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Santiago Muñoz Machado: «En un lugar que se llama Parlamento hay que usar mejores palabras»

Encara su segundo mandato al frente de la Real Academia Española con el reto de asentar el español en la inteligencia artificial, apoyar al español en Estados Unidos y redactar un informe sobre el estado de nuestra lengua en la enseñanza
Alberto R. RoldánLa Razón

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Santiago Muñoz Machado llegó a la dirección de la Real Academia Española en 2019. Una época de zozobras que traía consigo la premura de obtener respaldo económico para sus desguarnecidas arcas. Una preocupación que ahora, en 2022, cuando ha renovado su cargo al frente de la institución, parece formar parte del pasado. «La financiación siempre es un problema, pero de aquí en adelante vamos a disponer de dinero para sostener la nómina de nuestros trabajadores y desarrollar programas. Es siempre una de las preocupaciones del director, que es quien tiene que asegurar la financiación», comenta. Después introduce una pausa y añade: «Esta institución se conforma con lo que tiene, pero podríamos hacer bastante más para el prestigio de la cultura del país si contáramos con fondos más amplios. Tenemos unos recursos económicos cortos. A veces no hablamos del valor cultural que es la lengua y ahí tenemos mucho que hacer, y lo haríamos, sin contáramos con más posibilidades, pero, más allá de la economía, estamos estabilizados, contentos y agradecidos al Gobierno y a las empresas que nos patrocinan».
¿Echan de menos los beneficios de las ventas de diccionarios?
El momento de los grandes diccionarios en papel ha pasado. Vamos a mantener una pequeña tirada de la nueva edición del diccionario, pero la época de estos «best seller» literarios ha sido sustituida por las ventajas del diccionario digital. Ahora, nuestro diccionario digital es más «best seller» que nunca. A lo largo de doce años, vendíamos un millón de ejemplares en papel, menos de 100.000 en un año. Ahora tenemos mil millones de visitas.
¿El reto de este mandato?
Nuestra presencia en la inteligencia artificial abre una etapa refundacional de la Academia, porque tenemos que conseguir que las máquinas usen correctamente la lengua. No podemos renunciar a eso. La lengua que hablan las máquinas, que manejan los correctores de texto, los traductores y los asistentes de voz, es muy importante. Estas máquinas hablan la lengua que marcan sus fabricantes, que tienen criterios distintos, que usan diccionarios y gramáticas que no corresponden al canon aprobado por las Academias.
¿El objetivo es?
Que las obras de las Academias sirvan de base para ellas como han servido a los humanos, porque eso asegura unidad de la lengua. Una manera de hablar distinta podría producir dialectos digitales que acaben rompiendo la lengua.
¿Y la consecuencia...?
El gran peligro es que el español se pueda romper. No existe un riesgo inmediato, pero debemos percatarnos de algunos problemas. Hemos comprendido, por ejemplo, que existe una reducción del léxico del 80 por ciento en estas máquinas que manejan inteligencia artificial. Se va reduciendo el vocabulario a medida que manejan distintas versiones. Los procesadores de textos en ocasiones señalan una palabra como incorrecta y no lo es. Pero si la aceptas como incorrecta, la máquina la excluye del corrector. De esta manera se va achicando el vocabulario. Esto es de una enorme gravedad porque empobrece el vocabulario. Si esto se consiente podemos llegar a que las máquinas utilicen hablas particulares en cada tecnología. Se puede imaginar incluso una distopía.
¿Es el único riesgo?
Las bases de datos de estas máquinas no están depuradas de sesgos medioambientales, tecnológicos, de discriminación racial o de género. Los de la academia, sí, porque lo hemos cuidado. Pero si no cuidamos este aspecto, podríamos estar construyendo un lenguaje no muy correcto respecto la ética y los valores de nuestro tiempo. Esta es la razón por la que nos hemos aproximado a las grandes corporaciones tecnológicas, para que usen nuestras herramientas del lenguaje y certificar que el lenguaje que emplean es aceptable y responde al canon panhispánico.

