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Séptima de Albacete: Las dos corridas

Paco Ureña sale a hombros tras una actuación muy valiente y entregada
ALCOLEA
La Razón
  • Paco Delgado

    Paco Delgado

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La segunda entrega de los desafíos ganaderos incluidos este años en la feria de Albacete tenía el aliciente de el retorno de los toros de Samuel Flores, santo y seña de esta plaza y que tantos triunfos ha obtenido, y proporcionado, en la misma. Pero ahora las cosas pintaron mal y en un mismo festejo se vieron dos funciones distintas según qué toro estaba en el ruedo. Los de Samuel dieron poco juego y los de Domingo Hernández tuvieron mucho más que ofrecer, aunque su poca fuerza anuló en buena parte sus bondades.
El primer samuel fue el típico toro de la casa, cornalón, badanudo, de adelante hacia atrás... pero comenzó echando las manos por delante, muy por delante, haciendo imposible el lucimiento de Morante con el capote. Manseó en el caballo, llevándose lo suyo en los tres puyazos que se le administraron, y se paró y esperó en banderillas. Morante lo vio claro y tras un par de mantazos a la carrera, montó la espada y a otra cosa. Un minuto y dieciocho segundos duró su “faena”. Un genio.
El segundo, que hizo quinto, puso en apuros a Ureña, topando más que embistiendo. Lo sobó mucho el murciano, buscando corregir su calamocheo. Luego le bajó la mano en pos de sometimiento, sacando muletazos de notable factura y no poco mérito, aguantando tarascadas y dudas de un toro brusco y a la defensiva en un quehacer valiente y entregado.
El sexto, que cerraba el cupo de Flores, empujó en el peto pero salió suelto. Sin especial disposición iba y venía, dejando que Ángel Téllez se estirase y estuviese más entonado en un trasteo con muchos altibajos y en el que en el que se llevó un revolcón al alargar su muleteo innecesariamente.
El primero de Domingo Hernández, segundo en orden de lidia, fue muy distraído de salida, no se empleó en varas y apenas dejó lucir a Ureña en un quite de frente por detrás. Luego, tras unos estatuarios que hicieron honor a su nombre, lo fijó en los medios para aprovechar su nobleza, toreando en redondo con muchísima lentitud y arrastrando la mano casi por la arena en una faena de mucha verdad y no poco compromiso.
Con el tercero hizo su presentación en Albacete Ángel Téllez. Se dejó pegar en varas y tuvo codicia en el último tercio aunque no demasiada energía para procesarla. Téllez no se acopló con él y su labor se diluyó sin dejar huella conforme se apagaba el toro.
Al salir el cuarto se produjo una equivocación en los chiqueros y en vez del titular se soltó al primer sobrero, sin que nadie tomase una decisión para ver qué se hacía. Al final se le devolvió a los corrales y apareció el último animal de Domingo Hernández. Y pese a los pitos con que recibieron al de La Puebla, con dos verónicas de cartel trocó el abucheo en ovación enfervorizada. Aunque manso y sin humillar, con embestir rebrincado, el burel tomó el engaño con rectitud y dejó a Morante urdir un trasteo más imaginado que otra cosa, muy intermitente y, sí, con muletazos de una plasticidad brutal. Lo intentó ahora con más denuedo pero sólo pudo justificar su voluntad.

LA FICHA

Albacete, 14 de septiembre. Séptima de feria. Casi lleno. Tres toros de Samuel Flores, primero, quinto y sexto, serios y de poco juego, y tres de Domingo Hernández, desiguales de presencia y manejables.
Morante de la Puebla (de púrpura y oro), media, pitos; pinchazo, división de opiniones.
Paco Ureña (de negro y oro), entera, dos orejas; aviso, pinchazo, ovación.
Ángel Téllez (de azul marino y oro), pinchazo y estocada, aviso, silencio; pinchazo, aviso, bajonazo, aviso, oreja.