El paseíllo número 113
Enrique Ponce salió a hombros en su última corrida en Valencia
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Ataviado con un terno blanco y plata, como el día que debutó en esta plaza, Enrique Ponce hizo su paseíllo número 113 en la misma, en la que toreó por primera vez en un festejo oficial siendo un niño. Hasta ahora su balance en la misma era de 105 corridas desde que tomase la alternativa en 1990, habiendo obtenido 115 orejas y salido a hombros en 40 de dichas funciones. A estos números hay que sumar las 7 novilladas picadas en la que actuó en Valencia desde que hiciese su presentación en el coso de Monleón el 27 de julio de 1988, sin contar con el primero que hizo en él, el 4 de abril de 1982, en un festival que se dio para ir preparando la creación de la escuela taurina de Valencia y en el que ya asombró por su precocidad y conocimientos.
Cifras extraordinarias que hablan por sí solas de la excepcionalidad de este diestro irrepetible que hoy decía adiós a los ruedos españoles tras una ejecutoria estratosférica y que no parece fácil de igualar.
Una atronadora ovación le hizo salir al tercio para corresponder y se lució al recibir de capa a su primero, que no acabó de romper hacia adelante y, poco a poco, fue obligándole y haciéndole, alargando sus embestidas y metiéndole en el engaño en una faena larga, trabajada y tesonera en la que apuró al toro al natural y en la que su ciencia lidiadora no tapó las grandes dosis de valor que despachó. Y pese a que no cayó en buen sitio el estoque, la petición generalizada hizo que a sus manos fuese la oreja número 116 de su historia en Valencia.
Y de nuevo la gente se rompió las manos aplaudiendo al de Chiva antes de que saliese el que se suponía último toro de su historial valenciano, “Visitero”, número 34, negro, de 534 kilos y marcado con el hierro de Juan Pedro Domecq. Sin gran celo al hacerse presente y que le apretó al intentar fijarle con el capote. Tampoco en la muleta tuvo afán el de Juan Pedro, que se paró desde el minuto uno y no hubo forma de sacarle ni un muletazo.
No se conformó con que su paseíllo 113 se saldase con un resultado sin relumbrón y pidió el sobrero, también de Juan Pedro Domecq. Y la gente pitó ya cuando se anunció en la pizarra. “Triquiñuelo”, número 221, castaño y con 505 kilos. Definitivamente el último toro que toreaba Ponce en España. Sin embargo empujó en el caballo y Fernando Sánchez y Víctor del Pozo de desmonteraron tras un brillante tercio de banderillas. Todo se encarrilaba y estaba predispuesto para un brillante broche final. Una primera tanda de doblones sirvió para encender la chispa y los derechazos que siguieron calentaron el ambiente. Un cambio de mano elegantísimo dio paso a unos naturales interminables antes de volver a la mano diestra y engarzar luego con las ya clásicas poncinas salteadas con otros naturales de mucha cercanía y dejando, además, lucir al toro. Quiso asegurar el triunfo y se volcó sobre el morrillo para dejar una estocada formidable. Dos orejas y apoteósica vuelta al ruedo a hombros de una multitud de aficionados y amigos. Ahora sí el paseíllo 113 estaba amortizado.
“Pisaverde”, marcado con el número 142, negro, de 506 kilos de peso y con el hierro de Garcigrande fue el toro que Ponce le cedió a Nek Romero para, tras largo parlamento, convertirle en matador. Justo de fuerza y desentendido de salida, no permite a Nek lucirse con el capote. Mansea en varas y muy incierto en el último tercio, desparramando la vista y sin fijeza alguna. Además molestó mucho el viento. Pero el de Algemesí anduvo valiente y firme, aguantando las dudas del toro y sacando muletazos de buen trazo y a cámara lenta, obligando mucho a su oponente. Y todo en un palmo de terreno. Pero tardó mucho en matar y todo su premio se redujo a una ovación.
Se esforzó por gustar en su saludo capotero al sexto, y tras brindar a Ponce derrochó ganas para aprovechar lo que de aprovechable tuviese su oponente. Que fue poco apenas nada. Le echó valor y ganas al asunto pero no hubo respuesta por la parte contraria, con actitud más de buey que de toro bravo, y también le molestó mucho el viento. Volvió a matar mal.
Salió muy dispuesto Talavante con su primero, toreando con naturalidad, muy despacio y por bajo tras un inicio de rodillas que le puso a la gente de su parte. Una tanda de derechazos barriendo casi con la mano la arena acabó por convencer al personal en un trasteo sin un muletazo de más pero sin uno de menos. Una estocada sin puntilla le valió una oreja que supo a poco al respetable.
No pareció tener mucho fuelle el quinto, brindado por Talavante al público en vez de a Ponce, que es lo que tocaba. Pero puede que la paupérrima condición del cornúpeta fuese la razón por la que no hubo tal brindis. Tampoco hubo faena. El toro se ancló al suelo y no fue capaz de regalar ni una sola embestida.
Miércoles 9 de octubre de 2024. Plaza de toros de Valencia. Segunda de feria. Lleno de “No hay billetes".
Se lidiaron toros, los tres primeros, de Garcigrande y tres de Juan Pedro Domecq, desiguales de presentación y juego. Manejables los de Garcigrande y de nulo juego los otros. Ponce regaló un sobrero, de Juan Pedro Domecq, serio y repetidor.
Enrique Ponce, de blanco y plata, entera caída, aviso, oreja; pinchazo y estocada, ovación; y entera, aviso, dos descabellos, dos orejas.
Alejandro Talavante, de nazareno y oro, entera, oreja; dos pinchazos y un bajonazo, silencio.
Nek Romero, de nazareno y oro, aviso, pinchazo, entera trasera, aviso, dos descabellos, ovación; y pinchazo, entera, media, vuelta al ruedo.
Incidencias: Nek Romero tomó la alternativa con "Trompetero", nº 94. Destacaron en banderillas Fernando Sánchez, Javier Ambel, Raúl Martí y Víctor del Pozo.