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Declan Donnellan: "Shakespeare convirtió las cuatro palabras más aburridas ['Ser o no ser'] en la pregunta más inquietante"

El director británico regresa a Madrid con otro clásico: esta vez, 'Hamlet'. Renueva la historia del príncipe de Dinamarca con un montaje sencillo, "que no simplista", apunta
Declan Donnellan: "Shakespeare convirtió las cuatro palabras más aburridas ['Ser o no ser'] en la pregunta más inquietante"
La de Declan Donnellan se ha convertido en una visita habitual a Madrid; rara es la temporada teatral que no cuenta con una dirección del británicoAlbert Dobrin
Julián Herrero

Madrid Creada:

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Para Declan Donnellan (Mánchester, 1953), no volvemos a los clásicos en busca de respuestas, sino porque en ellos están las cuestiones que hay que poner sobre la mesa. No esconde que, por supuesto, le «encantaría» tener esas respuestas, pero que, de momento, a su edad, se conforma con esto: «Las grandes obras de arte tienen a hacer preguntas, mientras que las obras menores, a menudo, dan respuestas». 
De este modo justifica el director británico su regreso al 'Hamlet' de Shakespeare. Y lo hace sin pretensiones, sin decir que su versión es especial por descubrir un nuevo enfoque o por deconstruir la historia o al personaje. Lo suyo es mucho más mundano: «Todo lo que hace alguien, de alguna manera, es especial, único». Simplemente defiende este montaje –que estará en los Teatros del Canal (Sala Verde) este fin de semana– como «especial» por ser una producción nueva, «un grupo diferente. El espacio y el tiempo siempre están cambiando».
Su compañía, Cheek By Jowl, se ha asociado en esta ocasión con el Teatrul National Marin Sorescu de Craiova, Rumanía, para representar una «verdadera tragedia, aquella en la que nuestros autoengaños nos destruyen». Esa es una «idea muy útil» –explica el inglés– «para conectar con lo que llamamos tragedia»: «Usamos el término de manera muy libre; cualquier infortunio, como una erupción volcánica que mata personas, se describe como “trágico”. Sin embargo, ayuda ver que aquí se aplica correctamente a alguien que, sin saberlo, se destruye a sí mismo. Y cuando vemos eso, nos damos cuenta de que la tragedia es más general de lo que podríamos haber imaginado. Se trata realmente de por qué nos destruimos a nosotros mismos».
Vlad Udrescu, en la piel del príncipe de Dinamarca
Vlad Udrescu, en la piel del príncipe de DinamarcaAlbert Dobrin
Con el príncipe de Dinamarca en escena, resulta imposible obviar su frase más famosa, «Ser o no ser». Donnellan la entiende como un hito: «Un aspecto asombroso del “Ser o no ser” es que Shakespeare toma cuatro de las palabras más aburridas del idioma inglés y consigue construir la pregunta más inquietante a partir de ellas». El director de 'Hamlet' no pretende entender la pregunta, ni siquiera lo necesita. Aunque lo que sí busca es «que la pregunta nos aceche».

Una respuesta obvia

La respuesta, asegura, es obvia: «Es “¡ser!”». «¿De modo que en lugar de hacer preguntas sobre la existencia que no tienen respuesta, deberíamos simplemente abrazar la vida y poner un pie delante del otro?», se pregunta y se responde: «Excepto... que la pregunta sigue atormentando a muchos, incluido yo mismo. Parece importante sobre todo porque no entendemos el “por qué”. La pregunta ha perseguido a los filósofos desde mucho antes de Sócrates, algunos la hacen y otros han respondido que como no hay respuesta para la pregunta, no tiene sentido plantearla».
A lo que hace alusión Shakespeare con esas cuatro palabras es «al hecho de que nos gusta ser cosas»: «A mí me gusta ser director de teatro; alguien quiere ser enfermero; otra persona quiere ser médico. Hay todo tipo de cosas que queremos ser, pero creo que necesitamos pensar...». Donnellan cuenta cómo, «de alguna manera, cada uno de nosotros se siente insultado por el universo, y el insulto es que somos temporales. No podemos superar, creo, el absurdo de que mi conciencia no estará aquí dentro de 50 años. Es como si algo nos hubiera sido quitado, en lugar de que ese algo nos hubiera sido dado. Nos gusta ser cosas porque nos traen ilusiones de permanencia e infinitud», argumenta.
Donde Declan Donnellan prefiere no arriesgarse es fuera de las tablas. Y para pisar sobre terreno firme, el director celebra trabajar en Rumanía porque «allí existen compañías de teatro permanente», lo que, para él, «significa que si hago una obra con actores y nos llevamos bien y nos divertimos, entonces podemos trabajar juntos en una segunda obra». Prefiere no trabajar «con demasiados desconocidos» y sí rodearse «de caras familiares porque las conexiones entre las personas son más seguras y confiables. Podemos ir a lugares más interesantes y disfrutar más».
Y es en ese espacio seguro desde el que se acerca la acción al público, y viceversa. El británico no quiere comodidades en las butacas, «que no puedan simplemente sentarse en el auditorio, sino que tengan que inclinarse hacia adelante», dice. El espectador «debe ser capaz de escuchar a los actores respirar, casi sentir su latido del corazón, y ver los cambios en sus expresiones. Es parte de “Hamlet”. No se trata de algo inteligente, sino que tenemos que ser parte de la experiencia».
Lo que no varía es el «estilo Donnellan». Reina lo simple, como en 'Edipo', que también se pudo ver en Madrid el año pasado. «Simple, que no simplista», puntualiza un director que busca el término medio: «Las cosas puedes ser simples, pero no reducirlas demasiado y distorsionarlas. La complejidad no es una virtud en sí misma».
  • Dónde: Teatros del Canal, Madrid. Cuándo: hasta el domingo. Cuánto: desde 30 euros.