La misión ultrasecreta de 11 soldados británicos que impidieron que Hitler tuviera su bomba atómica
La II Guerra Mundial supuso una carrera por lograr la tecnología para construir una bomba nuclear. Un comando británico logró detener los planes del III Reich
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Como ha puesto de relieve de nuevo "Oppenheimer" la carrera nuclear era inevitable durante la segunda Guerra Mundial. Podía ser la clave del final del conflicto y Hitler perdió la oportunidad al desechar a los científicos con más conocimientos por el mero hecho de que eran "judíos". Esta oportunidad la aprovechó EE UU, que le encargó al físico Robert Oppenheimer la creación de una bomba nuclear. A pesar de partir con desventaja, el factor semita sirvió
En febrero de 1943, un equipo de saboteadores emprendió una misión ultrasecreta para destruir una planta nazi en la Noruega ocupada y las esperanzas de Hitler de conseguir un arma atómica. Aparte del material necesario para el sabotaje, cada uno de ellos llevaba una cápsula de cianuro por si eran capturados. No era la primera vez que occidente lo intentaba. Unos meses antes, otra misión acabó de forma estrepitosa.
El nuevo documental, "Hardangerfolk", dirigido por Gregor D. Sinclair, que se estrenó hace unos días en el Kendal Mountain Festival de Cumbria, devuelve a la actualidad la heroicidad de los miembros de la "Operación Gunnerside", cuya misión acabó de forma exitosa hace 80 años.
La "Operación Gunnerside" había quedado en el olvido pero fue una de las más importantes de la Segunda Guerra Mundial. Se desarrolló en un momento crucial del conflicto y fue considerado como uno de los sabotajes más relevantes del conflicto bélico.
Una de las prioridades de los nazis a la hora de abordar la invasión de Noruega era hacerse con el control de la central eléctrica de Norsk Hydro, a 160 kilómetros de Oslo, la única de Europa capaz de producir óxido de deuterio, también conocido como "agua pesada", un material fundamental para los procesos de fusión nuclear. Este agua pesada es igual que el agua del grifo pero más pesada, debido a su mayor densidad, lo que la convierte en un moderador de neutrones eficaz en las reacciones nucleares.
Cuando los nazis tomaron la planta, la primera decisión fue ordenar el incremento de la producción de agua pesada, una clara señal de que el Tercer Reich trabajaba en la construcción de una bomba atómica.
Cuando las noticias llegaron hasta los aliados, saltaron todas las alarmas. Los mejores científicos nucleares eran alemanes y Hitler tenía en su poder la única planta en Europa capaz de producir agua pesada para la construcción de esa bomba.
Había que desmantelar la instalación noruega cuanto antes. Por un lado, acabar con la producción y por otro, que los nazis la pudieran copiar y crear otras en territorio alemán. Las opciones de poner en marcha un plan efectivo eran limitadas. La zona no podía ser bombardeada debido a que había muchos civiles viviendo cerca, muy cercana a la ciudad de Rjukan. Pero ese no era el mayor inconveniente para los aliados. Lá fábrica estaba construida bajo tierra y protegida por una enorme fortaleza.
La dificultad del proyecto era mayúscula pero no imposible, aunque por el camino tuvieron que superar complicados obstáculos y varios fracasos. Las primeras operaciones se desarrollaron durante el invierno de 1942 y fueron supervisadas por los servicios de inteligencia británicos. La primera fase, la "Operación Grouse", envió a cuatro comandos de las fuerzas especiales noruegas entrenados en Reino Unido, que fueron lanzados en paracaídas cerca de la planta para reconocer la zona, planificar la huida o estudiar la vigilancia de la central.
Durante varios días estuvieron incomunicados y al recuperar la conexión, los británicos desconfiaban de que pudieran haber sido capturados o simplemente suplantados por los alemanes. Llegaba el momento de comprobar las palabras clave, que pasó a la historia. Para ello, preguntaron "¿Qué has visto esta mañana?", a lo que respondieron correctamente "Tres elefantes rosas".
Ese fue el inicio de la segunda fase, la "Operación Freshman", A continuación se puso en marcha la operación Freshman, que debería transportar a dos equipos de ingenieros británicos hasta la planta. La misión se inició el 19 de noviembre de 1942. Ese día las malas condiciones climáticas y la imposibilidad de recibir la señal del transpondedor Eureka obligó a los pilotos a guiarse con los mapas y tuvieron que suspender la misión del primer planeador, un avión que nunca había sido usado en esas circunstancias.
