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Krystian Lupa: “La muerte de John Lennon fue como el sacrificio de Cristo”

El director polaco llega a la Sala Roja del Canal con un viaje de cinco horas que llevará al público a los tiempos de la New Age para soñar con un mundo mejor
Natalia Kabanow

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Llega Krystian Lupa a Madrid con un “viaje”, define, de cinco horazas. Una miniatura al lado de aquel día completo que costó subir al Monte Olimpo de Jan Fabre, pero, aun así, todo un hito en esta era fugaz de la impaciencia. Y es que para el director polaco no son más que “prejuicios” eso de que el público no aguanta más de dos horas sentado en su butaca; cosas “de la actual práctica comercial...”, afirma. Así llega Imagine a los Teatros del Canal para retroceder al mundo de la contracultura de los años 60 y 70, de la New Age, “a los tiempos de la identidad y la revolución cultural”. Sueña Lupa con una sociedad sin guerras ni fronteras; sin odios ni propiedades, pero también sin religión. Mientras, Lennon se eleva a la categoría de dios supremo.
–¿La letra de «Imagine» (la canción) es una utopía?
–Tenemos problemas con la palabra “utopía” porque existe una tendencia a entenderla como algo ridículamente imposible; y lo que existe en este momento es la “distopía”, que es lo contrario. Si entramos en la definición, la utopía es la posibilidad de tener un mundo mejor. El ser humano tiene ese afán de llegar hasta ahí porque sabe que es posible. Nacemos dentro de una sociedad no para matar sinfín ni para destruir el mundo. Cada vez tenemos un entendimiento más tierno, más recíproco, más sentido, más empático... Hasta hace poco, esto era una utopía; sin embargo, se puede decir que ya practicamos la tolerancia de una manera más profunda. Sentimos que el racismo es malo, apreciamos más a las mujeres y comprendemos que pueden tomar el liderazgo, empezamos a luchar contra el maltrato... A todos nos aterrorizan las caídas y las regresiones, como puede ser el ejemplo de Putin, tanto la persona como el fenómeno.
–¿Qué significó la muerte de John Lennon en 1980?
–Es horrible y muy extraña. Me recuerda mucho al sacrificio de Cristo porque es una muerte sin un sentido más profundo. Lennon se convirtió en víctima, no solo por haber sido una estrella, también por ser gurú del pacifismo, una de las personalidades del New Age; y por su lucha contra el mundo antiguo, la guerra, el patriarcado y el racismo, contra ese pensamiento del hombre blanco del siglo XIX. Su muerte es muy simbólica, se ha convertido en inmortal.
–¿Por qué fracasó tan pronto el espíritu pacifista?
–El pacifismo es solo un fragmento de una idea y de un proceso: LGBT, feminismo, lucha contra el racismo, contra el uso de la fuerza, ecologismo... todo estaba unido entre sí. Y mucho han cambiado estos temas desde mediados del siglo XX. Ahora tenemos la sensación de estar inmersos en una oleada regresiva. Sigue existiendo el temor ante estos cambios, un temor muchas veces de naturaleza religiosa. Lo nuevo, lo no enraizado en las sociedades humanas, normalmente entra en una fase negativa. Probablemente estemos en la parte inferior de una línea sinusoidal.
–¿Necesitamos soñar con sociedades imposibles?
–¿Imposibles? Muchas cosas inalcanzables para épocas anteriores fueron alcanzadas de repente. Sin sueños no hay desarrollo.
–¿Cómo es su mundo ideal?
–Yo no sueño con un mundo donde todo se consigue y todo está arreglado. Es la paradoja del cielo, del que incluso Dante no supo escribir nada interesante, porque no había nada que hacer, solo aburrimiento. Cada peldaño alcanzado por el Humanismo crea una nueva perspectiva de objetivos que alcanzar, es lo que no comprenden los conservadores de derechas. Es este, el continuo desarrollo del Humanismo, el objetivo de nuestro mundo; sin alcanzar este objetivo no podremos hacer frente a los peligros y amenazas globales.
–¿Se puede decir que un mundo hippie es un mundo mejor?
–En esa generación estaba presente un deseo intenso hacia algo mejor, y eso es lo que importa. Una energía luminosa. Sobre los resultados se puede discutir. Empezaron una lucha contra los valores falsos, contra las supersticiones y prejuicios, contra estereotipos anacrónicos... La revolución de esa generación está en el camino hacia el ser humano.
–¿Tiene fe en la raza humana? ¿Tiene esperanza en el futuro de nuestra sociedad?
–Sin esta esperanza no merece la pena vivir, y no merece la pena ser artista. Incluso cuando la perspectiva de hoy en día es muy oscura.
–Este proyecto comenzó antes de que Rusia invadiera Ucrania, ¿siente que Imagine (la pieza teatral) es más necesaria que antes?
–Sí. La invasión contra Ucrania se introdujo violentamente en nuestro trabajo y cambió su dirección. Creo que es desesperadamente más necesario.
–¿Uno de los males de hoy es que se ha politizado todo?
–Tanto es así que los políticos se convierten cada vez más en una casta para ellos mismos y las imperfecciones estructurales de la democracia favorecen la degradación de esta casta. Faltan seguros contra la deriva de los gobiernos y partidos totalitaristas y fascistas, que es una regresión antihumanista.
–¿Siente que hemos retrocedido varias décadas: menos igualdad, una guerra “mundial”, ascenso de ideologías extremistas, pérdida de valores...?
–Exactamente.
–¿El resurgimiento de los fascismos, el cambio climático y otros problemas actuales harán que vuelva el espíritu de los 60-70?
–Tengo esperanza en ello, tengo la sensación de que intentamos articular en nuestro espectáculo que esto ya ha empezado.
–¿Imagine volverá a convertirse en un himno necesario?
–¡Tratamos que sea así!
  • Dónde: Teatros del Canal (Sala Roja), Madrid. Cuándo: 28 y 29 de octubre. Cuánto: desde 9 euros.