“Memory”: Michel Franco se olvida de la misantropía
El director mexicano regresa con una historia de amor improbable y de la mano de Jessica Chastain y Peter Sarsgaard como protagonistas
Madrid Creada:
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En física estricta, un campo magnético suele describirse gracias a la Ley de Biot y Savart. Esta ecuación, fundacional para entender por qué los objetos que se atraen crean un campo de fuerza, es la teorización fría y matemática de lo pasional y humano de una película como “Memory”. El director mexicano Michel Franco, otrora padre de la aprehensión por desacralización (“Nuevo Orden”, “Después de Lucía”), se desnuda ahora como realizador de la ética planteándonos una historia de amor improbable entre dos polos opuestos: Peter Sarsgaard es Saul, un hombre de clase acomodada que comienza a lidiar con los primeros síntomas de algo que ya es demencia y bien podría devenir en Alzheimer; y Jessica Chastain es Sylvia, una madre soltera que, peleando día a día, intenta recuperarse de un pasado de abusos y violencia que intenta olvidar a toda costa.
“Como director, lo más importante es que los actores entiendan el tono de mi cine, y sobre todo de este guion en específico. Esta es mi octava película, pero me molesta que un actor me diga que va a hacer algo a mi estilo. No. Tienes que hacerlo como cada película lo pida. Todo tiene que ser real y, en esta película, es posible que haya momentos con demasiada emoción, demasiado drama, pero eso es lo que pedía la película, tienes que confiar en tus actores porque odio ensayar, odio que los actores hablen entre sí antes de una escena”, explica Franco, de visita en Madrid para hablar de un filme que debutó en canchas tan prestigiosas como Toronto y San Sebastián y que esta semana llega a los cines españoles para reconciliar a su director con el género humano: “No estoy nada de acuerdo con que me asocien a la misantropía. Se ha escrito de “Memory” que era una película con mucho más corazón que el resto y no creo que sea cierto. En “Chronic” ya hablaba de un enfermero con un poso tremendamente humanista. Entiendo que el espectador se pueda sentir más en paz con el final, pero siempre he creído que mi cine tiene corazón. Nunca seré ni misántropo ni nihilista”, apunta el director.
Conversacional, cruda y por momentos hasta vehemente, “Memory” sí inaugura en Franco una etapa de relevancia internacional, pasando de ser Premio del Jurado en Cannes con su anterior filme a trabajar con dos de los actores más solicitados del mundo. Y precisamente con Sarsgaard habló también LA RAZÓN, en esta ocasión citados por la serie “Presunto inocente” (AppleTV+), pero con la dificultad de interpretar a un personaje con problemas de salud mental como tema de conversación: “Lo que me hizo decir que sí fue la pureza artística de Michel Franco, la manera que tiene de hacer las cosas. Podría haberme sumado interpretando a cualquiera en su película, lo de la demencia era secundario, porque él tiene todo lo que yo busco en un director”, explicaba sincero el intérprete.
“La clase siempre es importante, y eso es algo que va a permear mi cine. Aquí, Sylvia, por ejemplo, va a casa de su hermana y tolera dinámicas que no le gustan, que no le acomodan, porque no tiene otra para que alguien cuide de su hija. La controlan, directamente. El dinero y la condición socioeconómica, aquí, condicionan las decisiones que toma cada uno y, como escritor, es un recurso que siempre está ahí. Solo tienes que leer a Dostoievski, que sorprendentemente o no habla muchísimo de dinero para darle realismo al camino de sus personajes”, apunta certero Franco sobre las dinámicas de clase que ha ido absorbiendo su cine. En “Nuevo Orden” el verde era esteta, pero también simbólico como motivo revolucionario; y en “Sundown”, con Tim Roth, la pregunta parecía acerca de la estabilidad emocional que puede o no aportar la clase. “Me gusta pensar que puedo poner la cámara en un sitio que no agobie al espectador”, añade el mexicano, sobre una “Memory” a la que no le da miedo abordar asuntos como el de los abusos sexuales o lo paupérrimo del sistema sanitario y de cuidados de países como Estados Unidos.
"Entiendo que el espectador se pueda sentir más en paz con el final, pero siempre he creído que mi cine tiene corazón. Nunca seré ni misántropo ni nihilista".Michel Franco
Sobrio y contenido salvo por el estallido final, materializado en uno de los mejores besos que se han visto en este siglo en el cine, “Memory” parece un ejercicio de madurez de Franco, más internacional en su proyección pero, sin embargo, mucho más personal en lo emotivo. El abrazo con el melodrama, quién sabe, parece ya rasgo característico del director que echa a volar y deja de querer ser profeta en su tierra. Por eso, y por el reciente cambio en la Presidencia de México, se hacía necesario despedir al director preguntándole por el futuro incierto de un país que, al menos en el aspecto cultural, siempre parece estar luchando contra sí mismo, su pasado y su idiosincrasia: “Prefiero centrarme en el cine, porque creo que, diga lo que diga, podría desvirtuar la salida comercial de la película. Las elecciones son momentos delicados, tensos en los países, y prefiero hablar de y con mi cine”, responde Franco, quizá un grado menos valiente que su propia filmografía pero siempre magnético.