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El imperdonable error de Juan Ortega

No todos los toreros son iguales ni deben apostar por el mismo tipo de temporada
Juan Ortega, en imagen de archivo
ABEL-ALONSOEFE

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Juan Ortega anda perdido. Y en su caso son palabras mayores. Juan Ortega es un torero puro, transparente, con el oficio justo para querer hacer las cosas bien delante de los toros y los argumentos cogidos por pinzas para poder taparse cuando las cosas no las ve claras. Es por eso que anda de aquí para allá siendo la sombra de lo que era. Y lo pudimos ver en última instancia en Castellón.
No hace tanto. Para ser exactos, Juan Ortega fue el torero que nos ilusionó cuando casi casi estábamos encerrados en casa en plena pandemia. Esta que intentamos abandonar a marchas forzadas porque somos espectadores de primera línea y también afectados de una guerra incomprensible en estos tiempos. Locos. Donde las agresiones siguen dando la vuelta al mundo.
Ortega cuando todavía no teníamos claro qué era esto de la covid-19 hizo el toreo y sentó la bases de la tauromaquia, con poco y con todo. Como hacen los toreros que está elegidos.
Luego vino esa sensación de ser la gallina de los huevos de oro y entonces comenzar a torear donde sea y como sea. Y Ortega no es eso. A todos los toreros no se les puede ni debe pedir lo mismo. Por el bien del aficionado.
Ortega, que cuando pega cinco de verdad, te arrebata un alma fuera de lo común, debería llevar una carrera cuidada. Menos es más. Una estructura de temporada seleccionada y acorde a su toreo. Con profesionalidad. Prohibido reventarlo. Él es otra cosa. Tiene unas cualidades extraordinarias y un corazón que le aguanta lo que le aguanta.
Está claro que no está en su mejor, necesita tomar distancia, recobrar la esencia y ver cuál es el mejor camino para dar lo mejor de sí. Toreros así, también necesita la Fiesta.

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