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Retiran libros envenenados de las bibliotecas alemanas (y no es censura)

Un producto tóxico y cancerígeno del siglo XIX, cuyos restos figuran en estanterías y ejemplares, puede ser perjudicial para las personas
Imagen de una biblioteca
Algunas bibliotecas alemanas han tenido que retirar sus librosAYUNTAMIENTO DE PINTOEUROPAPRESS
La Razón
  • Sofía Campos

    Sofía Campos

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Esta vez existe una razón de peso para retirar ciertos libros del acceso del público, y por lo tanto nada tiene que ver con prohibiciones ni censuras. Todo tiene que ver con Verde de París o Verde de Schweinfurt: uno de los primeros insecticidas de los que se tiene constancia, y que figura en ciertas cubiertas al ser utilizado históricamente como un pigmento verde esmeralda. Comenzó a comercializarse en 1814 como un pigmento para tintas, pues presentaba un intenso y atractivo color verde. Sin embargo, resultaba nocivo para aquellas personas que utilizaban su color, así que a partir de 1867 se comenzó a emplear como pesticida. Pero finalmente, a principios del siglo XX, y debido a su extrema toxicidad en mamíferos, se prohibió definitivamente su uso. Esto no quiere decir, no obstante, que todos aquellos objetos que se colorearon con el Verde de París hayan desaparecido. Y ejemplo de ello es el caso de la Asociación Alemana de Bibliotecas: han puesto en cuarentena más de 15.000 libros sospechosos de contener este arsénico, sustancia además cancerígena, y serán analizados por especialistas.
Recipiente con Verde de París
Recipiente con Verde de ParísWikimedia
Informa el diario alemán "Süddeutsche Zeitung" que la Universidad de la Ciudad de Düsseldorf se ha visto a cerrar su biblioteca a los estudiantes hasta el 22 de marzo, mientras que otras bibliotecas alemanas han tenido que poner en cuarentena muchos de sus ejemplares. Aseguran los expertos que la exposición prolongada o la manipulación repetida de estos libros (sobre todo si se hace ese gesto común de humedecer los dedos para pasar las páginas), puede provocar mareos, calambre estomacales o diarreas. El arsénico no se degrada con el paso del tiempo, por lo que el polvo presente en libros o estanterías podría perjudicar una y otra vez la salud de los visitantes.
"Cada institución tiene la misión de evaluar hasta qué punto los libros con páginas o cubiertas de colores son problemáticos para la salud de los usuarios y cómo abordarlos", explica la Asociación a la prensa alemana, precisando que no por ello todos los ejemplares de color verde son necesariamente tóxicos.