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Abraham Verghese: “Muchas de nuestras epidemias actuales son consecuencias de la destrucción medioambiental”

El escritor americano de origen indio vuelve con otro éxito, “El pacto del agua”, la gran epopeya de una saga familiar india del siglo XX que padece un extraño

Abraham Verghese publica "El pacto del agua"
Abraham Verghese, autor de "El pacto del agua"Alberto R. Roldán

De padres indios, Abraham Verghese nació en Adis Abeba (Etiopía, 1955), estudió Medicina en Madrás (La India) y en Estados Unidos, donde trabaja como médico y da clases en la Facultad de Medicina de la Universidad de Stanford. Verghese, que ya sorprendió con “Hijos del ancho mundo” en 2010, publica en España su nueva novela, “El pacto del agua” (Salamandra), convertida en un fenómeno editorial en Estados Unidos. Una epopeya que narra la historia de tres generaciones de una familia cristiana residentes en Kerala, al sur de la India, que busca sin éxito la explicación a un extraño mal que padecen desde hace casi un siglo: en cada nueva generación, al menos uno de sus descendientes muere ahogado sin que se conozca el motivo. Y esto, en una zona húmeda recorrida por docenas de canales y donde el agua, omnipresente, forma parte del hábitat. A principios del siglo XX, una niña de doce años es enviada en barco para contraer matrimonio con un viudo de cuarenta que no conoce. Esta joven llegará a ser Big Ammachi (Gran madre), la gran matriarca del linaje.

-¿La génesis de este libro tiene que ver con su familia?

-Sí, mi familia es de Kerala, la idea de hacer la historia viene de mi madre, con 70 años, mi sobrina le pidió que le contara su vida de pequeña y ella, que había vivido en tres continentes, empezó a escribirla en un cuaderno, incluso con ilustraciones, y eso se ha convertido en una especie de tesoro familiar. Cuando ya tenía 90 años, cogí el manuscrito y pensé que sería una historia fantástica para contar, pero mi inspiración vino especialmente de mis dos abuelas, dos personas muy sencillas y heroicas a la vez, que el mundo nunca reconocerá por nada especial, pero a su manera eran increíblemente valientes, sufrieron grandes tragedias y eran pilares de fortaleza para sus familias.

-¿En un matriarcado, son las mujeres los personajes fuertes que transmiten los valores de una generación a otra?

-Sí, y eso me resultaba inspirador de pequeño especialmente y cuando ya crecí y eché la vista atrás. A pesar de no tener educación universitaria, a veces sin terminar el instituto, tenían unos valores y una serie de creencias mucho más establecidos y más fuertes que los míos o los de nuestra generación y son ellas quienes nos los transmitían.

-¿Está cambiando la mujer en La India, cuál es su papel en la ruptura del patriarcado?

-Sí, en la otra novela conocida de la misma comunidad de Kerala de la que habla mi libro, “El Dios de las pequeñas cosas”, de Arundhati Roy, su madre denunció a su hermano y el caso acabó en el Tribunal supremo porque hasta entonces era automático que las hijas no heredaban ninguna propiedad, todo iba a los varones, lo demandó y ahora se ha repartido equitativamente la tierra, así que yo creo que las formas están cambiando poco a poco, y cada vez hay más mujeres estudiando en la universidad.

-Paralelamente narra el devenir histórico del país a través de siete décadas ¿Importa el lugar desde donde se narra?

-Siempre he creído que la geografía es un personaje más, si ubicamos la misma historia en Madrid o en América, sería diferente, me parece muy interesante el periodo de 1900 a 1977, en La India hubo transformaciones políticas, económicas y sociales trascendentes, pero es un periodo muy importante en la historia de la humanidad, dos guerras mundiales, al menos dos pandemias importantes. Para La India significó además el final de siglos de colonización británica y cambios sustanciales en la ciencia y la medicina.

-¿Hay algún significado metafórico en el agua?

-Siempre pienso que los títulos deberían tener algo de misterio, que el autor tenga la llave de su significado. Me encanta la palabra pacto, tiene una sensación de antiguo, pero agua creo que es una gran metáfora, venimos a este mundo del agua del útero y el hombre se compone de dos terceras partes de ella. Kerala está absolutamente rodeado por agua que lo conecta todo, ríos, canales, lagunas y el monzón, que es un poco el corazón que late en este sistema circulatorio, así que sí, es una metáfora de vida.

El escritor Abraham Verghese
El escritor Abraham VergheseAlberto R. Roldán

-Su novela es una mezcla ficción y realidad.

