Rojo

Jerry Lewis, el genio de la comedia estadounidense, fallece a los 91 años

En las últimas décadas su salud era delicada, sufrió varios infartos cardíacos, un cáncer de próstata, así como diabetes

Jerry Lewis durante un festival de Venecia
Jerry Lewis durante un festival de Venecialarazon

Hay tantas comedias como cómicos, pero solo unos pocos tienen el privilegio de tener un estilo propio hasta el punto de ser un subgénero en sí mismo.

Hay tantas comedias como cómicos, pero solo unos pocos tienen el privilegio de tener un estilo propio hasta el punto de ser un subgénero en sí mismo. Uno de ellos fue Jerry Lewis, que falleció ayer en su casa de Las Vegas a los 91 años de edad. Joseph Levitch nació en Newark (Nueva Jersey) en 16 de marzo de 1926 y subió todos los peldaños del mundo del espectáculo estadounidense. Con cinco años ya tenía metido el veneno de los escenarios en el cuerpo. A los 20 años ya estaba dando guerra junto a Dean Martin, pero ya se intuía que él era un cómico distinto, con un punto naíf, disparatado y, sobre todo, muy libre porque Lewis metabolizó la comedia tal y como se entendía hasta convertirse él mismo en un subgénero propio. Con Martin debutó en esos clubes que tanto les gustan a los estadounidenses, en los que los actores se abren paso entre el humo del tabaco y el estado etílico de los espectadores. Fue en 500 Club de Atlantic City. Su espectáculo no era corriente. Lejos de ser una sucesión de chistes tomaron prestado de Charles Chaplin, el Gordo y el Flaco y Buster Keaton el «salpstick» -en la que se mostraban burlonamente escenas de violencia física- y revitalizaron el género de variedades. Entonces empezaron las giras por toda la Costa Oeste hasta llegar a su primer destino, el Copacabana de Nueva York. En 1948 la televisión llamó a su puerta de la mano de Ed Sullivan, uno de los clásicos del género, aunque desde 1951 ya tenían su propio espacio. Luego llegó el cine, en el que intepretaron 18 películas que se ganaron los favores del público. Parecían la pareja perfecta. Y lo eran, porque se complementaban a la perfección, pero fuera de los focos empezó una lucha de egos que quebró su unión en 1956.

... Y Lewis empezó a caminar solo. Compagino con acierto la televisión, el cine y sus espectáculos en Las Vegas. Su crecimiento artístico era directamente proporcional al desarrollo de su ego. Protagonizó “Delicado delincuente” (1957), “Yo soy el padre y la madre” (1958) y “Lío en los grandes almacenes” (1963), entre otras. Ya había perfilado definitivamente su propio personaje: un chico no muy bien parecido, algo ingenuo, por lo decir bobalicón, que si triunfaba en el amor era gracias a su ternura. En 1960 decidió dar un paso más, uno de los más importantes de su carrera, ya que fue el director y guionista de “El botones”. Como Jacques Tati, uno de sus referentes, en la película apenas pronunció una frase, y fue al final, para depositar toda su actuación en lo que mejor manejaba: el lenguaje no verbal y la gestualidad. El propio Chaplin le felicitó. Sin complejos, ese mismo año interpretó a un extraterrestre en la película del mismo título. Tres años después llegó el mayor éxito de su carrera, “El profesor chiflado”, que también dirigió. El filme recaudó un fortunón para la época, 19 millones de dólares. En ella, ofreció todo su repertorio: una gestualidad hiperdesarrollada, unos movimientos corporales que parecían que era un hombre de goma. El actor se inspiró en Dr. Jekyll y Mr. Hyde y, en cierta forma, más allá de la comicidad, había una crítica implícita a la sobrevalorada belleza física que, en ocasiones, se convertía en sinónimo de éxito social. La cruz de la fortuna que por entonces le acompaña empezó a manifestarse. El público se estaba cansando de su estilo o eso parecía, ya que la taquilla empezó a flaquear. Volvió a la televisión con «El show de Jerry Lewis», que se mantuvo en antena durante tres etapas: en la cadena ABC en 1963, en la NBC, entre 1967 y 1969, y como firma sindicada en 1984. Sus ganancias se multiplicaban, ya que la ABC le brindó un contrato de 4,5 millones de dólares. Sin embargo, nunca estuvo entre los 30 programas de televisión en las temporadas en las que estuvo en antena. 1966 fue una fecha muy importante para él, ya que organizó el primer telemaratón benéfico en el día del trabajo cuyos ingresos fueron destinados a la Asociación de la distrofia muscular. Recaudó un millón de dólares. En los años 70 ya se emitía en 70 canales de todo Estados Unidos. Su labor por los más necesitados tuvo una consecuencia inesperada: en 1977 fue nominado al Premio Nobel de la Paz.

Como la mayoría de los cómicos, Lewis también tenía sus demonios interiores. Entre ellos la alta estima que tenía de si mismo, que le convirtió en un personaje muy controvertido. El cine y el mundo del espectáculo estaba cambiando y él no era capaz de seguir el ritmo. Protagonizó varias cintas intrascendentes como “Hardly Working” (1979) que no tuvo repercusión. En 1982, Martin Scorsese salió a su rescate con la cinta “El rey de la comedia”. En cierta manera era su biografía, aunque el personaje lo asumía Robert De Niro. Se alejó de la comedia para mostrar su registro dramático. En Hollywood se comentaba que Lewis estaba molesto ya que se sentía eclipsado por el protagonista de “Toro Salvaje” y la actriz Sandra Bernhard.

Su carrera siguió pero ya en el teatro, en Broadway, donde se metió en la piel del diablo en “Damn Yankees” con la que emprendió una gira por Estados Unidos. En 2003 prestó su voz a un personaje episódico en “Los Simpson” y tres años después intervino en “Ley y Orden”. Seguía en su mente “El profesor chiflado” que intentó reflotar para las nuevas generaciones sin fortuna, aunque sí que reconocieron su labor en el “remake” que protagonizó Eddie Murphy. Lo que sí logró es que la película tuviese una versión teatral que él mismo protagonizó.

En 2009, Lewis recibió el premio Jean Hersholt de la Academia de Artes y las Ciencias Cinematográficas por su trabajo humanitario y en 2004, algo que se antoja que le llegó demasiado tarde, añadió sus huellas al paseo de la fama.

El intérprete se casó en dos ocasiones: en 1944 con la cantante Patti Palmer con la que tuvo seis hijos. Uno de ellos, Joseph falleció en 2009. El matrimonio se divorció y se volvió a casar en 1983 con SanDee Pitnick, con quien adoptó una hija.

Algunos cómicos como Jim Carrey, Adam Sandler y Ben Stiller han intentado seguir sus pasos en vano.