Dani Martín: «El entorno político no está a la altura de la fuerza de la ciudadanía»
El madrileño presenta «El último día de nuestras vidas», un disco en el que vuelca su rabia adulta y reivindica el amor por su trabajo
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Presenta Dani en Madrid, su Madrid, su disco de creación número cinco, coronado con un título apocalíptico: «El último día de nuestras vidas». Son 10 canciones borrachas de sinceridad y rabia. Gritos, en fin, tan contagiosos como bailables. Un traje de pop/rock con alma punk, aunque él sí crea, qué remedio, en el futuro. Hablar en su caso de cifras carece de sentido, puesto que ya hace años que convirtió lo excepcional en moneda corriente: cada vez que pone un circo, y ha montado unos cuantos, los enanos le encogen dos tallas y la expectación se dispara. La prueba mayor de esto es que para su anunciada «Gira 25 P*t*s Años», que arranca a finales del año que viene y con la que recorrerá el país, ha agotado ¡diez fechas! en el Wizink Center (150.000 entradas vendidas; 200.000, de momento, en toda España), y para conseguir algo así hay que ser muy torero. Esa gesta constata el cariño superlativo que le tiene gente de lo más diverso, de economías e ideologías distintas. Serrat afirmó que cantaba para que lo quisieran, y eso es algo que Dani comparte enteramente con el maestro catalán. Quizá ese sea, de hecho, su mayor logro: ser amado por muchos para que sus heridas de fábrica duelan (un poco) menos.
Retrasó la salida del disco por la DANA (él y su equipo hicieron una generosa donación económica). ¿Qué le parece que con 221 muertos y cinco desaparecidos ningún pez gordo haya dimitido? La desafección política parece inevitable.
(Largo silencio). Sí. Lo que pasa es que, una vez más, la ciudadanía ha reaccionado, como hace siempre ante cualquier problema de este tipo, y esa es la ciudadanía que me gusta. La que pone una pala, 50 céntimos, un millón de euros o cuatro. La que se parte el alma por una comunidad autónoma que no es la suya y demuestra que no somos un país roto, puesto que somos capaces de ayudarnos. El entorno político que vemos en la televisión y la prensa no está a la altura de esa fuerza que demuestra la ciudadanía. Y me gustaría ensalzar lo que ha hecho el pueblo por el pueblo más que señalar lo que no ha hecho la política. Y como nunca pasa nada… Nadie dimite, en efecto. Es un tanto extraño que nadie asuma responsabilidades y que todos echen balones fuera; que unos digan que eso era competencia de la comunidad autónoma y los otros que era del Gobierno de España.
Hace dos veranos me dijo, para este diario, que ya tenía el disco terminado. ¿Este año y medio extra lo pedía el disco o lo necesitaba usted?
Este año y medio extra es un regalo para el artista, para el productor y, en definitiva, para el resultado del disco. Trabajar con tiempo es una maravilla. Poder escuchar las canciones tantas veces y poderlas repasar, afinar cada cosa que quieres decir, cambiar el nombre del disco, elegir la portada... Tener tiempo es un gran aliado para el artista. ¿Que si es una muestra de respeto hacia el público? Creo que sí. Pero también hacia uno mismo.
«Pequeño», su ópera prima en solitario, es un disco hacia dentro, intimista, nacido en gran parte del dolor y la pérdida (falleció su hermana y El Canto del Loco se disolvió). Este es explosivo, feroz, vacilón. Creo que es el disco que ECDL, si volviera, sacaría hoy.
Eso me parece un superpiropo. De hecho, ayer comenté en Instagram que me parece un disco que podría haber salido entre «Estados de ánimo» y «Zapatillas». Es muy mi etapa de ECDL, sí, muy visceral, volcando todo lo que tenía en las entrañas pero con unos textos más cercanos al 2024, más trabajados. Hay sentimiento de culpa, autocrítica, mucha crítica también, sentido del humor, sinvergonzonería, gamberrismo. En el sonido y en la lírica.
Este disco es, también, un canto de amor hacia su profesión más allá de lo que se considera el «éxito». Reivindica hacer canciones, compartirlas, vivir de los propios sueños.
