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Vicente Vallés es el espía perfecto

El presentador de Antena 3 vivió anoche la puesta de largo de su nueva novela, “Operación Kazán”, en Madrid
DAVID JARLa Razón

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Para Vicente Vallés, apoyarse en la actualidad a la hora de levantar un libro es, como él mismo dice, un paso natural, «un defecto profesional». Pegado cada día, cada minuto, a lo que pasa en España y en el mundo, el periodista y especialista en geopolítica asegura que es de todos esos momentos de los que bebe para dejarse llevar por la escritura. Ya le pasó con sus anteriores ensayos (Trump y la caída del imperio Clinton, El rastro de los rusos muertos) y es lo que ha vuelto a ocurrir con la novela ganadora del Premio Primavera, Operación Kazán, presentada anoche en el teatro del Círculo de Bellas Artes madrileño: «Puedes tener un esquema, pero un libro, mientras se escribe, es un objeto con vida propia. Se te ocurren nuevas cosas y, además, sobre la marcha, van saltando cuestiones de actualidad a las que no puedes dejar de hacer caso».
En un acto conducido por Rubén Amón y Susanna Griso, la presentadora afirmó conocer desde hace mucho «la capacidad asombrosa de Vicente para analizar la actualidad», pero también haber descubierto «su faceta prodigiosa para la ficción». Y es que una y otra se dan la mano en este título. Así, en los tres años que tardó en escribir la obra, no ha podido mirar hacia otro lado cuando los «episodios importantes», como los llama, pasaban por delante de sus ojos. Con más o menos peso dentro de la trama, Vallés sucumbió, entre otros, ante el asalto del Capitolio y la salida a la carrera de las tropas americanas de Afganistán. «Y si en vez de haber terminado de escribir en otoño lo hubiera hecho esta primavera, estoy convencido de que la invasión de Ucrania también estaría en el libro», sentenciaba el que, para Griso, «reúne todas las características para ser el espía perfecto y enlace entre el CNI y el FBI».
Porque Operación Kazán, editado por Espasa, es una trama que mezcla ficción con hechos reales y que ayudará a entender «quién es el hombre que ordenó la invasión de Ucrania», apunta el presentador de Antena 3 en referencia a Putin. Pero el argumento de esta pieza comienza cien años atrás, en 1922, con el nacimiento de un niño en Nueva York que cambiará la historia del siglo XXI. Todo forma parte de un proyecto de los servicios de inteligencia soviéticos, «el plan de espionaje más audaz jamás imaginado», que se define en el libro. Ni Lavrenti Beria, el sanguinario jefe de la policía bolchevique, ni Stalin vivirán para ver cómo aquel niño culmina su ambiciosa empresa, pero sí servirá para que Vallés imagine un mundo de espías que hoy está más presente que nunca en la actualidad de los últimos años.
Agentes secretos que, como apunta el periodista, «nunca se han ido»: «En la Guerra Fría eran algo muy obvio, pero aquello nunca se frenó. Quizá, sí cambió el objetivo con la caída de los regímenes comunistas del Este. Pareció que se abría un periodo de amistad global de dos bloques enfrentados, aunque Rusia quiso mantener su autonomía en este aspecto. El espionaje pareció transformarse hacia el mundo industrial, mucho más económico. Si un país se queda atrás en las nuevas tecnologías no se puede desarrollar el nivel de los demás». Eso sí, advertía, «con el paso de los años, la presidencia de Putin ha demostrado que el espionaje ha recuperado características de los viejos tiempos».
Para Vallés, en la guerra con Ucrania se ha demostrado «que los servicios de inteligencia rusos están peor informados de lo que se suponía», además de señalar que el ejército de Putin también es más débil de lo que presumieron. Aun así, no conviene tomar en broma a un dirigente que «tiene en su mano el botón nuclear» y del que no se sabe cuál puede ser su reacción «si se siente desesperado». Es precisamente este punto el que hace que Occidente «vaya con pies de plomo», comentó antes de teorizar sobre que EE UU cuente con un topo en la cúpula rusa o que las nuevas tecnologías hayan permitido que e Biden anunciase la invasión días antes de que se produjera: «Tenían información muy detallada y creíble». El que no sabe todo, sostiene, es el mandatario del Kremlin porque el círculo que le rodea «se pinta mucho la ropa antes de decirle la verdad».
Pero si algo nos ha demostrado la realidad es que las tramas de espionaje ni están solo en el extranjero ni en la ficción, también agitan, y de qué manera, los debates en el Congreso. «Se supone que [los espías] deben estar, sin ser detectados, en todas partes. Es su labor». Una ubicuidad que, sin embargo, debe contar con los límites de la ley, «al menos, en las democracias occidentales liberales. Porque en el espionaje cruzado hay que tener en cuenta que te enfrentas a servicios de inteligencia que no tienen respeto por las normas».
Sobre el caso concreto del programa Pegasus y el CNI, Vallés no se atreve a arrojar una opinión firme hasta no contar con toda la información a pesar de haber escrito (hace ya más de un año) para el libro premiado diálogos que parecen sacados de este debate: «Tenemos titulares, cosas que se han contado y declaraciones campanudas del independentismo, pero no datos fiables para dar una opinión». Una prudencia que no le impide sentenciar que «no se puede pretender que el Estado no se proteja de aquellos que lo quieren desmontar. Es lo normal. La cuestión aquí debería saber qué se hizo exactamente y si eso estaba sustentado por la ley».
  • Operación Kazán (Espasa), de Vicente Vallés, 424 páginas, 20,90 euros.