Crímenes y mafia en el Harlem
El escritor Colson Whitehead publica la primera novela de un tríptico que contará la evolución de este barrio de Nueva York donde pasó los primeros años de su infancia
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El rostro de Colson Whitehead no concuerda con lo que responde. Su cara refleja una sonrisa, pero en su contestación asoma una nota pesimista: «Todos tenemos un lado oscuro. Tenemos que luchar para controlar la personalidad a diferentes niveles. Es el dilema entre el camino correcto y el equivocado, y la tesitura que se le plantea a Ray Carner». Ray Carner es el protagonista de «El ritmo del Harlem», primera entrega de una terna novelística que relatará la historia, desde los años cincuenta hasta los ochenta, de uno de los barrios más famosos y legendarios de Nueva York. En el título que inicia este ciclo encontramos al hijo de un hombre con antecedentes delictivos que regenta una tienda de muebles. Pero pronto se le presentará la oportunidad de encontrar el dorado sueño de la prosperidad y la riqueza. Un anhelo que pondrá en cuestión sus principios y lo involucrará en una cadena de acontecimientos marcados por la violencia y el crimen. «Yo creo que los seres humanos son buenos y también malos. Aquí existen delincuentes menores, pero también tienen cabida los banqueros y abogados corruptos, y los grandes de Wall Street que son los más corruptos de todos. Estos son delincuentes de cuello blanco. La corrupción se encuentra a todas las escalas».
"Quise contar esta parte de Nueva York que no estaba en las películas y los libros"Colson Whitehead
Colson Whitehead es una de las voces literarias más importantes de Estados Unidos. Dos veces ganador del Premio Pulitzer, el narrador acumula títulos que muchos consideran que ya son tan esenciales como los clásicos. Sobresale «El ferrocarril subterráneo», publicada en 2017 y largamente aplaudida, y también «Los chicos de la Nickel», editada en 2020, que es considerada una de las mejores obras de la última década. Pero Whitehead es un autor que ha cultivado distintos géneros y ha paseado por paisajes inesperados, como sucede con «Zona uno», de 2012, una historia de zombis que gustó incluso a los más fanáticos del género de los zombis, que son siempre un público exigente. En esta ocasión ha vuelto con la intención de narrar un lugar que conoce bien. «No había vuelto al Harlem desde 1975. Me resultó muy interesante, porque estuve aquí en la infancia. Recorrí las calles, vi donde estaba la casa de Carney... y quise contar esta parte de Nueva York que no estaba en las películas y los libros», comenta.
Whitehead reconoce que en su vuelta «me quedé en algún momento en una esquina preguntándome qué sitio era este, si había estado aquí con anterioridad... el edificio donde vivíamos se ve desde la autopista. Sentí nostalgia». Antes de que se le interrumpa con una pregunta, se anima a hablar y el escritor revela que «la visión del mundo que hay en mi libro tiene que ver con esa capacidad de crear nuestro propio destino».
"A lo largo de toda mi vida he visto la brutalidad policial"Colson Whitehead
Una declaración a la que suma una nueva reflexión sobre el mal: «En los últimos cincuenta años ha habido una mirada diferente hacia estos personajes y su psicología. En la cultura popular han surgido "El padrino", "Breaking Bad"... vemos que estos personajes hacen cosas terribles, pero que a pesar de eso estamos de su parte y deseamos que gane al policía, que mate a sus rivales. Esto sucede porque partimos de su punto de vista. El lado oscuro es muy seductor y eso hace que, en ocasiones, personas respetables terminen como criminales». Whitehead termina su reflexión explicando que «lo que ves en estos personajes lo reconocemos en nosotros. Una película, una novela o una serie sobre malos tiene éxito porque encontramos en ellos al delincuente que llevamos dentro. Vemos lo que tenemos en común con ellos y la lucha de principios que mantienen».
La narración de Whitehead corre paralela a los hechos históricos y no es casualidad que incluya el asesinato de un adolescente negro llamado James Powell a manos de un oficial de policía blanco llamado Thomas Gilligan, que sería la chispa que desencadenaría los disturbios del verano de 1964. «El racismo, el tema racial, es una de las fuerzas que están en juego en Estados Unidos y en mi novela. A medida que avanzan las diferentes épocas de esta trilogía, Carney tiene que adaptarse, pero sí me gustaría decir que yo no soy el portavoz del problema racial. Estoy aquí retratando a un personaje al que le afecta la clase y la forma de pensar».
El escritor, no obstante, reconoce que «en Estados Unidos nos gusta el racismo y la Policía. Hay mucha brutalidad policial y cada vez que se intenta hacer algo, no perdura demasiado. Esto lo he visto a lo largo de toda mi vida, desde muy joven. Siempre he presenciado cosas de este tipo. Ahora somos más conscientes porque tenemos la tecnología que nos permite conocer casi de manera inmediata esta clase de incidentes, pero no hay más, solo los que ha habido siempre. La diferencia es que se capturan a través del móvil y las cámaras. La realidad es que nunca ha habido un intento serio de poner o practicar una reforma de la Policía en mi país y no creo que a estas alturas yo la vaya a ver». Como corolario, comenta que la situación podría mejorar: «Por supuesto, ayuda no tener a un psicópata en la Casa Blanca. De alguna manera, con la victoria de Joe Biden hemos evitado un destino gravísimo, pero todavía queda un tribunal supremo muy reaccionario y con demasiado control. Todavía quedan pendientes inmensos progresos y eso es una situación deprimente».