Buscar Iniciar sesión

La última tentación "camp" de Todd Haynes: cuando una profesora se casó con su alumno

En «Secretos de un escándalo», protagonizada por Julianne Moore y Natalie Portman, el director de "Carol" adapta la historia real de una profesora de instituto que se casó con un alumno tras pasar por la cárcel
En «Secretos de un escándalo», protagonizada por Julianne Moore y Natalie Portman, el director adapta la historia real de una profesora de instituto que se casó con un alumno
En «Secretos de un escándalo», protagonizada por Julianne Moore y Natalie Portman, el director adapta la historia real de una profesora de instituto que se casó con un alumnoDIAMOND FILMS
La Razón
  • Matías G. Rebolledo

    Matías G. Rebolledo

Madrid / San Sebastián Creada:

Última actualización:

A nosotros todavía nos cuesta traducirlo. Cuando el Museo Metropolitano de Arte de Nueva York (el famoso MET) propuso, en 2019, que su célebre gala anual de beneficencia se orquestara bajo el signo de lo «camp», muchos no entendieron del todo el concepto. De hecho, ni siquiera en inglés se ponen de acuerdo, pero al cambio nos encontramos con una palabra que en realidad es buró idiosincrático: lo «camp», bien entendido, es un cruce entre lo estrafalario, lo hegemónicamente afeminado, lo tradicional, lo crudo y lo aberrante. Por suerte, la coincidencia cósmica nos ha llevado a vivir en el mismo tiempo que el maestro Todd Haynes. Por suerte, el director de «Carol» (2015) y «Lejos del cielo» (2002), se ha propuesto explicar lo «camp» en una película. Por suerte, y para que no quede nada sin traducir, la película se llama «Secretos de un escándalo», se estrena esta semana y está protagonizada por dos deidades de la gran pantalla, Julianne Moore y Natalie Portman, en duelo directo de divas.
«Teníamos 23 días para rodar, dos actrices increíbles y muy poquito dinero. Me enamoré de inmediato de la ambigüedad del guion y me tomé todo como una vuelta a los orígenes. La película me hacía sentir incómodo pero me proporcionaba placer, era una sensación perturbadora, la que tienes que buscar como director toda tu vida», explica Todd Haynes a LA RAZÓN, con el que nos encontrábamos en el pasado Festival de San Sebastián, a donde acudió a presentar el filme. Gracias a esa ambivalencia «camp», posesión por momentos, el director cuenta aquí (con guion de Samy Burch y Alex Mechanik) una adaptación tramposa de la historia real de Mary Kay Letourneau, una profesora de instituto casada y con cuatro hijos que, tras ser condenada por abusos sexuales a un alumno, se casó con él tras pasar por la cárcel.
Julianne Moore (izda.) y Natalie Portman en "Secretos de un escándalo" ("May December")
Julianne Moore (izda.) y Natalie Portman en "Secretos de un escándalo" ("May December")DIAMOND FILMS
Este estrambótico y polémico episodio de la crónica de sucesos americana, adaptado en numerosos telefilmes, se cruza en «Secretos de un escándalo» con una pieza tan elevada como «El mensajero», Palma de Oro de 1971, dirigida por Joseph Losey y que también versaba sobre esa atracción efebofílica entre la mujer poderosa y el alevín precoz: «Ha sido la inspiración principal, hasta el punto de llegar a remezclar su banda sonora para usarla en la nuestra. Se la ponía al equipo, todo el tiempo, mientras estábamos rodando, y acababan tarareándola en su tiempo libre», bromea Haynes, que define su labor en la película como la de un «fugitivo de la moral».
"La película me hacía sentir incómodo pero me proporcionaba placer, era una sensación perturbadora, la que tienes que buscar como director toda tu vida"Todd Haynes, director
