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Andrés Calamaro: «Desconfío de la vida saludable que llevo»

Su palabra es la ley y nunca se muerde la lengua para defender su música, los toros y a Maradona. Edita «Cargar la suerte», un disco que tira de la jerga de la tauromaquia en su título y en el que regresa al rock tras años picoteando en otros sonidos

Andrés Calamaro / Foto: Thomas Canet
Andrés Calamaro / Foto: Thomas Canetlarazon

Su palabra es la ley y nunca se muerde la lengua para defender su música, los toros y a Maradona. Edita «Cargar la suerte», un disco que tira de la jerga de la tauromaquia en su título y en el que regresa al rock tras años picoteando en otros sonidos.

En la distancia corta, Andrés Calamaro mantiene una dialéctica un tanto caótica. Sus reflexiones enlazan temas de forma aleatoria y pronto olvida la pregunta para revolotear por asuntos mundanos o filosóficos como el que pincha una ensalada. Así es como se mostró en la audición de su nuevo disco, «Cargar la suerte» (Universal) ante un reducido grupo de periodistas con los que mantuvo una animada conversación. Sin embargo, para promocionar el nuevo trabajo, y siguiendo la política que viene siendo habitual en su caso, el argentino responde cuestionarios por escrito. Con este álbum, grabado en directo en EE UU con músicos de sesión de primera categoría, Calamaro vuelve al rock tras unos últimos trabajos en los que ha picoteado por otras sonoridades. Reconocido taurino, el artista ha elegido una expresión de esa jerga para titular su nuevo disco, una expresión en desuso porque ningún matador se atreve a vivir conforme a la norma. «Cargar la suerte» es, según explicó, algo más que arrimarse. Es ofrecer la pierna al astado y mantener el pie firme en el suelo, no correjir, no dudar, no temblar. Pero eso ya parece que nadie está dispuesto a hacerlo.

–«Cargar la suerte» es más que exponerse. ¿Cómo se la juega Calamaro como escritor de canciones?

–Confieso que le puse el cuerpo a muchas de mis canciones y grabaciones, incluidos los textos. En mis versos me declaro solitario, ateo, consumidor, infractor habitual, delirante, egoísta y... reflexivo. Caramba, podría estar toda la tarde. En las canciones de este álbum «la cobertura y el relleno», como digo en un verso, podrían ser una misma cosa. Tampoco esta claro que la música sea el envase, y las letras, el contenido.

–Cita una de las mejores líneas del álbum: «El amor en tiempos de ibuprofeno, tiene cobertura pero no tiene relleno». Cuénteme algo sobre esos versos, por favor.

–Se agradece cuando una rima redonda tiene picardía y aparente profundidad. Me gusta ese texto, en las rimas (este tipo de versos) hay una búsqueda de algo profundo además de encontrar palabras que empaten rimando. Algunas rimas son «licencias» del género pero, en ocasiones, las palabras florecen en la rima consonante ¡y tienen relleno! Es uno de mis versos preferidos en todo el disco.

–En «My mafia» rinde homenaje a sus amigos que han vivido al otro lado de la Ley. ¿Qué le atrae de ese tipo de delincuencia?

–«Mis amigos son asaltantes de camiones» es lo que canto. Considero que esa especialidad que menciono exige tenacidad, eficacia, conocimiento del terreno, confianza en los compañeros, instinto, capacidad de reacción. Los camiones son dinero sobre ruedas. Ocurre que estos señores son mis mejores amigos, los que celebran los cumpleaños conmigo. Nos enriquece la amistad y este «intercambio cultural». «Para vivir fuera de la ley hay que ser honesto». Ya lo decía Bob Dylan.

–¿Se enfrenta a los discos con voluntad de trascender, es decir, de buscar la obra maestra o es imposible soportar esa expectativa sobre uno mismo toda la vida?

