Cine

Kazuo Ishiguro: “Estoy profundamente en contra del sentimentalismo”

El Nobel británico adapta en “Living” el hermoso e inmortal clásico trabajo de Kurosawa

Bill Nighy protagoniza "Living", una nueva versión del clásico de Kurosawa
Bill Nighy protagoniza "Living", una nueva versión del clásico de KurosawaLa RazónLa Razon

En una esquina de la mesa que media entre su silueta y la nuestra y separa las futuras preguntas de las preclaras respuestas, se puede advertir una pequeña pila de libros que algunos de los compañeros periodistas han dejado con anterioridad y excitación para que se los firme. Conversar con un Nobel como Kazuo Ishiguro está claro que complica considerablemente la tarea de camuflar la admiración. Pero el bálsamo de normalidad taciturna que invade su gesto, la sencillez no pretendida que corona su mirada, consigue equilibrar el ejercicio.

El novelista británico de origen japonés detuvo sus pasos hace unos meses en el Hotel Maria Cristina de San Sebastián para presentar como guionista “Living”, una hiriente y elegante adaptación del clásico de Kurosawa que llega hoy a las salas y que está protagonizada por un Bill Nighy sobresaliente en el arquetipo de inglés anodinamente burocrático al que le diagnostican una enfermedad terminal. Sobre el valor asumido de la vida, el inesperado arrebato de la muerte, pero también sobre lo insuficiente que resulta el tiempo cuando tomamos consciencia de que se acaba y la urgencia por aprender a leer la felicidad al descubrir que nunca hemos sabido interpretar sus subordinadas habla este delicado trabajo dirigido por Oliver Hermanus en donde la mano del maestro en el guion confiere al dinamismo narrativo de la historia una más que apreciable pátina de energía bellísima.

¿Dónde nace el amor por las imágenes en movimiento de un experto en la sonoridad de las palabras?

Con cuatro años mis padres me llevaron por primera vez a un cine de Nagasaki a ver una película de miedo cuyo nombre no consigo recordar ahora mismo. La experiencia me emocionó tanto que en una sola semana fui tres veces a verla. Recuerdo que decía en casa “me dan mucho miedo los monstruos que salen pero estoy convencido que como ya he pasado por el mal trago de verla una vez, mañana seré más valiente para enfrentarme a ellos”. Y entonces volvía a la sala, me volvía a dar miedo y me volvía a tapar con la chaqueta los ojos. Desde entonces el cine es uno de mis grandes amores y tengo el dvd de esa película en casa para recordármelo.

No es la primera vez que se enfrenta a la escritura de un guion cinematográfico, pero sí la primera que se lanza a la adaptación de uno de ellos.

Soy novelista y un gran admirador del cine, de modo que situarme en el papel de guionista para mí es toda una aventura, algo inusual. Pero en este caso particular existe un componente emocional inmenso porque yo he crecido viendo las películas de Akira (Kurosawa). Cuando tenía veinte años no tenía ni idea de lo que quería hacer con mi vida, dónde llegaría a estar, pensaba que tenía una rutina bastante rutinaria, típica de funcionario y el cine de Kurosawa me mandaba mensajes poderosísimos. Al ver “Living” por primera vez me di cuenta de que no necesitaba grandes fantasías, ni ser una gran estrella o llenar estadios para tener una vida realmente importante o significativa.

¿Las vidas corrientes han dejado de suscitar admiración?

Llevo toda mi vida con esta idea de satisfacción que me producen las vidas pequeñas en mi cabeza, la importancia de las cosas corrientes y últimamente creo que parece más difícil que nunca trasladar este tipo de mensajes a las nuevas generaciones. Pienso que el mundo puede ser más complicado en muchos más sentidos de los que ya advertía Kurosawa en la película. Especialmente por el contexto histórico en el que nos movemos, plagado de capitalismo tardío, que nos separa como individuos en diferentes cajas y nos impide adivinar cuál es el sentido de todo eso, qué pasa con nuestra contribución, qué clase de huella dejamos. Trabajamos infinidad de horas durante demasiado tiempo y creo también que una herramienta como Internet ha contribuido a ese encierro progresivo.

Igual que le ocurre al personaje de Williams, ¿alguna vez ha llegado a percibir como aterrador el hecho de no saber qué hacer con su tiempo?

No tengo ni idea de cómo me enfrentaré a esto el día de mañana pero espero tener el coraje de Williams sin duda. Todo el mundo tiene un márgen de error grande cuando trata de pensar en cómo afrontaría determinada situación, basta pensar en algo para terminar haciendo o pensando exactamente lo contrario. Como dice Akira y pone en práctica Mr. Williams, la muerte es un episodio al que nos enfrentamos solos y en la conversación que debes tener contigo mismo al reflexionar sobre tu vida no debe estar nadie presente. En mi caso, me gustaría pensar, llegado el momento, que he sido muy afortunado en todo, tanto en mi trabajo como con mi familia.

Teniendo en cuenta su pasión por la música y su experiencia tocando en clubes durante su adolescencia, ¿no se ha sentido tentado de componer la banda sonora de la cinta?

(Ríe). La relación entre la imagen y el sonido está en el corazón del cine, pero algo tan relevante como la banda sonora debe correr a cargo de la elección del director. Sí que es cierto que la canción tradicional escocesa que canta borracho Williams en el bar la escogí yo porque mi mujer siempre la tararea en casa y me pareció buena idea proponerla.

¿Cómo narrar una realidad dramática sin incurrir en pornografía emocional?

Es algo muy complicado la verdad. La cinta de Kurosawa es casi perfecta aunque a ratos cae en el melodrama y para mi gusto, su protagonista resulta demasiado emocional a ratos, por eso le dimos otra tonalidad al personaje de Bill Nighy. Pero tengo que decir que sin embargo el drama me parece un género muy importante, no lo menosprecio. Bette Davis en “La Carta” es una maravilla, la propia “Rebeca” de Hitchcock o cualquiera de Douglas Sirk. De lo que estoy profundamente en contra es del sentimentalismo o las emociones falsas y las películas que se aferran a eso proyectan una visión falsa del mundo. Creo que es muy fácil emocionar al público matando un perro en la pantalla, pero si lo haces a través de tramas que no son reales, estás haciendo trampas y eso no me gusta. Tampoco en la vida.