Crítica de teatro

“De algún tiempo a esta parte... Fracaso?”: Y con la libertad… ¿qué hacemos? ★★★☆☆

La pieza de Max Aub, adaptada ahora por Maite Pérez Astorga, nos coloca ante el triste presente que todos conocemos

María Pujalte y Ana Rujas protagonizan esta versión del texto de Max Aub
María Pujalte y Ana Rujas protagonizan esta versión del texto de Max AubJose Alberto Puertas

Autor: Max Aub. Directora y adaptadora: Maite Pérez Astorga. Intérpretes: María Pujalte y Ana Rujas. Teatro Español (Sala Margarita Xirgu), Madrid. Hasta el 30 de enero.

Extraña e interesante propuesta, esta que ha presentado Maite Pérez Astorga a partir del monólogo de Max AubDe algún tiempo a esta parte. Parece que la directora se ha tomado al pie de la letra ese dogma, tan traído y llevado, de que “es necesario tender puentes entre los clásicos y el presente”, porque eso es lo que ha pretendido hacer de forma manifiesta en esta obra que trata sobre la evolución del ser humano en su relación con la libertad durante prácticamente el último siglo. Una reflexión muy oportuna que se articula en dos partes bien diferenciadas, pero ligadas conceptualmente de manera inteligente.

En la primera parte, que es la que se asienta directamente en el texto de Aub, vemos a una mujer que ha perdido a su marido y a su hijo y cuya existencia se va consumiendo ante el avance del nazismo en la Viena de 1938; una mujer sencilla, acosada en aquella deriva ideológica y política, que anhela la libertad individual porque entiende que esta es garante indispensable de la dignidad. María Pujalte se mete en la piel de esta Emma, un personaje creado por el escritor “valenciano” para advertirnos del peligro del auge de unos regímenes, los totalitarios, que a él mismo lo hostigarían durante muchísimo tiempo. La popular actriz, quizá impelida por su directora, deja un tanto enfangado a su personaje dentro de las coordenadas de un drama realista que el espectador no puede ver bien, porque la propuesta, escénica y literariamente, parece en todo momento invitarnos a la abstracción. Llegaría mejor al público, por tanto, una Emma que se alejara más de su anecdotario particular, una mujer más puramente reflexiva, incluso más grave e intelectualizada.

En la segunda parte, toma el relevo del relato otro personaje distinto, una joven de nuestro tiempo, interpretada por Ana Rujas, que, en un monólogo vertido casi a modo de pensamiento automático, nos coloca ante el triste presente que todos conocemos, una vez que hemos conquistado ya aquella libertad con la que Emma había soñado. La realidad se muestra demoledora: el servilismo ha evolucionado hacia el egoísmo más absoluto; el capitalismo ha degenerado hasta tal punto que el ser humano ha dejado de ser esclavo del poderoso para ser esclavo de sí mismo, de su propio rol dentro de la sociedad de consumo. Si aquella mujer del 38 no podía ser feliz dentro de una cárcel que otros querían construir para ella, esta mujer de hoy, asumiendo todos sus autoengaños y contradicciones, parece empeñada en construir para sí misma otra cárcel en la que pueda resultar, al menos, a los ojos de los demás, un poco más glamurosa que antes. Rujas, en un papel mucho más cómodo que el de Pujalte, cumple bien su cometido soltando un texto deliberadamente caótico que fluye como la incontinente cascada de sensaciones y opiniones contradictorias en la que hemos convertido la vida. En esta parte de la obra falta un poquito de consistencia literaria, de argumentación lógica; y sobra toda esa exhortación final que tan mal casa con la idea de libertad que se quiere defender. Pero sí hay un convincente itinerario argumental y dramático como eje de toda la función que nos permitirá, después de recorrerlo como espectadores, reconocer nuestros erráticos pasos en el curso de la historia reciente en pos de nuestras propias conquistas.

Lo mejor

La conexión tan acertada que muestra la directora entre el presente y un texto a priori tan alejado socialmente de él.

Lo peor

El tufillo a libro de autoayuda que tienen los mensajes que se proyectan al final de la obra.