Crítica de "Scarlet": pensar con las manos ★★★★☆
Director: Pietro Marcello. Guion: Maurizio Braucci, Maud Ameline, Geneviève Brisac. Intérpretes: Raphaël Thierry, Juliette Jouan, Louis Garrel, Noémie Lvovsky. Francia, 2022. Duración: 100 minutos. Drama.
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Director: Pietro Marcello. Guion: Maurizio Braucci, Maud Ameline, Geneviève Brisac. Intérpretes: Raphaël Thierry, Juliette Jouan, Louis Garrel, Noémie Lvovsky. Francia, 2022. Duración: 100 minutos. Drama.
“La verdadera condición del hombre es la de pensar con las manos”. Godard aludía así a la dimensión artesanal del cine, que modela, corte a corte, las formas y contenidos de una película, como lo hace el padre carpintero de “Scarlet”, cincelando el mascarón de proa de un barco con unas manos rugosas, como montañas erosionadas por el viento que, sin embargo, consiguen sacar de un trozo de madera una bella estatua. No es difícil detectar en ese personaje al propio Pietro Marcello esculpiendo poesía de una realidad bruta y en bruto, que, en su tosquedad rural, deviene mágica cuando sus manos la piensan; esto es, la confrontan con una sorprendente escena musical para luego replegarse, por ejemplo, en un intento de violación. En esos rabiosos contrastes late el recuerdo de una película como “Piel de asno”, de Jacques Demy, con sus improbables príncipes azules y sus canciones pastel, pasada por el tamiz rudo de cierto cine de los Taviani, aunque buscarle modelos a “Scarlet” sería traicionar su singularidad. Puede que, al lado de la monumentalidad de “Martin Eden”, “Scarlet” parezca un simple divertimento, pero no todas las fábulas saben hablar de un arte hecho con amor desde el amor (es decir, desde las manos que se tocan, y trabajan), que reivindique lo natural frente a lo urbano (o lo capitalista), que celebre la existencia libre y salvaje de la condición femenina, que mezcle sin complejos lo mágico y lo naturalista, y que haga todo eso a partir del retrato de una hermosísima relación paterno-filial, iluminada por una ilusión de futuro teñida de rojo escarlata.
Lo mejor: Su tono etéreo y seductor, que combina con sensibilidad lo mágico y lo naturalista.
Lo peor: Su aspecto de película menor, ligera, puede desmerecer sus méritos.