Diccionarios y una cuenta pendiente

Durante este segundo mandato, Santiago Muñoz Machado va a acometer algunos grandes proyectos, aparte de continuar con la colección de clásicos españoles que publica periódicamente. De momento se renovará en profundidad el Diccionario de la RAE, que alcanzará la 24ª edición y que, como él asegura, «va a cambiar profundamente»; publicará la segunda edición de la gramática, «que es fundamental» y también ha convocado «a muchos lingüistas y expertos para hacer un diccionario histórico de la lengua española, que es la gran deuda cultura española, porque no lo ha ha logrado llevar a cabo desde 1914 y ahora le vamos a dar impulso». Junto a estas iniciativas están también el «Diccionario panhispánico» y el «Diccionario jurídico», uno de sus grandes hitos.
¿Le preocupa el lenguaje de los jóvenes?
Más que el uso del lenguaje, estamos muy preocupados por la disminución de la lectura entre ellos, que no sean capaces de leer un texto largo, una novela de 200 páginas, y solo lean pequeños textos, los que manejan en las máquinas. Es muy preocupante. Tuve una visita de directores de colegio. Me advirtieron que usan las redes para comunicar pequeñas cosas, pero no para acceder a un novelista, un ensayo. Esto se traduce en que quien no lee, no puede escribir bien. Escribimos más que nunca por las redes, pero esa comunicación escrita, por lo general, es incorrecta desde el canon lingüístico. Hay que tener una razonable preocupación sobre este aspecto.
¿La RAE va a hacer algo?
Hemos decidido hacer un informe sobre la enseñanza del español en Cataluña, aunque en este caso hay una legislación que a la RAE no le es posible levantar. Pero este estudio va a ser más general. Va a incluir la lengua y literatura en España. El problema no es Cataluña, sino el abandono de estas disciplinas, del valor de la lengua y la literatura. Hace poco dijimos que la prueba de acceso a la universidad era insuficiente. El trato marginal en estas disciplinas es más general. Vamos a hacer un informe sobre esta cuestión que también abarcará Alicante, Andalucía...
Hablando de palabras, ¿le gusta el tono que toman en el Congreso últimamente?
Cuando faltan argumentos, las palabras se extralimitan. Las palabras gruesas son excesivas y la falta de argumentos sustantivo. Es penoso. En un lugar que se llama Parlamento se deberían usar mejores palabras, porque el Congreso es una pequeña patria del buen uso del idioma. Los políticos no usan mal el lenguaje. Tampoco hablan mal, pero hay excesos que son bochornosos. La formación de políticos es importante. Cuando miraba de frente a mis alumnos era consciente de que estaba educando a los futuros dirigentes del país. Estos chicos acabarían en parlamentos. Serían los funcionarios de nuestras administraciones públicas. Todos ellos deben estar formados en el manejo de la palabra y tienen que dar ejemplo, porque son personajes que son públicos. Son los modelos de la sociedad y tienen que ser conscientes de que lo son.
Estados Unidos es un desafío.
No tenemos demasiada actividad allí, donde nuestra lengua es hablada por 50 millones de personas. Es el segundo país hispanohablante. El apoyo a esa gente puede multiplicarse. Hay que hacer cosas allí. De momento voy a organizar un encuentro con todas las academias en este país. Hay que desarrollar actividades. Sí, puede decir que es uno de mis retos. Uno de los desafíos que tengo. Hay que tener más fuerza en esta nación.

El Rey preside la reunión del patronato de la Fundación pro Real Academia Española

En el Palacio Real del Pardo, bajo la presencia del Rey, se ha celebrado la reunión del patronato de la Fundación pro Real Academia Española. A su lado estaba Pablo Hernández de Cos, presidente de la Fundación, y Santiago Muñoz Machado, director de la Real Academia Española. El encuentro ha servido para hacer balance sobre los proyectos celebrados a lo largo de 2022, pero, también, para adelantar los presupuestos para el año próximo y presentar algunas de las actividades y programas que se llevarán a cabo a lo largo de 2023.
El balance de 2022 ha sido positivo tanto en la política panhispánica como en los avances que se han producido materia digital, uno de los grandes ejes de la RAE en estos últimos años. Santiago Muñoz Machado resaltó el esfuerzo que se ha hecho para reforzar los lazos con América. De hecho, poco antes, en una entrevista con este diario manifestó su preocupación respecto a dos de sus naciones. Sobre el cierre de la Academia en Nicaragua, afirmó que «es una medida absurda, autoritaria, sin ningún fundamento. Suponer que la Academia va a ser un foco de subversión, es una idea poco razonable, casi enfermiza, del poder». Muñoz Machado no ha tirado la toalla en este asunto y afirma que, aunque se le haya privado «de personalidad jurídica, la academia sobrevive como miembro de ASALE y haremos lo que sea para revitalizarla. Espero que las cosas vuelvan a su cauce y no tardemos en hablar con el Gobierno de Nicaragua para que no se prive a este país del mantenimiento de la lengua».
Otro foco de preocupación para el director de la RAE es Perú: «Nos preocupaba ya antes, pero ahora esto... Ha habido una reacción del Estado de Derecho muy encomiable y digno, pero hay mucha inestabilidad, y no sabemos hacia dónde conducirá. Esperemos que no afecte al Congreso de la Lengua que vamos a celebrar allí».
Durante este año también se han consolidado grandes obras, desde el “Diccionario de la Real Academia Española” hasta el “Diccionario histórico de la lengua española” o el “Diccionario panhispánico del español jurídico”. En esta reunión del Fundación se adelantó el anuncio de la próxima entrega de la “Crónica de la lengua española”, que se centrará en el español en el universo hispanohablante y sus posibles horizontes de expansión. Otro de los puntos de interés está focalizado en la publicación, a través de la web, del fondo antiguo de la biblioteca académica.