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Azaña en 1936: el gobierno del fraude antes del desastre de la Guerra Civil

Tras las terceras elecciones bajo la II República, el 17 de febrero de 1936, el presidente forma gobierno de manera irregular, concediendo una amnistía general y precipitando la inestabilidad política

Manuel Azaña, presidente de la II República
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El 16 de febrero de 1936 tuvieron lugar las terceras elecciones generales celebradas durante la Segunda República, pero todavía no se sabe a ciencia cierta cuáles fueron los resultados. Según muchos historiadores, el Frente Popular obtuvo alguno más de 200 diputados en un Parlamento de 473 representantes. Fueron los ganadores de los comicios, pero no por el suficiente margen. La mayoría absoluta quedó lejos de su alcance en las urnas, pero los acontecimientos se iban a precipitar en las siguientes horas. El fraude fue claro. Desde el día siguiente, sin esperar al escrutinio y publicación oficial de los resultados, se produjo una toma del poder enturbiada por la violencia y la tergiversación de la democracia. Manuel Azaña, impulsor de esta estrategia, formaría el último gobierno republicano.

Con la inspiración de la Revolución de 1934, el Frente Popularse decidió a tomar las calles y a lanzar a sus seguidores hasta el punto de apoderarse de documentos electorales. Reclamaron el poder por medio de la violencia y precipitaron la implosión de un sistema político que se encaminaba al desastre. Faltaban solo cinco meses para la Guerra Civil, pero muchos ya lo veían venir.

“Me acerco a la lucha sin optimismos ilusos, previendo magnas dificultades, esperando amarguras e injusticias , viendo desatinos mortales y suicidas, por todos lados, por todos casi sin excepción. Me queda la tranquilidad de cumplir con mi deber y de hacer cuanto puedo, que naturalmente no alcanza a curar milagrosamente contra su propia furia epiléptica a un país enfermo crónico secular y gravísimo del mal horrendo de la guerra civil», escribió Niceto Alcalá-Zamora el 15 de febrero de 1936, un día antes de celebrarse las elecciones.

Los sucesos en los días siguientes estuvieron llenos de irregularidades que vulneraron el proceder democrático. El Frente Popular elige y constituye una Comisión de validez de las actas parlamentarias, que actúa de manera irregular. Se anulan todas las actas de las provincias donde el resultado electoral favorece a la oposición y se proclama ganadores a los amigos. Pronto sucedería lo que el propio Alcalá Zamora dio en llamar un “golpe de estado parlamentario”, urdido por Manuel Azaña e Indalecio Prieto, para retirarle.

De él salió resultante el gobierno de Azaña, que tenía, como prioridades, conceder una amnistía general a los cerca de 30.000 presos políticos que se encontraban en las cárceles. Su programa contemplaba reanudar la reforma agraria, el programa de educación y restablecer la Generalitat de Cataluña. Sin embargo, pronto perdería el control de su propio Gobierno y de la realidad social. Las milicias del Frente Popular sembraban el terror con paseos y checas y se ve venir el desastre. La tensión va en aumento y los militares de África preparan un contraataque. Sería en julio de 1936, cuando empezó la tragedia.