Plagada de transgresión, de género, de sexo y de moda, la filmografía de Haynes encuentra aquí una especie de punto de inflexión por escapismo: «Secretos de un escándalo» se mira en clásicos como «Persona», poniendo al personaje de Portman, una actriz, a aprender de la matriarca manipuladora que es Moore y así darle vida en una película; pero también se refleja en el más estricto melodrama, ese que se conoce y se fuerza, utiliza los zooms como elemento dramático barroco y es consciente de su propia ridiculez, elevando lo que hasta ahora Haynes había filmado sobre la parodia ególatra. «Vivimos en una etapa cultural en la que todo el mundo quiere sentirse representado, y a las películas se las juzga de inmediato por lo que han conseguido o no en esos términos. Miramos al cine con expectativas morales, pero este guion desestabiliza esas brújulas éticas, las deshace y las corrompe. Sí, esta mujer violó a este joven y es detestable. Pero, Dios mío, ¿me cae todavía pero esta actriz que se supone que es con la que tengo que empatizar? Ese es el espejo frente al que queríamos situar al espectador», apunta, siempre elocuente.
Natalie Portman en "Secretos de un escándalo", de Todd Haynes
Natalie Portman en "Secretos de un escándalo", de Todd HaynesDIAMOND FILMS
«El éxito de esta película, para mí, es haber escuchado carcajadas en la sala. Pensaba que vivíamos en tiempos más graves, que existiría una separación intelectual entre la gente y la película, pero no es el caso. Muy pocos se han dado cuenta de que aguantamos tomas durante siete minutos, pero todos se fijan en la música y en cómo están forzando la maquinaria las actrices», explica Haynes, cuya película está nominada a Mejor Guion Original en los inminentes Premios Oscar y que a punto ha estado de rascar otra nominación para Charles Melton, famoso por la serie adolescente «Riverdale» y aquí el otrora menor abusado que se convierte en objeto de deseo para la actriz que llega a estudiar a la familia. «La primera vez que le vi, le descarté por ser demasiado guapo, parecía un modelo. Cuando le vi actuar se separó de todos a los que había visto, porque encarnaba de manera genial la represión, la opresión por la que había pasado el personaje. No era solo encarnar al menor, sino también a ese tipo de inmigrante de segunda generación que ha tenido que lidiar con una serie de expectativas y decepciones que le han llevado a madurar mal y rápido», añade el director.
«Sí, me he rendido al manierismo. En cuanto leí el guion pensé en Bergman y, sobre todo, en una escena muy concreta de “Los comulgantes”, donde Ingrid Thulin lee una carta a cámara. Tenía que hacer esta película solo para poder rodar una escena así·, confiesa un director de vuelta de todo, disruptor por naturaleza y que plantea en «Secretos de un escándalo» su película más libre, un locus amoenus de ideas locas, prestadas y originales que, bien entendido, se vuelve también su película más disfrutable, un espectáculo en el que lo intelectual es consumido carnalmente por lo emocional, permitiéndonos ser testigos de la más artesanal de las telenovelas.
"Vivimos en una etapa cultural en la que todo el mundo quiere sentirse representado, y a las películas se las juzga de inmediato por lo que han conseguido o no en esos términos. Miramos al cine con expectativas morales"Todd Haynes, director
A Haynes, que le puso imágenes a lo «queer» antes de que tuviera siquiera nombre, y que ahora nos enseña lo «camp», antes de que sepamos definirlo, no se le puede dejar escapar sin preguntarle por «Barbie», muñeca con la que vivió obsesionado durante años y de la que se sirvió para el cortometraje «Superstar», de 1987: «Todavía no he visto la película, pero hace nada me encontré con Natalie Portman y me contó que su hija de cinco años, tras verla, le preguntó qué era el patriarcado. Eso lo dice todo», se despide el director, sin dejar de analizar el fenómeno desde una perspectiva crítica, subrayando el «peligroso valor corporativo» de asumir el feminismo turbo-capitalista de la película de Greta Gerwig.