahora estoy muy metida con la historia de Balenciaga.
-¿Cómo estás viviendo el cambio de paradigma respecto a la representación latina en Hollywood?
-Creo que es importante analizar la narrativa que se le da a esa representación. Cada vez que se rueda una película en inglés o en Hollywood, lo que se dice es “le dieron una oportunidad”. Y creo que esa es una narrativa extremadamente errónea. Los cineastas latinoamericanos tenemos un nivel técnico y estético único. Para Hollywood es un privilegio tener a artistas como nosotros ayudándoles a contar sus historias. Deberíamos cambiar la narrativa y dejar de idealizar el cine de Hollywood, mirarnos de tú a tú. Y eso es lo que vivido con Mel Gibson o Mark Wahlberg. Yo he aprendido lo mismo de ellos que ellos de mí.