Al segundo intento, atravesaron un banco de niebla y la nieve acumulada en las alas hizo que el planeador tuviera que aterrizar de emergencia en la montaña de Fyleslanden. En el impacto murieron ocho personas, cuatro resultaron heridos graves y cinco sobrevivieron, pero los alemanes les localizaron y acabaron con sus vidas. Además, gracias a estas operaciones, los alemanes pudieron saber que el objetivo de Occidente era destruir la central eléctrica, por lo que reforzaron la vigilancia, colocaron focos, minas, alambradas de púas y cambiaron los protocolos para evitar nuevos ataques.
Pero los aliados tenían un as debajo de la manga. Tenían un "topo" en la planta, un espía que les enviaba información confidencial detallada, incluida la ubicación de los depósitos y la mejor manera de acceder a ellos.
Ahora sólo faltaba preparar al personal que debería ejecutar el plan. Los 11 miembros del equipo de la "Operación Gunnerside" fue trasladado a Escocia para recibir un extenuante entrenamiento sobre guerra de guerrillas y tácticas de supervivencia extremas. El 16 de febrero saltaron del avión con el paracaídas y, tras unirse en tierra con el equipo de Grouse, se dirigieron a Vemork, una ruta de cerca de 500 kilómetros por la meseta más alta de Europa, a merced de la árida naturaleza y los fuertes vientos.
Este grupo de soldados, apodados los Héroes de Telemark, esquiaron a través de las vastas mesetas de hielo, se vieron obligados a comer musgo para sobrevivir y permanecieron en viejos pabellones de caza durante los 11 días de travesía antes de lograr evadir a las tropas alemanas, las minas terrestres y los focos de vigilancia. Para ello, el equipo de Gunnerside tuvo que descender por un desfiladero de 2.000 metros, cruzar un río helado y seguir una vía de ferrocarril que llevaba directamente a la central.
Con los detallados mapas obtenidos a través del topo de la central, los comandos pudieron evitar los numerosos controles alemanes, colarse en la instalación y colocaron varios explosivos en las cámaras de electrólisis sin encontrarse con un solo guardia.
Para asegurarse de que la misión se cumplía por completo, el equipo tomó la arriesgada decisión de acortar la mecha, de dos minutos a 30 segundos, para poder ver con sus propios ojos durante la huida que la instalación quedaba inutilizada.
La explosión y el desconcierto facilitó la huida del comando, que dejó en el camino una metralleta para que los lugareños se defendieran de un posible ataque en represalia por lo ocurrido. Los alemanes movilizaron a 3.000 soldados para tratar de localizar a los saboteadores, pero lograron escapar.
En lugar de centrarse en los aspectos militares, el director del documental quiso mostrar el lado humano de la misión, una operación militar extrema. El equipo del documental repitió el recorrido para homenajear el heroismo de estos soldados "que lo arriesgaron todo para evitar una catástrofe nuclear". "En un momento en el que la guerra y la opresión se apoderan una vez más de Europa, esta inspiradora historia es más relevante que nunca", explicó el director.
La operación no sólo fue complicada porque se enfrentaban a un ejército nazi que ya estaba en alerta sino porque tuvieron que enfrentarse a vientos superiores a los 100 kilómetros por hora y a temperaturas que en muchas ocasiones caían por debajo de los 30 grados bajo cero. Según explica Sinclair,"lo que debieron haber pasado solo para sobrevivir y para completar una misión tan atrevida desafía toda descripción".
Matt Smith, fundador de SOE Expeditions, fue el organizador de la expedición para el rodaje de la serie e indicó que "fue una experiencia increíble. Poder seguir los pasos de estos héroes fue un gran honor. Impidieron que Hitler desarrollara una bomba atómica, salvando miles de vidas".
"Al recrear esta historia, queríamos darle al público una muestra real de lo que estos soldados tuvieron que soportar para lograr su objetivo y garantizar que la memoria de estos hombres perdurara durante muchos años. Fue un desafío inmenso, pero es algo que permanecerá conmigo para siempre", dijo Sinclair. "Nunca en mi vida he visto un edificio tan imponente y aterrador como la planta de Vemork. Realmente parece la base de un villano de una película de Bond", añadió.
El documental analiza los pensamientos y sentimientos del equipo: su estado emocional cambiante y lo que los mantuvo motivados para poder continuar. También destaca la importancia de la formación recibida en Escocia para poder afrontar una travesía tan larga y dura como la que hicieron.