Comienza el 60.º Festival de Cine de Gijón: “Tenemos una responsabilidad cultural con la ciudad”
Alejandro Díaz Castaño, director del FICX, valora el esfuerzo previo al certamen, que se celebrará en Gijón entre el 11 y el 19 de noviembre con invitados como María de Medeiros o Ulrich Seidl
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La historia del Festival Internacional de Cine de Gijón (FICX) se remonta a los años sesenta del siglo pasado, cuando nació como una muestra con espíritu infantil. De ahí pasó por la animación, se centró en la juventud y hasta perdió por el camino la coletilla de la televisión, en evolución viva. Como organismo, entró en su madurez en los años noventa, y la pandemia trajo consigo una especie de crisis de mediana edad, con polémica cruda incluso, que ya parece haber superado. Para su edición número 60, a horas de que arranquen las 250 proyecciones que están previstas, LA RAZÓN habla con Alejandro Díaz Castaño, director del festival y el gestor que ha reconciliado definitivamente el certamen con el cine independiente y, también, con la ciudad como ente cultural.
En la primera celebración del cine en Gijón sin trazas apenas de pandemia, el festival ha escogido abrir su selección con “Armageddon Time”, la nueva película que James Gray estrenará próximamente en nuestro país tras gustar, y mucho, en el Festival de Cannes. Pero la programación, rica y densa en la búsqueda de su identidad cinéfila, pasa por homenajes a María de Medeiros, la presentación de la nueva película de Ulrich Seidl tras la polvareda de San Sebastián o una Sección Oficial - Retueyos, en la que se encuentran nombres como los de Owen Kline, Daniel Goldhaber o Nicolas Pariser, además de Basovih Marinaro y Sofía Jallinsky. Por supuesto, también habrá espacio para autores reconocidos, como Werner Herzog y su propia versión de la historia de amor de los vulcanólogos de “Fire of Love” o Hong Sangsoo y “La novelista”.
-¿Cómo son los días, las horas casi, previas a un festival de esta magnitud?
-Son momentos de mucho vértigo, porque es cuando se materializa realmente el trabajo de todo el año. Además, es la primera edición que vamos hacer sin restricciones pandémicas, y es una alegría muy grande acercarnos al número de proyecciones anterior a todo esto. Este año también añadimos las salas de Ocine, mucho más cercanas al centro de la ciudad, y que aportan a esa participación de la ciudad. Y solo sumamos, no las sustituimos.
-¿Cuántas proyecciones son este año aproximadamente?
-Unas 250, más o menos.
-¿Cuándo comienza a ponerse en marcha la edición? ¿Inmediatamente después de la anterior?
-Comenzamos a trabajar justo cuando termina la edición anterior, sí. Y en diciembre, de hecho, hay reuniones con patrocinadores e instituciones colaboradoras para que de alguna forma guarden esa partida presupuestaria. El trabajo realmente no termina, porque además tenemos actividades durante todo el año, proyecciones en las que colaboramos y, bueno, desde hace dos años organizamos también una muestra de cine y sostenibilidad. Tenemos muchas muchas iniciativas durante todos los meses del año y somos uno de los pocos festivales de España que lo hace. Tenemos una responsabilidad cultural con la ciudad.
-De nuevo, primera edición sin trazas de pandemia. ¿Complica ello las cosas por la exigencia o lo natural, aunque sea después de un tiempo, lo facilita?
-Para nosotros, a nivel organizativo, es mucho más fácil. Nos sentimos mucho más cómodos trabajando cuando uno ya sabe los aforos con los que puede contar. Ese era uno de los temas que nos quitaba más el sueño durante la pandemia. Ahora tenemos otro condicionante, que es la inflación, y que de alguna forma nos ha obligado a ajustar mucho las invitaciones a los equipos de las películas. Hemos pasado de equipos de cinco personas a, quizá, solo un par.
-Igual intuyo qué me va a responder, pero de 0 a 10, ¿cómo de contento está con la programación de este año?
-Nueve y medio. Con sinceridad. Dejando aparte a San Sebastián, obviamente, que es el referente de clase A y es el festival más importante de España, no cambiaría la programación por la de ningún otro festival de España. Tampoco por la de ediciones anteriores. Hemos conseguido reunir una constelación de autores y de presencias que nos genera mucha ilusión. De todas formas, ese medio punto no es casualidad, porque algo nos hemos dejado en el tintero seguro. Más que nada porque somos un festival con un presupuesto limitado que no paga cachés por por asistencia, claro.
-Cuando se habla de su desempeño al frente del festival, se le reivindica como un director, un gestor que ha vuelto a acercar lo independiente al certamen. Incluso por quien es crítico. ¿Cómo valora ese halago? ¿Por qué era importante recuperar esa relación?
-Era importante reconectar con algunos cineastas que habían dejado de ser programados en Gijón y que para nosotros era importante recuperar. Por otro lado, nos interesaba también preservar ese foco de nuevos valores y de directores a descubrir. Ha sido un proceso sencillo, más que nada porque el público de Gijón está muy acostumbrado, desde mediados de los 90, a que se programe ese cine independiente y de autor. Hay festivales en los que algún tipo de propuestas puede generar revuelo, puede generar rechazo, sin embargo en Gijón la gente está acostumbrada, incluso a películas de lo que podemos llamar más “línea dura” o incluso directamente el cine experimental.
-¿Cuáles serían sus joyas, sus destacados más personales de la edición de este año?
-Hay bastantes, pero lo que destacaría más rápido es la presencia de Elina Löwensohn, actriz de culto en película como “Simple Men”, “Amateur” o “After Blue”, que vamos a proyectar. También vamos a programar una película suya de vampiros, producida por David Lynch, y que se llama “Nadja”. Todo esto, en una de las únicas copias en 35 mm disponibles en Europa. Va a ser muy especial poder encontrarse con ella, porque es una musa del de cine independiente estadounidense de los 90. También participó en “La lista de Schindler” y en un montón de series, claro, pero es un sueño largamente acariciado tenerla en Gijón. También, creo, será interesante ver el diálogo entre la primera y la última película de Albert Serra, que vendrá a hablar y a ver ambas. O la clase magistral de Pedro Costa. Es que hay muchísimas cosas y todas muy interesante.
-Para el final quería dejar la única difícil. Venimos de varios baches, primero en lo editorial, luego en lo institucional y, hace unos años, casi de organización, con la polémica en torno a un reportaje. Le pregunto, apagados ya todos los fuegos, ¿cuál es la labor del festival en pleno 2022?
A nivel vecinal, creo que la implicación sigue palpándose. Tenemos mucha actividad durante el año y hemos visto como la gente poco a poco iba volviendo a las salas. De hecho hicimos este año un Cineclub junto a la Sociedad Cultural gijonesa y programamos películas clásicas. Tuvimos, por ejemplo, a Miguel Marías presentando “El Dorado”. Me parece que son verdaderos lujos. Y fuimos viendo cómo poco a poco estas proyecciones iban ganando público. De empezar con unas 50 o 60 personas a acabar con “Cuentos de Tokio”, de Ozu, con la sala llena y 120 personas. El apoyo del Ayuntamiento al festival es total, frontal. Y, de hecho, este año contamos con un aumento en la partida presupuestaria. Ha sido un salvavidas contra la inflación, así que todo se desarrollará, espero, con normalidad.