«Los Cinco», galletas de jengibre, juegos en la calle y machismo
Los veintiún títulos que Enid Blyton publicó durante los años 40 fueron la base literaria para cientos de niños; no obstante, ahora se consideran sexistas
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Verano, aventuras al aire libre, galletas de jengibre, el riesgo de la inocencia y un grupo de amigos. En otras palabras: «Los Cinco». Julián, Dick, Ana, Jorge –o Jorgina– y Tim son los niños (y el perro) que Enid Blyton creó en los años 40 y que en España comenzaron a popularizarse durante los 60. Son veintiún los títulos que tantos jóvenes leían con ansia para seguir los pasos de sus protagonistas «en la caravana», «junto al mar», «en el páramo misterioso» «en peligro», «en las Rocas del Diablo» o «tras el pasadizo secreto». Cada título evocaba al pequeño lector ya no solo las ventajas de un libro, sino la magia de jugar en la calle, levantando la cabeza y alejados del cuello torcido al que ahora acostumbra la juventud virtual. Era el peligro propio de la vida sumado a la conexión entre niños, niñas y animales lo que hicieron de esta saga una pieza fundamental de la literatura infantil. No obstante, ni con esta ingenua libertad se han salvado del exigente filtro de lo políticamente incorrecto.
¿De dónde venimos?
Hace unos seis años se relanzaron todos los libros de «Los Cinco» con una serie de reinvenciones respecto al texto original, e incluso se eliminaron aspectos: algunas expresiones fueron podadas por ser consideradas racistas y sexistas con el encantador gancho de buscar que los niños de ahora puedan leerlos sin miedo a mancharse las manos de barro. El hecho de que Enid Blyton pusiese a los chicos como protectores de ellas parece ser peligroso para los jóvenes actuales. Sin embargo, no se debe olvidar el papel de Jorgina, quien se hacía llamar Jorge y probablemente fuera el personaje más valiente y fuerte de ellos. Asimismo, se eliminaron frases que aludían a los villanos de las historias, donde se especificaba que eran extranjeros o gitanos.
Es aquí, por tanto, donde surge la pregunta que suele predominar en estos debates de corrección política: ¿debemos rehacer lo que ya está escrito con tal de no hacer «más daño», o dejarlo tal y como estaba conduce a mantener el aprendizaje de nuestros errores? Asimismo, teniendo en cuenta que la autora de estos libros falleció en 1968 y que los cambios mencionados se han hecho a partir del consentimiento de sus herederos, cabría preguntarse hasta qué punto es justo modificar el trabajo de alguien sin su permiso. ¿Por qué no mantener los textos originales para aprender de dónde venimos y cómo hemos evolucionado aparentemente en un sentido positivo?
La autora, por tanto, vivió en un contexto social en el que el pensamiento general es considerado hoy como anticuado. Algo que, probablemente, pudo nacer del desconocimiento de otras culturas y de la mera educación. Por tanto, y lejos de excusar o justificar, quizá la solución resida en poner el foco en los buenos ratos que «Los Cinco» hicieron pasar a tantos lectores, así como otros múltiples valores que transmitían sus historias. Hay quienes defienden que la literatura infantil siempre se ha sometido a cambios según la evolución de la sociedad debido al público tan joven al que se dirigen. Y plantean: ¿es mejor prevenir o curar?