toros

Emilio de Justo: «Me da seguridad saber que he podido volver, aunque hay que enseñar a esperar»

El extremeño ha recuperado su mejor nivel y afronta una temporada de grandes retos. Primera parada: Valdemorillo

Noticias de última hora en La Razón
Última hora La RazónLa RazónLa Razón

Poco a poco, Valdemorillo se ha constituido como la primera gran cita taurina de la temporada. La categoría de sus carteles y el nivel de exigencia de su afición convierten a esta localidad madrileña en una de las plazas mejor cotizadas entre los toreros para dar el primer golpe sonoro del año. Y entre los ilustres nombres que se anuncian en los carteles de la próxima feria serrana aparece el de Emilio de Justo, un torero que, tras un duro proceso de recuperación, ha sabido regresar a su mejor nivel para retomar su lugar en el grupo de élite del escalafón. Hablamos con él sobre sus sensaciones y expectativas de cara a esta feria y a la temporada que comienza. 

Emilio, comenzar en Valdemorillo con un mano a mano de este nivel suena a declaración de intenciones.

Bueno, es especial porque la afición de esa zona tiene un gran peso en el toreo. Además, un mano a mano siempre genera un ambiente de competencia directa, que nos motiva a dar lo mejor de nosotros mismos. En este caso, con un torero como Juan Ortega, que tiene tanto que expresar, será una tarde muy interesante. Ambos queremos emocionar al público con lo mejor de nuestro concepto, y eso siempre tiene un plus de exigencia.

¿Cree que los mano a mano tienen hoy el mismo impacto que antes?

Es cierto que quizá han perdido ese fervor de antaño, pero para los toreros no son corridas más. En un mano a mano hay una competencia directa que te exige al máximo. Aunque no lo diga públicamente, siempre hay ese amor propio que nos lleva a querer estar mejor que el compañero. Pero lo importante es que, más allá de esa competencia, cada uno se exprese con su concepto y dé lo mejor para emocionar al público.

Hablando de competencia, tiene un comienzo de temporada muy potente, resultado de recuperar el máximo nivel.

Para mí es una gran responsabilidad y, al mismo tiempo, una motivación. Compartir carteles con figuras del toreo me obliga a exigirme más, a buscar mi mejor versión en cada tarde. La competencia siempre ha existido en el toreo, pero creo que la más importante es la que uno tiene consigo mismo. Mi objetivo es demostrarme a mí mismo que puedo seguir creciendo y superando mis propios límites.

La temporada pasada fue decisiva en ese sentido, ¿no es así?

Fue muy duro, sobre todo por las secuelas físicas. No tenía miedo al toro, pero sentía que mi cuerpo no respondía como antes, y eso afecta la confianza. A pesar de ello, fui paso a paso, recuperando sensaciones y volviendo a ser yo mismo. Muchos aficionados y profesionales valoraron ese esfuerzo, pero también sentí impaciencia por parte de otros. Por eso creo que hay que enseñar a esperar, porque en esta profesión todo tiene un proceso. El año pasado fue muy importante para reafirmarme y demostrar que podía volver al nivel que tenía antes del percance.

¿Dudó en algún momento de poder volver a ese nivel?

Sí, claro. Había momentos en los que pensaba si podría seguir toreando o si podría alcanzar otra vez ese nivel de entrega y rotundidad que quiero. Pero nunca perdí la ilusión ni la motivación, y ese ha sido el motor para superar todo. Sentir el reconocimiento de los aficionados me ha llenado de orgullo y me ha dado más fuerza para seguir adelante.

¿Qué le motiva en esta nueva temporada?

Es bonito ver que te van anunciando en las primeras ferias y que estás recibiendo un buen trato es gratificante. Veo lo carteles, como este de Valdemorillo y te sientes estimulado, aunque mi principal motivación es crecer como torero. Me levanto cada día pensando en cómo mejorar, cómo corregir cosas y cómo expresar más en el ruedo. Incluso cuando no estoy toreando físicamente, toreo mentalmente, visualizando faenas y buscando nuevos matices. Creo que eso es clave para seguir evolucionando. Tengo muchas ganas de seguir demostrando que todavía puedo dar mucho más.

En ese ejercicio de “pensar” el torero, ¿cómo se enfrenta al juicio propio al verse en vídeo?

Uf... Es un ejercicio complicado. A veces, lo que sientes en la plaza no coincide con lo que ves después. Puedes pensar que estuviste mal y, al verlo, darte cuenta de que no fue así, o al revés. Pero es necesario para corregir errores y buscar la perfección, aunque creo que la verdadera emoción en el toreo está en la imperfección, en esos detalles que hacen que todo sea más auténtico y emocionante.

Madrid ha sido clave en su carrera y está a la vuelta de la esquina. ¿Qué significa esa plaza para usted?

Madrid es mi plaza. Me lo ha dado todo, y también me ha exigido muchísimo. He vivido muchas caras allí, desde el fracaso más duro hasta los triunfos más emotivos. Es una plaza que no regala nada, pero que sabe reconocer el esfuerzo y la verdad. Me siento querido y respetado en Las Ventas, y eso es algo muy especial para cualquier torero.