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Ciencias humanas

Humanidades y tecnología, el pulso del siglo XXI

A. C. Grayling protagoniza la jornada del Hay Festival de Segovia con su defensa de las humanidades y una crítica a los antiguos odios que ha despertado la ultraderecha

A. C. Grayling durante su conferencia en la XIII edición de Hay Festival de Segovia/Foto: Efe
A. C. Grayling durante su conferencia en la XIII edición de Hay Festival de Segovia/Foto: Efelarazon

A. C. Grayling protagoniza la jornada del Hay Festival de Segovia con su defensa de las humanidades y una crítica a los antiguos odios que ha despertado la ultraderecha

Segovia va llenándose de los escritores, pensadores y artistas que va trayendo el Hay Festival. Antony Beevor recordaba por la mañana aquella hazaña estéril que resultó el asalto a Arnhem, que es la que narra en “La batalla por los puentes” (Crítica), una estrategia que no estuvo limpia de vanidades y rivalidades entre los mandos aliados, y el arquitecto Kazuyo Sejima, premio Pritzker de arquitectura 2010, presentaba por la tarde su nuevo proyecto, La Nueva Galería Nacional en Budapest, y reflexionaba sobre las funciones y las funcionalidades que deben tener los museos en el presente y en el futuro.

El pensador A. C. Grayling fue uno de los doscientos invitados de esta cita cultural más ocupado. Ha protagonizado dos actos en los que ha tratado de indagar en el impacto que las redes sociales y los populismos tienen en las democracias, y en los que, también, ha subrayado la importancia de no tropezar con viejos odios y rencores del pasado, en alusión al auge de la ultraderecha a lo largo y ancho del Viejo Continente; volver a dar alas a los recelos hacia el otro, en una referencia clara a la inmigración, y la necesidad de tener presente la historia para que no “volvamos a los años treinta”. Para evitar que retornen los fantasmas que desgarraron Europa durante el siglo XX ha apelado a la necesidad de recuperar las humanidades, tan denostadas en la actualidad. “Ellas nos permiten acceder a otras posibilidades y experiencias. Es cierto que ahora la educación se ve como un trabajo, pero Aristóteles ya nos recordaba que la educación nos ayuda a hacer un uso noble de nuestro ocio. Eso se aleja precisamente de lo que muchos consideran ahora que es la educación. No se trata de eso solamente, sino de viajar, conocer, tiene que ser multidireccional. Hay que procurar contemplar y conocer lo que se pueda. Y las humanidades, precisamente, nos ayudan a ver, a ser respetuosos, incluso a que nos escuchemos a nosotros mismos, que es algo que se escucha mucho en los últimos años”.

Grayling, que compartió una conversación con la fotógrafa Hannah Collins y el compositor William Kingswood, insistió en el error que supone centrarse en el instante y olvidar todo lo demás: “Estamos demasiado centrados en el presente, y no en los antecedentes que ha habido”. Y, al recordar lo que se ha dicho en los últimos 45 años en Reino Unido sobre Europa, recomendó recuperar “la visión que tuvieron los padres fundadores de la Unión Europa, sus ideas de tolerancia”. En sus argumentaciones estuvo acompañado por una inesperada aliada, Hannah Collins, que ofreció un negro retablo de lo que es California, cuna de tantas empresas tecnológicas, un lugar donde las humanidades carecen de raíces en el sistema educativo, algo que se nota en aquellos hombres que están desarrollando las máquinas y los programas que estarán presentes en nuestro mañana. “Las humanidades -señaló la artista- ayudan a ampliar la imaginación, mientras la tecnología solo ayuda a dotarte de habilidades; las humanidades son de una ayuda imprescindible para poder relacionar el ayer con el hoy, y establecer vínculos”.