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Las tórridas cartas del zar de Rusia a su amante

Se subastan las misivas, un total de 190 páginas, que se enviaron la pareja
Una de las misivas que forman parte del epistolario
Una de las misivas que forman parte del epistolarioRR Auction
  • Víctor Fernández está en LA RAZÓN desde que publicó su primer artículo en diciembre de 1999. Periodista cultural y otras cosas en forma de libro, como comisario de exposiciones o editor de Lorca, Dalí, Pla, Machado o Hernández.

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Los grandes nombres suelen guardar grandes secretos, en muchas ocasiones de alcoba. Es lo que ocurre con una correspondencia desconocida que acaba de ver en una subasta organizada por RR Auction. En ella han aparecido medio centenar de misivas enviadas por el zar Alejandro II de Rusia y la que era su joven amante llamada Catalina “Katia” Dolgorukovaa. En total son 190 páginas manuscritas, entre cartas y telegramas, además de algunas redactadas por la propia Katia a Alejandro.
Vendido la pasada madrugada por más de 38.000 dólares este material, al que ha podido acceder este diario, nos lleva a la segunda mitad del siglo XIX, entre 1866 y 1880. Son los documentos que relatan un romance tórrido y en el que los dos protagonistas en ocasiones se explicaban de manera elogiosa sus propias hazañas sexuales. Pero la pareja tenía pánico de que el epistolario pudiera ser conocido por lo que no firmaban sus misivas. Igualmente hay espacio para la política, con algunos pasajes dedicados a la guerra ruso-turca que tuvo lugar entre 1877 y 1878.
Todo ello se inició en 1866 cuando el zar tenía 47 años y ella 18. La relación se fue fraguando hasta el punto de que en 1870, Katia fue instalada en uno de los apartamentos privados del Palacio de Invierno, para escándalo de muchos, especialmente de la zarina María Alexandrovna. Dos años más tarde, la pareja tuvo su primer hijo, al que siguieron dos hijas. Tras la muerte de la zarina, Alejandro II decidió se casó con Katia y le concedió el título de princesa Yurievskaya. Pero la felicidad duró poco al ser asesinado el zar en un atentado el 13 de marzo de 1881. Una vez viuda, Katia se marchó a Francia donde murió en 1922.
Pero, ¿qué dicen las cartas? Veamos algunos ejemplos. Por ejemplo, el 11 de julio de 1870, el zar rememoraba un apasionado encuentro de la pareja:Los preciosos momentos que pasamos juntos en el molino de viento me dejaron los más deliciosos recuerdos y viste y sentiste que tu marido había disfrutado de su adorable mujercita al borde del delirio. A pesar de las atroces calor en el ático, estábamos muy cómodos allí, particularmente cuando nos apretábamos con nuestros disfraces favoritos". Poco antes, en mayo de ese año, Alejandro II había escrito a su amante para decirle que “doy gracias a Dios por habernos dado la alegría de reencontrarnos. Lo que sentí dentro de mí lo viste por ti mismo, así como vi lo que te sucedía. Por eso nos apretamos como gatos hambrientos tanto en la mañana como en la tarde, y era dulce al borde de la locura, de modo que aún ahora quiero chillar de alegría... Te amo con locura y estoy feliz de amarte y pertenecerte solo a ti para siempre". En enero de 1879, por ejemplo, volvía a ponerse en contacto con Katia para decirle que “siento mucho que tu estómago esté otra vez fuera de servicio, y que nuestras delirantes juergas de anoche te hayan dado dolores. Y también quiero que sepas que te encontré particularmente hermosa esta noche, en tu camisón azul”.
También podemos saber algo de lo que Katia le enviaba al zar, como es el caso de esta carta de enero de 1876 donde apuntaba que “disfruté locamente de hacer el amor, y todavía estoy completamente empapado de eso. ¡Eres tan tentador, es imposible resistirse! No hay palabra para este delirio. Sentí que estábamos obsesionados por nuestros hijos, y todo se desbordó más que nunca”.

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