Santiago Muñoz Machado: «En un lugar que se llama Parlamento hay que usar mejores palabras»
Encara su segundo mandato al frente de la Real Academia Española con el reto de asentar el español en la inteligencia artificial, apoyar al español en Estados Unidos y redactar un informe sobre el estado de nuestra lengua en la enseñanza
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Santiago Muñoz Machado llegó a la dirección de la Real Academia Española en 2019. Una época de zozobras que traía consigo la premura de obtener respaldo económico para sus desguarnecidas arcas. Una preocupación que ahora, en 2022, cuando ha renovado su cargo al frente de la institución, parece formar parte del pasado. «La financiación siempre es un problema, pero de aquí en adelante vamos a disponer de dinero para sostener la nómina de nuestros trabajadores y desarrollar programas. Es siempre una de las preocupaciones del director, que es quien tiene que asegurar la financiación», comenta. Después introduce una pausa y añade: «Esta institución se conforma con lo que tiene, pero podríamos hacer bastante más para el prestigio de la cultura del país si contáramos con fondos más amplios. Tenemos unos recursos económicos cortos. A veces no hablamos del valor cultural que es la lengua y ahí tenemos mucho que hacer, y lo haríamos, sin contáramos con más posibilidades, pero, más allá de la economía, estamos estabilizados, contentos y agradecidos al Gobierno y a las empresas que nos patrocinan».
¿Echan de menos los beneficios de las ventas de diccionarios?
El momento de los grandes diccionarios en papel ha pasado. Vamos a mantener una pequeña tirada de la nueva edición del diccionario, pero la época de estos «best seller» literarios ha sido sustituida por las ventajas del diccionario digital. Ahora, nuestro diccionario digital es más «best seller» que nunca. A lo largo de doce años, vendíamos un millón de ejemplares en papel, menos de 100.000 en un año. Ahora tenemos mil millones de visitas.
¿El reto de este mandato?
Nuestra presencia en la inteligencia artificial abre una etapa refundacional de la Academia, porque tenemos que conseguir que las máquinas usen correctamente la lengua. No podemos renunciar a eso. La lengua que hablan las máquinas, que manejan los correctores de texto, los traductores y los asistentes de voz, es muy importante. Estas máquinas hablan la lengua que marcan sus fabricantes, que tienen criterios distintos, que usan diccionarios y gramáticas que no corresponden al canon aprobado por las Academias.
¿El objetivo es?
Que las obras de las Academias sirvan de base para ellas como han servido a los humanos, porque eso asegura unidad de la lengua. Una manera de hablar distinta podría producir dialectos digitales que acaben rompiendo la lengua.
¿Y la consecuencia...?
El gran peligro es que el español se pueda romper. No existe un riesgo inmediato, pero debemos percatarnos de algunos problemas. Hemos comprendido, por ejemplo, que existe una reducción del léxico del 80 por ciento en estas máquinas que manejan inteligencia artificial. Se va reduciendo el vocabulario a medida que manejan distintas versiones. Los procesadores de textos en ocasiones señalan una palabra como incorrecta y no lo es. Pero si la aceptas como incorrecta, la máquina la excluye del corrector. De esta manera se va achicando el vocabulario. Esto es de una enorme gravedad porque empobrece el vocabulario. Si esto se consiente podemos llegar a que las máquinas utilicen hablas particulares en cada tecnología. Se puede imaginar incluso una distopía.
¿Es el único riesgo?
Las bases de datos de estas máquinas no están depuradas de sesgos medioambientales, tecnológicos, de discriminación racial o de género. Los de la academia, sí, porque lo hemos cuidado. Pero si no cuidamos este aspecto, podríamos estar construyendo un lenguaje no muy correcto respecto la ética y los valores de nuestro tiempo. Esta es la razón por la que nos hemos aproximado a las grandes corporaciones tecnológicas, para que usen nuestras herramientas del lenguaje y certificar que el lenguaje que emplean es aceptable y responde al canon panhispánico.
¿Le preocupa el lenguaje de los jóvenes?
Más que el uso del lenguaje, estamos muy preocupados por la disminución de la lectura entre ellos, que no sean capaces de leer un texto largo, una novela de 200 páginas, y solo lean pequeños textos, los que manejan en las máquinas. Es muy preocupante. Tuve una visita de directores de colegio. Me advirtieron que usan las redes para comunicar pequeñas cosas, pero no para acceder a un novelista, un ensayo. Esto se traduce en que quien no lee, no puede escribir bien. Escribimos más que nunca por las redes, pero esa comunicación escrita, por lo general, es incorrecta desde el canon lingüístico. Hay que tener una razonable preocupación sobre este aspecto.
¿La RAE va a hacer algo?
Hemos decidido hacer un informe sobre la enseñanza del español en Cataluña, aunque en este caso hay una legislación que a la RAE no le es posible levantar. Pero este estudio va a ser más general. Va a incluir la lengua y literatura en España. El problema no es Cataluña, sino el abandono de estas disciplinas, del valor de la lengua y la literatura. Hace poco dijimos que la prueba de acceso a la universidad era insuficiente. El trato marginal en estas disciplinas es más general. Vamos a hacer un informe sobre esta cuestión que también abarcará Alicante, Andalucía...
Hablando de palabras, ¿le gusta el tono que toman en el Congreso últimamente?
Cuando faltan argumentos, las palabras se extralimitan. Las palabras gruesas son excesivas y la falta de argumentos sustantivo. Es penoso. En un lugar que se llama Parlamento se deberían usar mejores palabras, porque el Congreso es una pequeña patria del buen uso del idioma. Los políticos no usan mal el lenguaje. Tampoco hablan mal, pero hay excesos que son bochornosos. La formación de políticos es importante. Cuando miraba de frente a mis alumnos era consciente de que estaba educando a los futuros dirigentes del país. Estos chicos acabarían en parlamentos. Serían los funcionarios de nuestras administraciones públicas. Todos ellos deben estar formados en el manejo de la palabra y tienen que dar ejemplo, porque son personajes que son públicos. Son los modelos de la sociedad y tienen que ser conscientes de que lo son.
Estados Unidos es un desafío.
No tenemos demasiada actividad allí, donde nuestra lengua es hablada por 50 millones de personas. Es el segundo país hispanohablante. El apoyo a esa gente puede multiplicarse. Hay que hacer cosas allí. De momento voy a organizar un encuentro con todas las academias en este país. Hay que desarrollar actividades. Sí, puede decir que es uno de mis retos. Uno de los desafíos que tengo. Hay que tener más fuerza en esta nación.