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Enrique de Malaca, el esclavo que pudo dar la vuelta antes que Elcano y Magallanes

Lo que sí podemos tener claro es que Francis Drake no fue el primer hombre que circunnavegó el globo.
La Razón
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Han pasado 500 años desde que se completó una de las gestas más extraordinarias de la historia de la humanidad: por primera vez, una nave, al mando de Juan Sebastián Elcano, completaba la circunnavegación del globo, una hazaña que tendría repercusiones tan grandes, que podemos decir que cambió el mundo.
Ahora bien, no está tan claro quién es el hombre que realmente completo primero la travesía.
Para abordar una cuestión compleja como la que nos atañe, sería bueno, antes de comenzar, dejar sentado todo aquello que sí sabemos que es cierto, para luego abordar aquellas cuestiones que pueden generar confusión o controversia.
Y lo primero que debemos tener meridianamente claro es que Francis Drake no fue, bajo ningún concepto y a pesar de la fantasía inglesa, el primer hombre que circunnavegó el globo. Lo segundo de lo que tenemos absoluta certeza es que, sea quién sea el primer hombre que dio la vuelta al mundo, fue gracias al patrocinio de la Corona española. Y tercero, que Juan Sebastián Elcano encabezó la nave que circunnavegó el globo por primera vez en un solo viaje.
¡Pero ojo! Eso no significa necesariamente que Elcano fuera el primer hombre que dio la vuelta al mundo, porque había otros dos personajes históricos a bordo de la expedición, que ya habían estado en la zona del sudeste asiático que luego transitaría la nao Victoria; por lo que partieron con un “buen trecho” de ventaja. El primero de ellos era, cómo no, el capitán de la expedición, Fernando de Magallanes; y el segundo, su esclavo: Enrique de Malaca.

¿Quién fue Enrique de Malaca?

Poco se sabe hoy del esclavo que Fernando de Magallanes adquirió en 1511 durante una expedición portuguesa para conquistar Malaca, una ciudad costera de Malasia y uno de los puertos más transitados del sudeste asiático por aquel entonces.
De acuerdo con las crónicas escritas por Antonio Pigafetta, fue en aquella ciudad donde el almirante tomó como esclavo al joven de 15 años al que rápidamente bautizaron con el nombre de Enrique de Malaca (aunque todos le llamaban Enrique el Negro).
No se sabe si se le arrebató la libertad por las armas o mediante una transacción con los comerciantes locales. Hay quién sugiere que el joven de 15 años era en realidad un príncipe filipino, víctima de una traición para hacerse con el trono. Dicho esto, no hay certeza sobre cuál es el origen preciso de Enrique de Malaca.
Desde entonces y durante los siguientes 10 años, el joven permaneció junto con al almirante bajo régimen de esclavitud. Estuvo con él cuando el Rey Manuel I de Portugal le retiró su favor por sospechas de haber comerciado ilegalmente con los moros durante la batalla de Azamor; estuvo con él cuando la Casa de Contratación rechazó su proyecto de encontrar una ruta alternativa a las “islas de la especiería” navegando hacia occidente; y estuvo con él cuando por fin consiguió convencer a Carlos I de que financiase su proyecto.
La expedición marítima que les haría celebres finalmente partió del puerto de Sanlúcar de Barrameda en el año 1519 con unos 250 hombres y cinco naves: la Concepción, la Trinidad, la San Antonio, la Santiago y la Victoria. La gesta concluiría tres años mas tarde, con la llegada de la nao Victoria comandada por Juan Sebastián Elcano. Pero por aquel entonces, ya solo quedaban 18 hombres en la nave, y ni Fernando de Magallanes ni Enrique de Malaca irían a bordo.

La expedición de Magallanes-Elcano

Después de salir de España, los barcos navegaron hasta Cabo Verde, luego a Sierra Leona, y a partir de ahí iniciaron su trayecto a través del Atlántico hasta Verzino (Brasil), cruzaron el estuario del Río de la Plata y arribaron en la Bahía de San Julián para pasar el invierno.
El insufrible frío de la Patagonia y la incertidumbre sobre su supervivencia, quiso que gran parte de la tripulación se amotinase contra el almirante.
Una vez sofocada la revuelta y una vez descuartizados los insurrectos, por fin la flotilla retomó el viaje y cruzó lo que a partir de entonces se conocería como el Estrecho de Magallanes. Por fin, habían encontrado la forma de cruzar por mar desde el Atlántico al Pacífico, que era el objetivo de la misión planificada por Magallanes; y no dar la vuelta al mundo, porque eso implicaría transitar por la ruta de las especias de los Portugueses.
Las galletas están llenas de gusanos, el agua es amarilla y putrefacta, las encías de los marineros se hinchan por falta de vitaminas y muchos mueren de escorbuto (enfermedad aún desconocida). Y mientras tanto, un océano inhóspito hacía todo lo posible para que los viajeros se reuniesen con su creador.
Pero para fortuna de todos, la tripulación pudo cruzar el Océano Pacífico hasta llegar a Filipinas, concretamente a Cebú.
Según narra el cronista Pigafetta, una pequeña embarcación indígena se acercó a las naves españolas y “el esclavo salió a hablarles en la lengua de su país, y a pesar de que le comprendieron y vinieron a situarse a cierta distancia de nuestra nave, no quisieron subir a bordo”. Aquello solo podía significa una cosa: Enrique de Malaca estaba cerca de su hogar.
Fernando de Magallanes moriría unas semanas después a manos de un tal Lapu-Lapu, que era quién encabezaba la tropa de guerreros nativos.
Estaba dispuesto en el testamento de su amo, que Enrique de Malaca fuera liberado tras su muerte. Pero el sucesor de Magallanes, Duarte Barbosa, se negó a prescindir de las habilidades de su traductor y desobedeció lo establecido en el testamento. Bueno, tampoco pudo cumplir otra de las voluntades del almirante, que era ser enterrado en tierras cristianas porque en su huida ni siquiera tuvieron tiempo para recoger el cuerpo.
“Por esta presente carta, de este dicho mi testamento, aforro y doy por libre y por quito de toda carga de cautiverio, sujeción y servidumbre a Enrique”. ( pagina 6 del testamento de Fernando de Magallanes. redactado y firmado el 24 de agosto de 1519 en Sevilla)
Aquello no gustó nada a Enrique de Malaca, que conspiró con el rey indígena Humabón de Cebú para quitarse de en medio la carga de la servidumbre. El líder cebuano invitó a 27 de los tripulantes a un banquete en el que todos ellos fueron asesinados a traición.
Si bien es cierto que el ahora liberto Enrique de Malaca no estaba en su casa, le quedaban muy pocos grados terrestres para llegar a ella. Y dado que se liberó de sus captores, podemos intuir, sin demasiado riesgo a equivocarnos, que pudo completar la travesía antes que Elcano. Al que todavía le quedaba la terrible tarea de volver a casa franqueando Asia y África por la ruta portuguesa (con los riesgos que eso supone).
Pero la realidad es que no podemos asegurar, porque no tenemos la certeza, de que Enrique de Malaca pudiese llegar con vida a su hogar antes de que Elcano llegase a España. Y tampoco podemos asegurar que Fernando de Magallanes pereciese en el punto más oriental del sudeste asiático en el que en él que había estado (hay fuentes contradictorias). Por lo tanto, todavía falta un tramo del trayecto por verificar.
Es decir, el único de los tres que puede alzarse oficialmente con el título de “el primer hombre en cruzar el mundo” no es otro que Juan Sebastián Elcano (y los marineros que llegaron con él al puerto de Sanlúcar de Barrameda).