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"El fred que crema": un potente drama rural con nieve, nazis y judíos en Andorra

Greta Fernández protagoniza la notable adaptación cinematográfica de Santi Trullenque enclavada en un pueblo andorrano durante la Segunda Guerra Mundial con la que el cineasta catalán ahonda en los matices del odio heredado y en la complejidad soterrada de los núcleos familiares
Nieve, nazis y judíos en Andorra
Nieve, nazis y judíos en AndorraAlfons TeruelAlfons Teruel
  • Periodista. Amante de muchas cosas. Experta oficial de ninguna. Admiradora tardía de Kiarostami y Rohmer. Hablo alto, llego tarde y escribo en La Razón

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En la boca fiera de unas montañas andorranas alzadas como dioses, entre las dentelladas rocosas de unos Pirineos inalterables y la violencia atmosférica de los cielos y los valles que coronan en silencio el invierno de 1943, existe un pueblo fronterizo en el que sus habitantes sobreviven al hambre, al miedo, al odio, a los secretos familiares y a la intimidad de las pasiones viscerales y en el que el cineasta catalán Santi Trullenque ha situado el escenario y pilar narrativo de su debut en el largo, "El fred que crema", adaptación de la obra teatral de Agustí Franch, quien además coescribe el guion. La historia orbita con histórico espíritu thrilleresco y contenciones de drama rural alrededor de un territorio de aislamiento donde el frío tiene ojos y la rudeza del inhóspito paraje omnipresente que lo abraza parece permanecer instalado en los apegos de sus vecinos; un lugar en el que resuenan los ecos de un conflicto cercano que estaba desmembrando a Europa, mientras el joven matrimonio formado por Antoni (interpretado por Roger Casamajor) y Sara (a quien da vida una extraordinaria Greta Fernández), humildes trabajadores de la tierra -defensores del pan y del aire- espera su primer hijo y esconde a una familia de judíos que huye de la persecución de los nazis en la buhardilla de su casa con la promesa de que solo permanecerán ahí un par de días.
Un fotograma de "Un fred de crema"
Un fotograma de "Un fred de crema"Imdb
Reconoce Trullenque en entrevista con LA RAZÓN –alumno privilegiado de Werner Herzog en la Rogue Film Shool–, que más que el marco histórico y el contexto de la Segunda Guerra Mundial en el que se desarrolla, "lo que me interesaba especialmente de esta historia era el drama familiar que lo sujeta, que al final es lo que me daba pie a trabajar sobre la idea del bien, el origen de la naturaleza del mal. La frase de Steinbeck que abre la película creo que lo resume a la perfección, ahí está contenida la esencia de la historia: “Toda bondad y heroísmo surgen de nuevo, para luego ser destruidos y volver a resurgir. El mal nunca triunfará, pero tampoco morirá”. Quería profundizar en ese mal primigenio que reside en las familias en forma de odio, un odio que tiene además la inexplicable capacidad de heredarse, de saltar de generación en generación y de forma increíble, pegarse a los que vienen después, los cuales siguen encarnando y reproduciendo ese odio que ya no les pertenece a ellos de manera directa pero que renuevan por una cuestión sanguínea. Algo visceral que no puedes explicar del todo y que nos condiciona mucho".
[[DEST:L|||"Quería profundizar en ese mal primigenio que reside en las familias en forma de odio"|||Santi Trullenque]]
"El fred que crema" orienta la mirada del espectador hacia una época en la que la tripa sufría tanto como la cabeza para hablar de una maraña enquistada en el centro de las decisiones familiares de sus gentes que actúa como un estrecho canal intenso y vinculante de reconocimiento, ira y rendición. "A medida que me hago mayor, le doy más importancia a la idea de la familia, me parece fundamental. Vivimos en un momento en el que caminamos hacia el lado contrario de esto, las grandes instituciones que han construido esta cosa que se llama civilización parece que se están desacralizando, repensando de alguna manera: la naturaleza de la familia, qué es, cómo debe ser. Y sin embargo yo le doy mucha importancia a mi padre, a mi madre, a ese núcleo, con todas sus cosas buenas y malas. Imagínate la cantidad de familias que hay en el mundo ¿no? buenas, malas, felices a su manera. Dramáticamente no hay nada más imbatible que una familia yo creo. No sé si te has fijado alguna vez pero es curioso cómo la gente que habla de su familia (aunque ésta sea horrible) normalmente tiende a justificarla, incluso los malos actos: de puertas para fuera mi familia es intocable (aunque igual sean unos hijos de puta). Existe esta cosa como muy mediterránea, muy italiana, de protección", apostilla Trullenque sobre el compendio de matices aprovechables que en términos audiovisuales sigue teniendo la familia.
Un fotograma de "Un fred que crema"
Un fotograma de "Un fred que crema"Imdb
Interesado por la figura de los pasadores, estos guías voluntarios que ayudaban, cobijaban y facilitaban el flujo migratorio de los refugiados de guerra -salpicados en ocasiones por las manchas de la Leyenda Negra de Andorra que afirmaba que algunos de ellos aprovechaban también para saquear a judíos adinerados o delatarlos a cambio de favores- y convencido de la fuerza dramática de las historias reales que iba recogiendo, Agustí Franch escribió "Fred", la obra teatral en la que se basa la película y tiempo después le propuso a Santi llevar a cabo la adaptación: "Agustí y yo ya habíamos trabajado juntos y en un momento dado me propuso explorar la posibilidad de adaptar esta historia. Los protagonistas están forjados a frío y piedra, son gente determinada por el medio que los rodea, que en este caso son estas montañas de más de 2.000 metros, rodeados de este frío cruel e implacable y en este sentido me parecía importante que el condicionamiento se representara bien a través del carácter de las personas. Gente que vive para dentro, en el tormento del silencio, en el dolor de arrastrar secretos y convivir con ellos aunque te hayan condenado a la pobreza", aduce el cineasta.
[[DEST:L|||"La historia nos dice que el mal existe, que los lobos también y que hay que enfrentarse a ellos"|||Santi Trullenque]]
Como efectista contrapunto, un siniestro capitán de la Gestapo llamado Lars y destinado en el pueblo que irrumpe en casa de Sara precipitando una cadena de dramáticos acontecimientos, sostiene, en alegórico ejercicio de encarnación del mal, el peso interpretativo del malo arquetípico, del nazi animalizado y salvajemente despiadado que actúa como el lobo del cuento. "A Lars lo utilizo como estereotipo del malo malísimo, el forastero que llega al seno de una comunidad para destruirla y precipitar la tragedia. Es el lobo con el que tendrá que enfrentarse caperucita al final. El cuento invertido. La historia nos dice que el mal existe, que los lobos también y que hay que enfrentarse a ellos. Vivimos un momento en el que nos hemos acostumbrado a ser corderos y parece que estamos esperando que venga el lobo a comernos y no. A los lobos hay que cazarlos". Prepárense para apuntar con precisión: ha llegado el frío.