Julio Llamazares: «Igual que existe comida basura, hay literatura basura»
El novelista publica «Vagalume», una reflexión sobre la escritura y el sentido que tiene dedicarse a las letras
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Julio Llamazares es un hombre franco, que no se esconde detrás de excusas ni paramentos retóricos. El escritor, polo azul, pelo blanco, ojos claros, reconoce que es un escritor vocacional, un escritor que escribiría, aunque no quedaran lectores en el mundo, pero que solo ahonda en la novela cuando una idea le arrastra a ellas. «Solo escribo las que verdaderamente me importan, cuando responden a preguntas existenciales de mi vida», asegura con la espalda apoyada en un sillón.
Por la regla de este compás, él ha estado sin navegar por las aguas de este género la retahíla de ocho años, que ya son años. «En este caso, he intentado contestar a qué he hecho con mi vida. La única que tenemos. Yo la he dedicado a escribir y me temo que moriré escribiendo». Al acabar la frase, Julio Llamazares intercala una pausa y, después, con un gesto de las manos, abre las puertas a una anécdota que en el fondo es algo más, es una explicación: «Escribo por las noches. Muchas veces me paro y me asomo por la ventana. Veo a gente que sube y baja, que va de fiesta o vuelve de ella, mientras yo estoy aquí, en mi casa, redactando historias de personas que no existen y que te importan más que esos grupos que distingues en la calle, que los propios vec»inos de los que no conoces ni cómo se llaman... Esto me ha hecho plantearme de qué ha ido en el fondo mi vida».
«Para mí, las novelas son tumores emocionales que se forman en la conciencia»Julio Llamazares
El resultado de este pensamiento es «Vagalume» (Alfaguara), un libro que es algo más que una novela, es una reflexión sobre vivir, el sentido que tienen nuestros días, el oficio de la escritura y la necesidad de buscar de dónde proviene la pasión de contar historias y comprender la existencia a través de las narraciones. «Miguel Delibes comentaba que empiezas a escribir y, de repente, levantas la cabeza y te has hecho viejo. Ahí está la misma idea sobre la que medito en este libro. Escribir es una manera de estar en el mundo. Para Pessoa era una manera de estar solo. El impacto de esta meditación me impulsó en esta obra. Para mí, las novelas son tumores emocionales que se forman en la conciencia».
«Siempre me han interesado los escritores que se niegan a sí mismos. Estos son los verdaderos escritores»Julio Llamazares
«Vagalume» cuenta cómo un escritor descubre que su maestro como periodista ha dejado un conjunto de novelas sin publicar. Un descubrimiento que le conduce a otro igual de importante: su familia desconocía que por las noches se dedicaba a cultivar la literatura. ¿Por qué lo hacía? ¿Por qué escribir sin publicar? «Siempre me han interesado los escritores que se niegan a sí mismos. Estos son los verdaderos escritores. Que no publican... escritor es aquel que seguiría escribiendo, aunque no lo leyeran. Hay una falsa idea alrededor de escribir. Una cosa es escribir libros y otra ser escritor. Escribir no depende de la repercusión comercial. En todo caso la repercusión es en tu vida: aunque no te lea nadie, lo harías».
Pero Julio Llamazares esconde un as en la manga. «En este caso parte de una idea inicial: mi primer editor, el que me dio la primera oportunidad, Mario Lacruz. Sabía que publicó en su juventud dos o tres novelas. Después de insistir, me las dejó. Eran magníficas. ¿Por qué lo dejó? No se sabe. Deduzco que había entrado en la edición, que tenía cinco hijos. Después de su fallecimiento, uno de ellos, me llamó y me contó que, al recoger las cosas de su padre, en un armario que cerraba con llave con el pretexto de que eran herramientas de bricolaje, descubrieron una docena de novelas originales escritas a máquina, junto a un guion de cine en inglés y una biografía de Gaudí. Escribía por las noches, sin que su familia lo supiera. Esto me perturbó. Era el principal editor del país y jamás se publicó a sí mismo».
«El noventa por ciento de los libros que se publican no son de escritores. Por eso es importante dignificar la escritura»Julio Llamazares
Pero estas páginas también esconden un homenaje a la literatura de quiosco, a esas novelitas populares firmadas por nombres como Silver Kane. «Este libro es un homenaje a esos novelistas con seudónimo que nadie sabía quiénes eran y que nos llenaron la adolescencia de sueños con novelas del Oeste y del género policiaco. La mayoría eran republicanos que no podían ejercer sus trabajos, porque eran depurados. Lo hicieron durante del franquismo. Escribieron novelas de quiosco para mantener a sus familias. Marcial Lafuente Estefanía, por ejemplo, era ingeniero y coronel del Ejército republicano. Escribía en Arenas de San Pedro sobre la conquista del Oeste sin más ayuda que un plano y una enciclopedia de Estados Unidos. Escribía una novela por semana. Nunca estuvo allí, pero nos hizo viajar por las praderas americanas... Cuando estuve allí reconocí todo porque me lo había contado gente que no había estado», comenta riéndose Llamazares. «El caso más novelesco era el del filósofo Eduardo Guzmán, un teórico del anarquismo español que firmaba como Edward Goodman. Es un homenaje a estas personas que se ganaron la vida escribiendo y que demostraron que la escritura es también una pasión... la novela está llena de referencias a la escritura y al periodismo, mis grandes pasiones. Son pasiones autobiográficas no tanto porque cuentes tu vida, sino porque reflejan tu alma».
Para Julio Llamazares escribir «es elegir la palabra adecuada, extraer la máxima expresividad del lenguaje, trabajar para conseguir la mayor belleza. Cualquiera puede escribir, pero hacerlo bien es muy difícil, porque hay que conseguir la música de las palabras para que emborrachen al lector y lo arrastren a un mundo distinto». Por eso el novelista se rebela contra la actual ley que domina la literatura. «Está la comida basura, el periodismo basura y la literatura basura. Es el mundo en el que vivimos. No todo lo que se publica es literatura. El noventa por ciento de los libros que se publican no son de escritores. Por eso es importante dignificar la escritura».