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Bartomeu se agarra a Koeman

Pese a la crisis por la que atraviesa el club, el presidente y su junta no dimiten y apuestan por el héroe de Wembley para sustituir a Quique Setién en el banquillo, disminuir el ruido y poder acabar su mandato

Lo de Quique Setién ha sido la (corta) historia de un sueño que se convirtió en pesadilla. El técnico tenía la teoría y la idea, pero llevarla a la práctica fue otra cosa. No encajó, no supo transmitir su idea, entró en conflicto con algunos jugadores, que le contradecían incluso públicamente, y no supo reactivar a unos futbolistas a los que idolatraba cuando los veía desde fuera. Seguramente es que no hay forma de recuperarlos y ya se trata de cambiarlos, pero esa labor no tendrá que hacerla él.

El Barcelona lo despidió en un comunicado bastante frío en el que le da las gracias de refilón en una foto. Fue unas horas después de la junta extraordinaria de ayer, el comienzo de la semana más convulsa en la presidencia de Josep Maria Bartomeu. Su mandato se ha ido deteriorando tanto fuera como dentro del césped con las polémicas extradeportivas y las derrotas en la Champions, y ya le quedan pocas excusas. Lo de Setién han sido siete meses para olvidar. Fin de trayecto. El presidente, en cambio, se agarra a su última opción para apurar su tiempo hasta el final. No podía volver a presentarse a las elecciones, pero ha convocado elecciones para «el primer día de partido a partir del 15 de marzo de 2021».

Por tanto, los comicios no serán un adelanto, están dentro de las fechas que señalan los estatutos: aunque se haya elegido a un nuevo presidente, el traspaso de poderes será en julio. No hay dimisión. «La Junta entiende que la convocatoria de las elecciones de manera inmediata no es viable teniendo en cuenta que el campeonato de Liga comenzará el fin de semana del 12 de septiembre, y el marco derivado de la crisis de la Covid-19, tanto en el ámbito económico como social», justifican en el comunicado.

«El Club continuará implementando el plan de choque para revertir la situación deportiva y económica, basado en cambios profundos en el primer equipo, y una redefinición presupuestaria para hacer frente a la nueva situación provocada por el Covid-19, antes de finalizar este mandato», continúan. Es Bartomeu, por tanto, la persona que tiene que empezar la renovación del equipo, que ya no puede esperar más ni disimularse después de la sonora e histórica derrota contra el Bayern. De ahí que la figura para el banquillo sea Ronald Koeman, a falta de que negocie su salida de la selección de Países Bajos y de que se le dé oficialidad.

Nadie, ni siquiera la oposición y los aspirantes a presidente en los comicios, pone demasiadas pegas a la llegada del ex defensa holandés, mito del club por sus años en el Dream Team y por su gol en Wembley contra la Sampdoria, en 1992, que dio al Barcelona su primera Copa de Europa. Su contrato estaría condicionado por lo que suceda en las elecciones, ya que el nuevo presidente podría tener otra idea. Todo dependería, como casi siempre, de cómo marche el equipo.

Hacía falta una figura así para parar un poco el golpe y apagar en parte el ruido por la crisis tras el desastre de Lisboa. Un técnico de transición hubiera generado dudas, pero Koeman es una persona que conoce el club y al que también los aficionados tienen en estima. Ya estuvo en la lista de candidatos a sustituir a Valverde el pasado enero, y él mismo reconoció que dijo que «no». Iba a dirigir a Holanda en la Eurocopa, una selección renovada tras unos años malos. Esta vez no se va a negar. Su primera papeleta será «tocar» a las vacas sagradas, decidir qué pasa con Piqué, Alba, Busquets, Luis Suárez, Rakitic, Dembélé, Coutinho... Buscar relevos con poco dinero y convencer a Messi de que el suyo es un proyecto ganador.