Sí, es un canto al respeto que le tengo a esta profesión. A la no prostitución que algunos otros sí hacen de ella. El día que le presenté mi trabajo a mi casa de discos me citaron en un estudio de grabación analógico impresionante, en el que se han gastado lo que no está escrito. Y me quedo boquiabierto por esa inversión tan bonita que hacen para la música que yo amo: la del cuaderno y el bolígrafo y la de «enchufemos todos nuestros instrumentos y pongámonos a crear».
En «Novedades viernes» incluye un nuevo homenaje a Robe con ese «Iros a tomar por el culo» y le da un hostiazo a esos músicos que van de estrellas de rock sin serlo. Suena a ajuste de cuentas.
La verdad es que no tengo ningún ajuste de cuentas con nadie. Seguramente lo tendrán ellos ahora conmigo, al escucharlo. Eso viene del hartazgo de escuchar todo el rato lo mismo, una cosa simplona, sin gusto, sin dedicarle el tiempo necesario. Me encantan Rosalía, Residente, Tego Calderón, Bad Bunny…, toda aquella gente que respeta un género que nace del mismo sitio que el flamenco, la rumba, el blues: de la raíz, de la entraña. Pero lo que no me creo es que tengamos que seguir las modas. Porque esos no son caminos, son atajos. Y ese hartazgo es el que levanta la mano y dice: «Iros a tomar por el culo», porque esto ya es cansino. Ya no puedo más con una manita arriba, una manita abajo, la pelvis para «lante» y la pelvis para atrás. Que me parece de puta madre, pero también me parece de puta madre, viviendo en un país como el que vivimos, poder decirles que se vayan a tomar por el culo.
«[Siento] hartazgo de escuchar todo el rato lo mismo, una cosa simplona, sin gusto. Y ese hartazgo levanta la mano y dice: “Iros a tomar por el culo”»
Cita también a J Balvin (más de 50 millones de seguidores en Instagram) y a Bizarrap...
Balvin me parece un disfraz, un artista enmascarado. Sin embargo, Bizarrap sí me parece un tipo que ha formado parte de cosas interesantes, pero que luego se ha dejado llevar por lo que le funcionaba. No le he visto… buscando. Y Balvin, con todos mis respetos, me parece todo lo que ha dicho Residente sobre él. Y Residente es verdad, no miente, cuenta lo que le sale de las entrañas y tiene una carrera real.
Lo de su rosácea [padece esa afección de la piel] es justo, ¿no cree? Me refiero a que es la pura ley de las compensaciones: no-todo-en-su-vida-puede-ser-perfecto.
Ja, ja, ja. Sí, me jodo. Debería tener un tobillo un poco torcido, o la mano, yo qué sé. Tengo demasiada suerte, sí. Soy muy afortunado. Lo de la rosácea ya no me cabrea.
«Si viene [un hijo] será algo bonito. Que sea lo que quiera ser, pero que sea feliz. Y del “Aleti”», bromea el músico
Camina hacia los 50 y sigue saltando de una relación a otra, y sin descendencia. Como diría una madre, «¿cuándo piensas sentar la cabeza, hijo?».
Ja, ja, ja. Pues mira. Yo creo que eso llega en momentos en los que estás albergando paz, tranquilidad, armonía, y ahora mismo estoy en uno de esos momentos.
O sea, que nos va a dar un alegrón.
He vivido ya un montón de cosas. Me he podido desquitar de tener un grupo de éxito y salir en solitario y que me vuelvan a pasar cosas con las que no contaba. Así que, si en algún momento de mi carrera, y de mi vida, eso ha podido ser, creo que estamos ante un buen momento para que fuera.
Entonces ¿la exclusiva del altar y del embarazo no me la va a dar?
La del altar seguro que no, porque me parece que estamos en otra a día de hoy. Y la del embarazo la tendrá que dar ella [risas] en el momento en el que suceda. Que será, junto a mí, la protagonista de eso. De ese cuento, por fin, hecho realidad, como tú has dicho.
Uno de los más esperados de este país.
No. El más esperado de mi casa, de la de mis amigos y de la de mis padres. Y creo que si viene será algo bonito. Y que venga con salud, con amor y, sobre todo, con verdad. Mientras sea feliz, que sea lo que quiera ser: ferretero, rapero, trapero, reguetonero, heterosexual, homosexual, pero que sea feliz y buena persona. Es lo único que deseo. Y del «Aleti», eso sí, ja, ja, ja.