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Paul Preston: «La Transición fue un milagro»

Paul Preston: «La Transición fue un milagro»
Paul Preston: «La Transición fue un milagro»larazon

Se reeditan dos de sus títulos clásicos sobre la Segunda República y la Transición.

Paul Preston acaba de sacar de la mano de Debate la reedición de dos de sus trabajos más conocidos, «La destrucción de la democracia en España» y «El triunfo de la democracia en España», pero no vendrá por ahora a nuestro país. «Estos días no se puede imaginar la de compromisos que tengo y me habría sido imposible viajar. Entre otras cosas, estoy preparando una visita a Palacio porque me nombran Caballero del Reino», asegura el historiador.

– Iban a escribir una trilogía. ¿Por qué no la completó?

–El manuscrito original del primero fue mi tesis doctoral hace muchos años. En los años siguientes fui recopilando material con la idea de seguir lo que sucedió a los demócratas derrotados del primer libro. Ese tomo iba a titularse «La lucha por la democracia». Lo que pasa es que fui acumulando material de los políticos del exilio y de la oposición y nunca acabé un libro en el que iba a hablar de la contribución de la oposición antifranquista a la Transición. Porque no fue así. El franquismo no fue derrocado por la oposición antifranquista y sí fue una negociación entre los elementos más moderados de la izquierda con los elementos más progresistas del franquismo.

–¿Cómo ve el estado de salud de la Constitución en su cuarenta aniversario?

–Mucha gente utiliza la situación de los últimos años para criticar la Constitución y subrayar sus defectos. No estoy de acuerdo. Antes de aceptar la proposición de la editorial volví a leer el libro y subscribo mi entusiasmo por el proceso y hasta la derrota del «tejerazo». Creo que, en el contexto en que se hizo la Transición, fue la mejor posible teniendo en cuenta la fuerza del franquismo, unas fuerzas armadas entrenadas para impedir la democracia y los miles de falangistas con cientos de armas. Sigo creyendo que la Transición fue una maravilla. Lo que pasa es que después ha habido errores políticos. Ahora vivimos en Europa, sobre todo en Gran Bretaña, una época de una incompetencia política vergonzosa. Un problema ha sido la memoria histórica y lo poco que se ha hecho por reconocer a las víctimas del franquismo. Luego está la corrupción, aunque difícilmente la Constitución podría haber impedido la explosión que hemos vivido. Y el conflicto catalán, que parece insoluble y que con algo de compromiso podría haberse resuelto antes.

–¿Cómo habría sido ese segundo tomo que no escribió?

–Tenía una idea bastante romántica de lo que era la lucha antifranquista, que fue bastante heroica. Lo que pasaron los de la resistencia interior fue una cosa tremenda. Aún así, como dije antes, mi idea era que lo que hicieron muchos era un sacrificio en vano. El trabajo que hice en ese momento, por ejemplo, sobre el papel de los comunistas, sigo pensando que fue heroico.

–¿Qué le parece que hoy se cuestione la Transición?

–Para enjuiciarla hay que ver el contexto. Franco murió, pero no cambió tanto las cosas. A lo largo del franquismo hubo una especie de lavado nacional, porque era un régimen muy autoritario, se creó el franquismo sociológico. Entre dos y tres generaciones se criaron en un ambiente en el que se decía que Franco era el hombre providencial, mandado por Dios para salvar a España. En ese contexto, la Transición fue un milagro.

–¿Qué le parece la gestión de la exhumación del dictador?

–Creo que el deseo de hacerlo es más que comprensible. Por más que se diga que el Valle de los Caídos es un monumento a los caídos de ambos bandos, eso no es así. Fue concebido por el mismo Franco, y él lo dijo claramente, como un monumento a sí mismo. Pensar que en la España democrática hay un monumento al dictador para muchos es vergonzoso. Pero si es verdad que lo van a exhumar para llevarlo a la Almudena, es peor. Una solución habría sido un entierro con honores militares en el mar. La ventaja es que no sería lugar de peregrinaje, pero también podría tomarse como algo que querría el mismo Franco, cuya gran ambición era ser marino.

–En el libro reivindica la figura de Don Juan Carlos.

–Sí. Los errores que ha cometido pueden justificar críticas en los últimos cinco o diez años, pero eso no cambia en absoluto el servicio que hizo a España. La contribución histórica de Don Juan Carlos es inmensa. No digo que él hiciera la Transición, porque eso fue consecuencia de una presión del pueblo español, pero la facilitó. Fue nombrado para ser el sucesor de Franco y mantener el sistema. Cuando Franco hablaba de «atado y bien atado», se refería a que había dejado así a Don Juan Carlos, aunque muchos ministros le advertían que no había que fiarse de él. En las primeras elecciones, en junio de 1977, actuó como el bombero de la democracia, arriesgando su vida frente al terrorismo de ETA y el golpismo.

–¿Qué lecciones podemos aprender de ese pasado?

–Sin una capacidad de compromiso no vamos a ninguna parte. Ese concepto apenas existe en España y, gracias a los extremistas del Brexit, está desapareciendo del diálogo político en Gran Bretaña. Es una gran tragedia.