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“Llenos de gracia”: Carmen Machi y las manos de Dios

Carmen Machi es la protagonista de la película de Roberto Bueso, que adapta la historia real de un grupo de monjas que utilizó el fútbol como remedio conductual
La Razón
  • Matías G. Rebolledo

    Matías G. Rebolledo

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Hace unos meses, y en este mismo diario, Carmen Machi confesaba que hasta pasados los cuarenta años no le habían ofrecido papeles verdaderamente interesantes. Y más allá de la demostrada solvencia de sus interpretaciones, lo cierto es que quizá esté en el momento más prolífico de su carrera. Con «La voluntaria» todavía en cartelera y «Amor de madre» en todo lo alto del ránking de visionados de Netflix, la ganadora del Goya por «Ocho apellidos vascos» estrena «Llenos de gracia», película de clausura en el último Festival de Málaga. En ella, y a las órdenes de un Roberto Bueso («La banda») versado en la camaradería, Machi interpreta a una monja, ciertamente rebelde, que implantó el fútbol en un orfanato a modo de remedio celestial contra los problemas de conducta. Por allí, entre críos divertidamente mal hablados y enredos sagrados, también se pasan Pablo Chiapella, Paula Usero o Manolo Solo.
Más que cine familiar
La historia real que inspira «Llenos de gracia (inocente en su comedia pero no en sus preceptos, llenos de ideas inteligente sobre la desidia que acompaña al fin de la niñez), nos lleva de la mano de la hermana Marina, poco dispuesta a cruzarse de brazos mientras los niños a los que ha prometido cuidar se pierden en la angustia adolescente. Todo ello durante el Mundial de 1994, ese que terminó para España con el codazo de Tassotti a Luis Enrique. «Ha sido horrible», bromea Machi junto a sus jóvenes compañeros de reparto antes de explicar la experiencia coral, «No se puede tener mejores compañeros de viaje, que es lo que ha sido esta película. Los niños han sido mis profesores, pese a la edad que tienen, porque son actores que reclaman su sitio, su espacio, y eso nunca viene mal recordarlo», explica convencida la actriz.
Regateando clichés y rodando el fútbol como hace tiempo que no se hacía en nuestro país y recordando a aquellas películas en las que Di Stéfano lo daba todo en la cancha («Once pares de botas» o «El portero» parecen referentes explícitos en lo visual), Bueso es capaz de dar con un cine familiar y comercial sin aroma a plástico ni naftalina: «No sé si me gusta del todo lo del cine familiar, porque parece que no puedes ir solo, pero esta película apela a eso. Está llena de verdad, rebosa humanidad y se basa en la empatía. Porque más allá de lo religioso, la película habla de la necesidad de unos por ser cuidados y de los otros por ofrecer cuidados», opina Machi.
Y sigue, tras confesarse como madridista acérrima, sobre la conservación de la experiencia cine en los tiempos que corren: «Cualquier película en la que estén chavales como estos, que lo han dado todo desde lo más puro, sin artificio ninguno, merece ser caldo de boca oreja. Como espectadora, esa verdad, esa autenticidad es la que me hace ir al cine», completa sobre la historia real de Valdo López, que se reserva un cameo final en la película junto a la hermana Marina.