-Camus dice: “La ficción es la mentira más grande que dice la verdad”. Hay libros que han cambiado el curso de la historia, por ejemplo "La cabaña del tío Tom" consiguió acabar con la esclavitud en EEUU, cautivó la imaginación del público y la idea de la esclavitud se convirtió en algo imposible. En Reino Unido, “La ciudadela” de A. J. Cronin, describe las condiciones médicas en un pueblo minero de Gales y esto hizo que naciera el Servicio Nacional de Salud. Yo creo que cada libro toca a los lectores de una forma especial, yo mismo soy médico por un libro, así que creo que las grandes novelas, cuando funcionan, son como un manual de instrucciones de vida, siempre se pude sacar de ellas una lección. Proust dijo que cada lector utiliza el libro como una lente para examinarse a sí mismo, y yo creo que es una función importante, mis colegas médicos no leen ficción y siempre les estoy diciendo que tienen que hacerlo porque si no, una parte de su cerebro se va a atrofiar, va a morir de no ejercitar esa función.

-Además de la medicina, la literatura es parte importante de su vida. ¿Cuándo surgió el escritor?

-Nunca me propuse serlo, yo estaba encantado siendo médico, era mi único objetivo y el motivo por el que comencé a escribir es porque estoy especializado en enfermedades infecciosas y durante la epidemia del SIDA, me sentí muy conmovido, salvar a hombres de mi edad que estaban pasando por esta enfermedad tan terrible, estaba en un pueblo pequeño siendo testigo de cómo volvían chicos después de décadas en la gran ciudad y tenía la sensación de que el lenguaje de la ciencia ni siquiera se acercaba para contar esta historia y ese fue el momento en el que me convertí en escritor, tratando de contarlo, y aunque siempre me he resistido a la idea de que llevo los dos sombreros, el de escritor y el de médico, sé que soy ambas cosas, pero siempre con una mirada al mundo muy médica, con la escritura uso la misma lente que con los pacientes, la misma mirada.

-¿La escritura y la medicina se retroalimentan en su caso?

-Creo que la disciplina médica me ayuda como escritor, porque te has entrenado en prestar atención al detalle, por ejemplo, en los aeropuertos, a veces me siento paralizado por tantas patologías como puedo ver en esos pasillos eternos, ves cómo va la gente y todo tipo de anormalidades y eso me fascina. Creo que muchos médicos están profundamente conmovidos por lo que ven, pero no tienen un instrumento para expresarlo. Yo lo transmito a la escritura y, a la vez, la escritura me ayuda a procesar lo que veo como médico. Como seres humanos nos conmueve las situaciones tan dramáticas que vemos y hay momentos en los que te afecta de verdad y yo tengo una forma de aliviar eso que es escribiendo.

-Escribiendo está novela apareció la pandemia. ¿El impacto del COVID influyó en ella?

-Sí, estaba muy sorprendido porque habían pasado 120 años desde 1900 que presento la vida de mi protagonista, la joven novia de mi historia y ves que los retos fundamentales de la vida, las enfermedades graves o las pérdidas, son exactamente las mismas, no han cambiado desde la antigüedad y aunque tengamos mejor medicina, no somos inmortales, sigue habiendo grandes tragedias y la forma de tratarlas me lleva a lo mismo, la religión, la fe, la familia, el cuidado y la estima de la población que a uno lo rodea, eso es lo que nos sostiene y el Covid fue especialmente trágico porque vimos a mucha gente morir sin tener la familia a su lado y eso me pareció la peor muerte posible, las familia no podían entrar y su última visión en la tierra era una persona con mascarilla y gafas dándole la mano con un guante, y eso me conmovió mucho.

-¿Quedan muchas enfermedades camufladas detrás de leyendas y supersticiones? ¿Hay avances hacia la explicación racional?

-Ese es otro motivo por el que elegí ese periodo, de 1900 a 1977, aparece una especie de “condición” o misterio porque había muchas enfermedades que no tenían nombre, se podían describir, pero no se entendían, no había cura y era lo mismo la explicación del mito que la médica, pero afortunadamente la medicina está avanzando y en la medida que lo hace va convirtiendo muchas supersticiones en hechos probados científicamente

-¿Está preocupado por la deriva de nuevas enfermedades del mundo?

-Sí, no es que estén volviendo, pero el impacto que estamos teniendo en el medio ambiente nos afecta, por ejemplo, virus como el Ébola, que en realidad se desarrolla en los primates, puede ocurrir en humanos, cuanto más bosques talemos, cuanto más nos ensañemos con la selva, más nos vamos a exponer a enfermedades que se van a adaptar y nos van a contagiar, sé que es parte de nuestro progreso y destrucción y cada vez somos más vulnerables a eso, una fiebre amarilla, dengue, ébola…todo esto nos está amenazando, muchas de estas epidemias son consecuencias de la destrucción medioambiental y del cambio climático.