–Me enfrento a los discos uno por uno, de dos en dos como mucho. Hacemos los álbumes como si no hubiera pasado el tiempo, aunque nos valemos de ciertos beneficios tecnológicos que complicaban algunos compases de la grabación. Hay cincuenta maneras distintas de grabar un disco pero siempre pensamos en un Long Play de toda la vida. Escribimos letras, grabamos maquetas bien presentadas, tenemos un plan comprometido de grabaciones, cuidamos los detalles del sonido definitivo, estudiamos la secuencia de canciones en dos caras como los de un disco. Sinceramente espero que el disco guste y me guste. Y poder cantar algunas de estas canciones entre lo mas celebrado de mi repertorio. Me gustaría abrir el próximo concierto con una de estas y que la gente la cante.

–En «Las Rimas» canta: «me tiré cinco años en mi apartamento pero sin remordimiento». ¿Cómo vive Calamaro ahora?

–No crea usted que salgo mucho de mi casa... el duque en sus dominios. Soy un misántropo que sufre de un severo cuadro de insomnio. Pero rompo con el encierro para grabar discos, para comprar verduras y pescado y para entrenar boxeo. No soy perfectamente funcional pero tampoco estoy celebrando maratones tóxicas. Tampoco me fío de la vida saludable pero es la única que puedo soportar en este momento.

–En Diego Armando Canciones hace una nostálgica reflexión sobre el oficio de escribir. ¿Cómo lo percibe hoy en día ese oficio?

–Creo que esta canción, Diego Armando Canciones, propone una forma de «comunicarse con extraños» en una época en donde esto es perfectamente posible en el escenario tecnológico, vivimos en una conversación permanente entre miles de personas. Y no sabemos quiénes son. En estos versos propongo tomarme los desacuerdos con tranquilidad, quizás también reclame un poco mas de reconocimiento. O un reconocimiento distinto, mas allá de la popularidad de algunas canciones o de la posibilidad de celebrar giras. Escribir es un privilegio y un «oficio de arte» que no me pertenece del todo.

–Por cierto, sobre Diego Armando... ¿cómo lo ve?

–Diego hay uno solo. El mundo entero lo esta mirando. Es imposible sentirse en los mismos zapatos que Maradona. Le dio tanta alegría al mundo, vivió la gloria en carne propia en unos niveles de intensidad siderales. Muy poca gente entiende la batalla que está librando Diego. Le pone mucha fortaleza y sigue siendo Maradona. Lo quiero a Diego, está siempre en mis pensamientos y entre mis afectos.

–¿A quien idolatra hoy Andres Calamaro?

A smael Rivera, a Joselito El gallo y a Francis Bacon.

–Oiga, ¿es consciente de que la tauromaquia tiene probablemente los días contados? ¿Qué opina sobre ello?

–Dudo mucho que la tauromaquia tenga los días contados. Si hace falta vamos a defender Madrid y Sevilla con tenacidad inaudita. Somos aficionados tranquilos, solo queremos sentarnos a ver toros, hablar de toros, llevar a los niños a la plaza... No formamos cortes de opinión para censurar a nadie, no molestamos a nadie por sus costumbres o apetencias. Pero hay territorios sagrados. La tauromaquia es popular, entre otras cosas; dudo mucho que los aficionados permitan que caigan bastiones como Las Ventas o La Maestranza.

–¿Sigue la política española? ¿Qué piensa de Podemos y de Ciudadanos?

–Rechazo la legitimidad de «corriente, referéndum, asamblea o gobierno, que venga a recortar mi libertad y mi alegría». Con esa vara mido yo las cosas en términos de gobierno o ideología. Soy un ácrata, un anarquista refinado. Soy un militante cultural y defiendo la libertad de acción y reacción del sector.

–Canta en «Voy a volver» que hay que querer conseguir por qué vivir. ¿Qué razones le ayudan a vivir a Calamaro?

–En «Voy a Volver» vuelvo sobre los versos de Manolo Caracol : «Porque quiere, porque sabe y porque puede...»... Es la pertenencia posible para alguien que vive con un boleto de vuelta. Siempre estoy volviendo pero siempre me estoy yendo. Hasta la vista entonces.