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Carmen Laffón, una gran señora llena de fuerza

Había fuerza en las palabras de la artista, y dolor por la degradación de los paisajes de su infancia

La pintora Carmen Laffón, recientemente fallecida
La pintora Carmen Laffón, recientemente fallecidaRaúl CaroEFE

Conocí a Carmen Laffón en Málaga. Ella acababa de inaugurar una exposición en el palacio episcopal y tenía cosa –poco habitual– ganas de charlar. Era tímida y reservada. Quizá por eso me preguntó sobre lo que me parecía su pintura. Le dije que me parecía cursi. «Un pastelito», le dije. «Bueno –me dijo– tampoco es para que se ponga colorado». Estuvimos dos horas hablando. Me explicó cómo la luz cambiaba en todos sus cuadros. Habló de esa luz del mar que destruía formas y paisajes. De lo que sufría viendo la degradación del Coto de Doñana. Y, sobre todo, de que deseaba seguir por ese camino. Me pareció una señora. Una gran señora y una gran artista.

He repasado las notas de entonces y he recordado su preocupación por la ecología y la naturaleza. Podía parecer la obsesión de una señora mayor, pero había fuerza en sus palabras y dolor por la degradación de los paisajes de su infancia. Volvimos a vernos en Madrid, en una exposición antológica de su obra. Estaba mirando sus cuadros últimos –los mejores desde mi punto de vista– y se acercó y me dijo: «¿Que? ¿Le parecen cursis?». Nos reímos un rato y se puso a explicarme la razón de aquella nueva y maravillosa serie. Una creatividad sorprendente en el momento final de su vida.

Hace solo unos días Manolo Borja, director del Museo Reina Sofía de Madrid, me dijo que iba a incorporar las últimas obras de Carmen al discurso del Reina sobre ecología y medio ambiente en la nueva instalación del museo. «Te sorprenderá», me dijo como excusándose. Le dije que conocía la serie; que era un acierto incluirlas y que la mayor sorpresa de Carmen estaba precisamente en su obra final. Muere una gran señora. Eso sí: llena de fuerza, al igual que su obra.