Igor Gandra (Teatro de Ferro): "Vivimos en un mecanismo de chantaje político"
La compañía portuguesa visita Madrid con la recuperación de 'Dura Dita Dura' en el año del 50 aniversario del final del Estado Novo
![Igor Gandra es responsable de la dirección, la escenografía y el manejo de los títeres](https://imagenes.larazon.es/files/image_1600_900/uploads/2024/11/29/67497c16bfbe1.jpeg)
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'Dura Dita Dura' se creó hace quince años, 35 años después del final de la dictadura portuguesa, pero, como explica el equipo de Teatro de Ferro, no pasa de moda. En 2024 se cumple medio siglo año se cumplen 50 de la caída del Estado Novo y el Festival de Otoño ha aprovechado para rescatar un espectáculo que evoca mediante títeres aquel periodo oscuro del país vecino. Una atmósfera que definen como "terror sordo" que parecía haberse dejado atrás.
Sin embargo, esta compañía portuguesa, lejos de pasar página, quiere evitar el borrado de aquel periodo y mantener muy presente lo que puede pasar si se cumple aquello de que "la visa es cíclica y el hombre está condenado a repetir sus mismos errores".
La pieza que expondrán en Madrid (Canal) este fin de semana es justamente el reverso de aquella celebración de abril del 74. La compañía de teatro de títeres y objetos, fundada en 1999 por Carla Veloso e Igor Gandra, y su nombre ("Teatro de Hierro") implica "una posición moral de resistencia, pero al mismo tiempo cambiante", presentan.
Regresa de este modo un cuento que dice así: "Había una vez un niño que vivía en un pequeño país bordeado por un vasto océano. Se decía que desde ese país hombres de gran estatura [y hombres de todos los tamaños] se habían hecho a la mar en busca de otros países y otros pueblos...". Es la historia de Baltasar, un niño "que no habla pero escucha" y que vive en un pequeño pueblo perdido, "pero vigilado y autovigilado". Son los propios vecinos lo que se espían unos a otros.
En el centro queda Baltasar, un niño que se queda mudo y al que Gandra define como "una metáfora de la represión a la que estuvo sometido el pueblo portugués. Entre la policía política y los denunciantes profesionales e informales, ciertas opiniones podían ser muy peligrosas". Por todo esto, continúa, "la gente sentía que lo más seguro era no hablar".
En el caso de 'Dura Dita Dura', este mutismo generado por el miedo "se manifiesta como una enfermedad que afecta, o infecta, todos los ámbitos de la vida individual y colectiva", explica.
En el escenario, una multitud de pequeñas figuras humanas evolucionan dentro de un "jardín incoloro" que representa ese pasado oscuro. Combinando las marionetas con texto y música, esta recreación fabulada del pasado portugués se presenta en un lenguaje accesible, para todas las edades. Como asegura el marionetista Igor Gandra, es un espectáculo "para ver, oír, pensar y hablar"
![El marionetista de Teatro de Ferro asegura que, para los títeres, se inspiró en los cuerpos petrificados de Pompeya](https://imagenes.larazon.es/files/image_672_378/uploads/2024/11/29/67497c537deb7.jpeg)
-¿Qué nos aportan los títeres en comparación con el trabajo de unos intérpretes?
-Estas marionetas son un poco diferentes. Son como imágenes de personas petrificadas, cristalizadas. Me inspiré en las figuras de Pompeya, en esos cuerpos inmovilizados por la lava. A lo largo de la obra, estas marionetas son poco animadas o manipuladas, se presentan más como esculturas que se van descubriendo a lo largo del espectáculo para ocupar un lugar predeterminado en la narrativa y en el escenario. Una condición que termina por reforzar la imagen opresiva de un inmovilismo que se opone al potencial coreográfico y teatral al que las marionetas nos tienen acostumbrados.
-En el programa de mano se dice que van "a contracorriente" de los reportajes que hablan del final de una época. ¿Se quiere borrar la dictadura de Salazar?
-Este trabajo nuestro también trata sobre el deber de la memoria. En Portugal hemos realizado innumerables veces charlas con el público después del espectáculo. En esos encuentros, muchas veces las personas mayores celebraban la posibilidad de volver a pensar sobre su propia vida durante ese tiempo. Es muy interesante notar que, aunque en muchos casos se reconocía la dureza de las condiciones de vida y la injusticia, en otros se constataba cómo esas circunstancias eran, en su momento, percibidas como naturales o inevitables: estaban normalizadas. Con cierta frecuencia también, los más jóvenes aprovechaban para expresar el orgullo por algún pariente mayor resistente antifascista. Todo esto es materia de reflexión y debate; nada útil para la inteligencia vendrá del borrado del pasado.
