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¿Por qué se celebra la Pascua con huevos y liebres?

Los antiguos rituales paganos celebraban la primavera, el renacimiento, con huevos y liebres, una tradición que fue cristianizada y convertida, finalmente, en los actuales dulces de chocolate
Huevos Fabergè
Huevos FabergèLa Razón
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El huevo se ha interpretado en diferentes culturas como símbolo de vida y regeneración, principio de vida y supervivencia más allá de la muerte, de hecho se han encontrado huevos de arcilla y piedra en tumbas de la Edad del Bronce en Ucrania y Rusia. En el caso hispano el huevo decorado más antiguo encontrado en contexto funerario pertenece a una de las necrópolis fenicio-púnicas más importantes del Mediterráneo, Puig des Molins en Ibiza, concretamente un huevo de avestruz decorado con palmetas vegetales entre dos bandas. El huevo se asocia a la Pascua copta desde finales del siglo V d.C, quizá en recuerdo de la jornada de los huevos de fuego, ova ignita, con los que ciertos mártires fueron torturados, o del huevo rojo que ponía una gallina imperial el día del nacimiento de Alejandro Severo en el año 208 d.C. No sólo los huevos, sino también las liebres eran enterradas al lado de los humanos durante el Neolítico Europeo, lo que ha hecho pensar a los arqueólogos que pudieron ser un símbolo de renacimiento.
Durante la Edad de Hierro los enterramientos rituales de liebres eran muy frecuentes en Inglaterra, lo que hace que en 51 a.C Julio César mencione que en Britania no se comiesen liebres debido a su importancia religiosa. Es posible que César relacionase esa historia con la tradición clásica establecida por Philostrato el Viejo en sus Imágenes donde comentaba que las liebres eran sagradas para Afrodita, la diosa del amor. En distintas partes de la Europa nórdica precristiana las liebres se asociaban a las celebraciones de la llegada de la primavera. Beda el Venerable (627-735 d.c), en su Historia eclesiastica gentis Anglorum, señala que en el mes de abril, al que los anglosajones llamaban Eosturmonath se dedicaba a la diosa de la fertilidad y del renacimiento, Eostre, de donde proviene la palabra Easter, mencionándose las celebraciones y fiestas donde las liebres y huevos se asociaban a la divinidad. Gran parte de Alemania fue convertida al cristianismo por monjes anglosajones como San Bonifacio (673-754 d.C) hecho que explicaría la introducción de la palabra en inglés antiguo Eastron y la aparición del termino Ostarum, en un glosario de alemán antiguo para referirse a la Pascua y sus tradiciones.
La cristianianización y evangelización de las diferentes partes de la “Europa bárbara” a lo largo de la Alta Edad Media produce la integración y cristianización de sus prácticas festivas asociadas a solsticios y equinoccios, para ello se introducen las fechas claves del calendario litúrgico en esos momentos del año pero las prácticas anteriores continúan junto con el ayuno, una práctica ascética de preparación a la Pascua. La práctica aparece mencionada por primera vez en una de las Cartas Festales (331) de San Atanasio de Alejandría a sus fieles donde se describe un ayuno estricto durante la Cuaresma, termino castellanizado de la palabra latina quadragesima, cuarenta días, en los que se debía realizar una práctica penitencial en rememoración a los cuarenta días de ayuno de Jesucristo en el desierto, o los cuarenta años que tardó Moisés en llevar a su pueblo a tierra prometida. En ese tiempo se debía evitar la carne y el pescado, los huevos, la leche y sus derivados, pudiendo comer sólo una vez al día, lo que llevaba al incumplimiento de las prescripciones.
Desde la época carolingia se permitió un refrigerio a media tarde para poder mantener los ayunos y se permitiría el pescado que será el alimento característico de la Cuaresma. Durante este periodo los huevos existentes en la casa y que las gallinas no dejaban de poner se cubrían con cera para preservarlos mejor y eran decorados con ciertas marcas y dibujos, para ser regaladosa familiares y amigos el día de Pascua de Resurrección para celebrar el fin del ayuno. En algunas zonas de Levante peninsular los moriscos regalaban a sus señores un pastel con huevos como decoración, la munnā, que para algunos es uno de los orígenes de la mona de Pascua. Los huevos de chocolate aparecen en Francia, cuando al rey Francisco I (1494-1547 d.C) le obsequiaron con un huevo en cuyo interior se representaba la pasión de Cristo.
En Alemania y Gran Bretaña, las que habían sido antes prácticas paganas sobrevivieron cristianizadas durante la Edad Media y en algunos relatos del siglo XVII aparecen niños buscando huevos escondido por la liebre de Pascua de forma muy parecida a como se hace hoy en Estados Unidos. En ese mismo siglo el Papa Pablo V bendijo el huevo en una plegaria, permitiéndose tanto su consumo como objeto de obsequio. Habría que esperar a que el chocolatero inglés Joseph Fry hiciera y comercializase los primeros huevos de chocolate en 1873, huevos enviados desde Bristol a toda Europa. Dos años más tarde, Cadbury’s siguió elaborándolos añadiendo nuevas técnicas y 1890 ya existían en Europa más de veinte clases diferentes accesibles a todos los bolsillos.
Pero no todos los huevos de Pascua fueron de chocolate, los más célebres son verdaderas joyas fabricadas por el joyero Karl Fabergé, encargados por Alejandro III y Nicolás II de Rusia como regalo a sus respectivas esposas, Maria Feodorovna y Alezandra Feodorovna, por la fiesta de Pascua. Después de la revolución los talleres de Fabergé se nacionalizan para fabricar armas y los 54 huevos se venden para obtener divisas, sólo se preservan 24 en las Armería del Kremlim,y el resto se encuentra en manos privadas. Actualmente encontramos huevos y conejos de Pascua de todos los precios y tamaños en pastelerías y supermercados, huevos que encarnan tradiciones antiguas para momentos festivos con espíritu medieval.