Descifrando el papel de Alan Turing en la Segunda Guerra Mundial
El matemático británico fue decisivo en operaciones clave como el Desembarco de Normandía y la lucha en el Atlántico contra los submarinos alemanes
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Durante la Segunda Guerra Mundial, un pequeño grupo de criptoanalistas británicos en Bletchley Park desencadenó una revolución en la guerra de inteligencia al descifrar los códigos encriptados de la máquina Enigma alemana. En el centro de este esfuerzo monumental estaba Alan Turing, un matemático visionario cuyo trabajo no solo cambió el curso de la guerra, sino que también sentó las bases para la futura era de la computación y la inteligencia artificial.
Desarrollada originalmente en 1918 por Arthur Scherbius, Enigma era una máquina compleja que cifraba mensajes utilizando rotores y un algoritmo avanzado de sustitución de letras. Su capacidad para generar millones de combinaciones posibles, modificando la configuración de los rotores con cada mensaje, la convirtió en un desafío insondable para los criptoanalistas de la época. Antes del inicio de la guerra, matemáticos polacos como Marian Rejewski lograron descifrar versiones tempranas de Enigma y desarrollaron la máquina "Bomba", que ayudó a descifrar gran parte del tráfico encriptado alemán hasta que la evolución de Enigma en 1939 complicó sus esfuerzos.
Alan Turing, un prodigio matemático británico, se unió a Bletchley Park después del estallido de la guerra. Turing desempeñó un papel crucial en la creación y mejora de la Bombe, una máquina diseñada para automatizar el proceso de descifrado simulando múltiples configuraciones posibles de Enigma. Este avance tecnológico permitió a los criptoanalistas reducir drásticamente el tiempo necesario para descifrar los mensajes alemanes, un logro que cambió radicalmente el rumbo de la guerra.
Bletchley Park se convirtió en el epicentro de los esfuerzos aliados para decodificar los códigos alemanes. Miles de personas, incluyendo muchas mujeres cuyo trabajo era vital pero frecuentemente no reconocido, trabajaron en estricto secreto para interceptar, descifrar y analizar los mensajes encriptados. Esta labor no solo fue crucial para la inteligencia militar, sino que también jugó un papel decisivo en operaciones clave como el Desembarco de Normandía y la lucha en el Atlántico contra los submarinos alemanes.
Después de la guerra, Alan Turing continuó su trabajo pionero en el campo de la computación y la inteligencia artificial. Su artículo de 1950, "Computing Machinery and Intelligence", fue fundamental para la teoría moderna de la inteligencia artificial y propuso la famosa Prueba de Turing. A pesar de sus contribuciones monumentales, Turing fue criticado debido a su homosexualidad en una era de severas leyes anti-gay en el Reino Unido. Fue condenado en 1952 a la castración química por "mantener encuentros sexuales en su domicilio particular". Dos años después, Turing decidió acabar con su vida mordiendo una manzana impregnada con cianuro. A pesar del acoso que recibió, Alan Turing y el equipo de Bletchley Park se consideran fundamentales en el desarrollo de la Segunda Guerra Mundial.