Jostein Gaarder: “El Führer Putin no aporta tranquilidad al futuro”
El autor de “El mundo de Sofía” enuncia su filosofía de la vida en un nuevo libro donde se pregunta por el porvenir del planeta y cómo preservar nuestras sociedades
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Hace unos años, Jostein Gaarder repasó «El mundo de Sofía», que publicó en 1991, y descubrió con estupor que no mencionaba nada sobre el cambio climático y el medio ambiente, dos temas cruciales en las sociedades de hoy en día y que, considera, son los que plantean mayores interrogantes a los hombres. «Es una de las razones que me hicieron escribir este libro porque contiene la pregunta filosófica más importante: cómo vamos a conservar nuestra civilización y las cosas tal como las conocemos».
La respuesta a esa preocupación ha sido su libro «Somos nosotros los que estamos aquí ahora» (Siruela). «La civilización está amenazada, la democracia también lo está y la crisis energética solo contribuye a desestabilizarla. Somos una generación que será juzgados por nuestros descendientes por lo que hagamos ahora sobre estos asuntos. Tengo la impresión de que estamos, igual que en los aeropuertos, en la última llamada del planeta para su supervivencia, pero, parecer ser, que nosotros continuamos en el bar. Esto es lo que estamos viviendo».
Jostein Gaarder admite que ha tomado una decisión vital, evitar caer en el pesimismo, porque, puntualiza, «es una manera de ser perezoso y quedarte pensando en el sofá que nada de todo esto tiene arreglo, lo que es una actitud del todo irresponsable». Pero reconoce que tampoco puede ser «optimista», porque eso conllevaría tener una «piel muy dura». Así que ha optado por un término intermedio ante los retos que asoman en el horizonte. «Quiero tener esperanza, ser activo y tomar decisiones, igual que cuando tienes 17 años y tienes un amor juventud, que estás tan involucrado y no esperas a que las cosas pasen, las haces. Lo que me preocupa realmente es el desafío del cambio climático porque es algo que no había ocurrido antes y que, de hecho, es un tema que hace treinta años casi nadie mencionaba. Ahora, en cambio, es la gran cuestión. No soy pesimista, pero debo admitir que el Führer Putin no añade ninguna tranquilidad a todo esto».
El escritor, que interpela a los más jóvenes en este volumen, reconoce que las generaciones venideras tendrán enormes dificultades. «Me pregunto sobre cómo será el planeta en la última parte de este siglo y cómo será el mundo que se vivirá. Me da miedo, porque será más duro y la naturaleza se habrá empequeñecido. Incluso, es posible, que los hombres ya hayan conocido una guerra nuclear al final de ese tiempo. Hace unos años, nadie pensaba sobre esto, pero ahora este peligro es más real que nunca por los acontecimientos que se están sucediendo desde hace unos meses y las amenazas constantes que lanza Putin, que son muy reales. La guerra nuclear, que antes parecía imposible, ahora parece más probable que nunca».
Derechos y obligaciones
Gaarder solo tiene una explicación al motivo de por qué la humanidad no aprende de sus errores y no corrige algunas derivas de su comportamiento social y político: «Los humanos somos cortos de vista». Y explica que «solo miramos a izquierda y a derecha, a las amenazas y a las presas. Lo llevamos en la genética, igual que cuidar de nuestros descendientes, pero no podemos mirar más atrás». El novelista reconoce que, en 1948, la humanidad obtuvo un logro sin paliativos, y uno de los más importantes desde el punto de vista de la filosofía: la Carta de Derechos Humanos auspiciada por las Naciones Unidas. «En ese instante tomamos conciencia de nuestros derechos. Se afirmaba con ella que nuestros derechos no provienen de Dios, sino que son fruto de una evolución que ha llevado siglos. Pero ya no es suficiente solo con la Carta de los Derechos humanos».
Para Gaarder resultaría imprescindible en estos momentos aprobar también una «Carta de Obligaciones Humanas, como la que se ha aprobado en París sobre el cambio climático. Todo el mundo habla de sus derechos, pero jamás de las obligaciones que lo comprometen». Para Gaarder debería existir un documento sobre lo que se puede y no se puede hacer, porque «los hombres no nacemos con derechos, los obtenemos». Y pone un ejemplo: « Ahora las mujeres son asesinadas y atacadas en Irán porque no llevan el velo colocado de una determinada manera. Eso debería sancionarse. No tenemos derechos, repito, sino también obligaciones hacia los demás».
Por esta razón le preocupa otro de los aspectos de la actualidad: el retroceso de la democracia. «Lo estamos presenciando en Hungría, en la deriva de la calidad democrática, en cómo la extrema derecha crece y gana en muchos países, a pesar de que estos partidos traspasan aspectos fundamentales de las líneas marcadas por los demócratas. Algunos, incluso, como no les gustan los resultados electorales que obtienen, se atreven a invadir un parlamento. Para mí Putin es un extremista de derecha y Trump lo apoyaba cuando estaba en la Casa Blanca. Sospecho que esa es una alianza nada santa».
Para Gaarder no existen dudas posibles y defiende que, a pesar de las turbulencias populistas y demagógicas que estamos presenciando, la democracia terminará ganando, «como ocurrió en España después de Franco»: «Nada dura para siempre y yo espero que la resistencia que tiene Putin en el interior de su país, que es real, acabe con su régimen. Pero debemos tener presente que la democracia no la tenemos garantizada en ninguna nación y, por eso, debemos tener cuidado. El único lugar donde yo creo que no puede prosperar la democracia es en Irán, que es un régimen muy cerrado. En las demás naciones, creo, la democracia acabará prevaleciendo».