Historia

El Coliseo, "una catedral de la muerte"

La historiadora publica un ensayo que Mary Beard escribió hace tiempo sobre este monumento de Roma

Coliseo de Roma
Coliseo de Romalarazon

Una “catedral de la muerte”: con esta expresión se puede entender bien el análisis que hacen del Coliseo de Roma, que es como se conoce al Anfiteatro Flavio, inaugurado en el año 80 de nuestra era, los profesores Keith Hopkins y Mary Beard, en este nuevo libro que publica ahora en traducción castellana la editorial Crítica. Los sangrientos combates de gladiadores y los espectáculos de masa de un ocio embrutecedor que sirvió al Estado romano para manipular al pueblo nos provocan hoy todavía una cierta escalofriante y morbosa fascinación: se ve en la predilección por las luchas gladiatorias y la “damnatio ad bestias” para la ficción moderna, desde la novela (Quo vadis y otras…) hasta el cien (Gladiator…).

Una de las reformas realizadas en el Coliseo en el año 222. Mirad la parte alta a la derecha.
Una de las reformas realizadas en el Coliseo en el año 222. Mirad la parte alta a la derecha.ALICIA ROMAYAlicia Romay

No cabe duda de que el Coliseo es el monumento más famoso que nos ha legado el mundo clásico. Ha sido utilizado sin cesar después de la era romana por el poder, tanto político como religioso, como prueban por ejemplo los viacrucis con los que el Vaticano quiso conjurar en su día la memoria de las matanzas de cristianos allí. Es un lugar que excita las emociones y las pasiones, no solo bajas, y recuerda las masacres que sirvieron de espectáculo a los romanos durante siglos. No solo los cristianos, sino también los filósofos paganos condenaron el uso de este lugar para la muerte. Este auténtico campo de matanza, inaugurado por Tito con un espectáculo de combates y caza de fieras, vio también otros espectáculos curiosos, como las naumaquias, y tuvo momentos de excepción en la posteridad. Se convirtió en el centro de los espectáculos del poder romano y legó para siempre su simbolismo. Este interesante libro ayuda a conocer, de una manera amena y cercana, la gran historia pero también la intrahistoria del Coliseo, no sólo en la edad antigua, sino también posterior, con su larga estela de recepción, entre la mitomanía y el turismo.