-¿Encuentra esta pieza más necesaria que nunca en los últimos años?
-Surgió de una inquietud compartida por la autora [Regina Guimarães] y por mí. Sentíamos que era importante pensar y hablar sobre el tiempo antes de la Revolución del 25 de abril de 1974, entender cómo ciertos aspectos de la vida bajo el régimen de Salazar habían dejado huellas profundas en el sentir colectivo de nuestro pueblo. Por eso creamos este espectáculo, que nunca ha dejado de presentarse a lo largo de estos 15 años, sumando ya muchas decenas de representaciones en Portugal y en Francia. Este año celebramos en Portugal los 50 años del fin de la dictadura, un evento cuyos efectos tuvieron repercusiones en toda Europa, empezando por España. Pero estamos hablando de una creación artística, es una obra poética con una base histórica que, a través de la mirada de un niño llamado Baltasar, se centra en un aspecto particular, aunque no desconectado de todo lo demás: la imposibilidad de expresarnos, incluso de manifestar el desacuerdo con determinada situación. Creo que, dentro del marco de una visión democrática del mundo, es una cuestión que sigue siendo siempre actual.
-¿Regresan los ecos de las dictaduras del pasado?
-Una de las formas de control más eficaces de las dictaduras ibéricas, además de la fuerza bruta del Estado contra las libertades individuales y el derecho de asociación, del uso de la religión, de la delación, etc., fue la pobreza. Mantener a la población al límite de la supervivencia, sobre todo en las áreas rurales, también fue un instrumento de sujeción. Los tiempos son otros y la realidad socioeconómica hoy es muy diferente. Actualmente, los mecanismos tecnológicos para la vigilancia y la manipulación ideológica parecen más eficientes y extensivos que nunca. La privacidad es cada vez más difícil de mantener y la libertad de movimiento puede ser revocada con mayor facilidad de lo que podríamos imaginar hace poco tiempo. El disenso ha sido progresivamente reprimido; el ejemplo más reciente es la forma en que se ha tratado a aquellos que protestan contra la masacre del pueblo palestino en algunos países europeos y no solo. Es una situación compleja, pero una cosa que 'Dura Dita Dura' nos muestra es que la llama, aunque vacilante, de la libertad puede encenderse en los contextos más improbables.
-¿Teme la explosión definitiva de los grupos afines a esos regímenes?
-El proyecto europeo ha desperdiciado el capital de esperanza que despertó en decenas de millones de personas. En este proceso, los países han perdido algunos instrumentos fundamentales de soberanía, tanto económica como política, con efectos directos en la calidad de vida de las personas. La Unión Europea, a través de sus representantes, parece haber desistido de afirmarse como un bloque geopolítico autónomo. Vivimos, no solo en Portugal, en una especie de mecanismo de chantaje político. Todo es muy paradójico porque son los mismos que se declaran como "la única alternativa a la extrema derecha" quienes implementan las políticas que crean las condiciones para su crecimiento. El ejemplo francés es bastante claro, pero no único. Aún más paradójico es que una parte importante de la extrema derecha europea, a pesar de la retórica nacionalista, también trata de acomodarse lo mejor que puede con el gran capital transnacional y globalista. Véase el caso anecdótico del "flirt" de Meloni con Musk y se imaginan los negocios y las privatizaciones que deben estarse preparando en Italia.
-¿Copará la extrema derecha el poder a corto plazo?
-La extrema derecha está siendo muy bien financiada y ha sabido organizarse. En cierta medida, ya ha llegado al poder, ya sea por las victorias electorales en varios países, ya sea por la forma en que logran condicionar la agenda de los llamados moderados. En los últimos años han logrado imponer y normalizar su narrativa. Su papel en el contexto más general es relativamente fácil de definir: por un lado, instrumentalizan el descontento de las poblaciones, y por otro, intentan garantizar que, en el fondo, o mejor dicho, en la cima, poco o nada cambie. El resultado de las elecciones estadounidenses seguramente tendrá alguna influencia en lo que suceda a continuación. Todo dependerá de la conciencia política de los pueblos y de la correlación de fuerzas en los diferentes niveles en los que se libran estas batallas.
- Dónde: Teatros del Canal, Madrid. Cuándo: 29 y 30 de noviembre. Cuánto: desde 15 euros.