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Leandro Pérez: "Incluso de la petanca se puede sacar una novela"

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Publica «Kolia»(Planeta), una historia sobre baloncesto protagonizada por un adolescente de dos metros de altura que sueña con llegar a jugar en la NBA

Leandro Pérez es un especialista en crear personajes verosímiles en sus novelas. Si se conoce al detective Juan Torca y sus aventuras en «La sirena de Gibraltar» o «Las cuatro torres», se entiende. Su último «monstruo literario» se llama y da vida a una historia con alma en un libro donde la literatura y el baloncesto forman equipo. Es un gigante de dos metros; un joven de catorce años que tiene un sueño: jugar en la NBA. Pero el destino no se lo pondrá fácil. Leandro Pérez salta del género negro al juvenil con una emotiva narración sobre la adolescencia, el deporte y la autosuperación.

–¿Quién es Kolia?

–Kolia es una criatura mía totalmente, un personaje muy querido al que yo pongo voz. Cuando surge en mí su historia, no puedo no escribirla. No se basa en nadie en concreto, pero lo que yo le doy o lo que él me da a mí hace que sea «casi» , cómo dice él, una persona de carne y hueso. Vivir en Burgos cuando el San Pablo asciende a la ACB y ser partícipe de ese entusiasmo provoca que mi Kolia forme parte de ese momento. Creo que cualquier actividad o deporte puede dar juego literario. Cuando escribirnos algo con pasión o porque realmente nos interesa podemos hacer que al lector le parezca atractivo. Incluso de la petanca se puede hacer una novela entretenida.

–¿Hay que pelear los sueños?

–Yo creo que todos tenemos sueños y debemos perseguirlos. En algún momento sabemos que algunos de ellos son inalcanzables y renunciamos a conseguirlos, pero solo en algunos casos. Lo que no debemos hacer nunca es dejar de soñar despiertos.

–¿Cuál es la enseñanza principal del libro?

– No busco transmitir nada en particular, sino que la gente se emocione, se ría y sea capaz de ponerse en la piel de Kolia. Sí que puedo hacer una segunda lectura tras haber escrito el libro y como frase, a posteriori, me quedo con la del padre: «A competir se aprende compitiendo». Creo que es válido para el baloncesto y la vida en general. Me sorprende que se llore con Kolia. No lo escribí pensando eso, pero le está pasando a la gente e incluso a lectores profesionales. Es una sorpresa grata y desconcertante.

–En su libro nombra a varias estrellas. ¿Ha recibido comentarios de ellos?

–Alguno en concreto, digo el pecado y no el pecador, sí me ha dicho que lo que vive Kolia, él recuerda haberlo experimentado también; esa presión de ser un chaval que está cerca de llegar a la cumbre, pero tiene muchas dudas. Ya veremos si otros jugadores leen el libro y comentan la novela, yo encantado y @soykolia también, me imagino.

–¿Cómo de importante considera la lectura juvenil?

–La adolescencia y la juventud son unos años fundamentales. Leer en esa edad me parece sanísimo y puede servir para que uno se forme todavía más a través de las palabras. Cuando eres un buen lector de novelas también puedes ser un buen estudiante. Una persona que comprende bien los textos adquiere una visión del mundo más amplia, ya sea leyendo novela, ensayo o poesía. Me cuesta comparar para decir que se ha perdido está práctica entre los jóvenes. Decimos que los adolescentes están todo el día con el móvil, pero es que hace cien años, a lo mejor, tenían que estar trabajando. Ahora tienen más tiempo, más libros, más actividades culturales y hay que estar agradecidos de contar con una situación así. No soy catastrofista.

–¿Cómo de complicado es abordar el deporte en la literatura?

–Para mí, las canchas de baloncesto son un escenario más. Intento mostrar ese mundo lo mejor que recuerdo haberlo vivido yo. Creo que la clave para cualquier actividad narrada es ponerse en la piel, sentir tú mismo lo que estás narrando. En este caso, y al ser en primera persona, yo me veo botando el balón, viendo el aro y diciendo: «La voy a meter seguro». A mí me ha resultado fácil porque yo he jugado.

–¿Qué cree que es mejor para escribir «lo imposible creíble» o lo «increíble posible»?

–Lo verosímil. Cuando nosotros nos enganchamos a una historia de ficción, sea «El Quijote» o «Juego de tronos», podemos ver a un dragón escupir fuego y nos lo creemos. Si ves a Superman volar y no te lo crees, apaga la televisión, por favor. En este caso, yo espero que mi lector sueñe con mi personaje y con el destino complicado que tiene por delante. Quiero que lo haga suyo. Para mí sería una verdadera satisfacción.