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La ciencia encuentra el ejercicio que no solo quema la grasa sino que te quita el hambre

A veces los efectos del deporte para perder de peso se ven anulados por un aumento del apetito pero con este entrenamiento lograrás el efecto contrario.

El ejercicio intenso disminuye el apetito
El ejercicio intenso disminuye el apetitoArchivoLa razon

Encontrar a toda costa el deporte que quema más calorías es la prioridad de aquellos que quieren perder peso y ver en números lo que luego supuestamente se traducirá en una pérdida de grasa corporal. Pero a veces tras una sesión en el gym sentimos más hambre y acabamos ingiriendo una mayor cantidad de calorías de las que hemos quemado. Eso hace que en ocasiones los efectos del deporte para perder de peso se vean anulados por un aumento del apetito. Pero ¿Y si te dijeran que hay un entrenamiento que además de hacerte quemar grasa te quita el hambre?.

Pues eso es exactamente lo que han demostrado varias investigaciones científicas. En un nuevo estudio publicado en Nature, un equipo internacional de científicos sugirió que clave se encuentra en una sola molécula producida después del ejercicio que alivia el hambre. La molécula, que se encuentra en el torrente sanguíneo de ratones, humanos y caballos de carreras, apareció en una cantidad mucho mayor después de los entrenamientos extenuantes que de los que eran más fáciles, lo que sugiere que hacer ejercicio fuerte podría ser la clave para controlar cuánto comemos después. En resúmen, los investigadores establecieron que el HIIT (entrenamiento de intervalos de alta intensidad) es el ejercicio ideal no solo para derretir la grasa sino que además nos quita el hambre.

Los científicos de la Escuela de Medicina de la Universidad de Stanford, el Colegio de Medicina de Baylor, la Universidad de Copenhague entre otras instituciones utilizaron técnicas recientemente desarrolladas para buscar moléculas que aparecían en mayor número en el torrente sanguíneo después del ejercicio. Comenzaron con ratones, colocándolos en diminutas cintas de correr para correr a velocidades crecientes hasta que se agotaron. Extrajeron sangre antes y después y luego compararon los niveles de miles de moléculas en la sangre de los roedores.

Más molécula lac-phe, menos apetito

Los científicos descubrieron que esta nueva molécula, una mezcla de lactato y el aminoácido fenilalanina, aparentemente se creó en respuesta a los altos niveles de lactato liberados durante el ejercicio. Los científicos lo llamaron lac-phe.

Los investigadores especularon que lac-phe podría tener algo que ver con el balance de energía después del ejercicio, ya que las células en la sangre y en otras partes que lo crean están ampliamente involucradas en la ingesta de energía y la masa corporal. Así que decidieron estudiar como afecta el apetito. Para averiguarlo, dieron una forma de lac-phe a ratones obesos, que normalmente comen mucho y su consumo de croquetas se redujo en más del 30 por ciento. Aparentemente tenían menos hambre con el lac-phe extra.

Luego, los investigadores volvieron a hacer el ejercicio. Criaron ratones que producían poco o nada de lac-phe y los hicieron correr en cintas de correr cinco veces a la semana durante varias semanas. Después de cada carrera, a los animales se les permitía comer tantas croquetas ricas en grasas como quisieran. Normalmente, correr ayuda a los ratones a evitar el aumento de peso, incluso con una dieta alta en calorías. Pero los animales incapaces de producir mucho lac-phe se hincharon, comieron más croquetas y ganaron alrededor de un 25 por ciento más de peso que el grupo de control. Es decir la clave no está en hacer ejercicio sino en realizar un entrenamiento capaz de aumentar la candidad esta molécula.

Para verificar estos resultados los probaron en humanos. Pidieron a ocho jóvenes sanos que hicieran ejercicio tres veces: una vez pedaleando a un ritmo pausado durante 90 minutos, otra vez levantando pesas y una tercera con varios sprints de 30 segundos en una bicicleta fija. Los niveles sanguíneos de lac-phe alcanzaron su punto máximo después de cada tipo de ejercicio, pero fueron más altos después de los sprints, seguidos del entrenamiento con pesas. El ejercicio prolongado y suave produjo lo mínimo.

En otras palabras, cuanto más intenso era el ejercicio, más lac-phe se producía y más disminuía el apetito.

“Los resultados son fascinantes y agregan una nueva dimensión a nuestro pensamiento sobre el ejercicio y la regulación del peso corporal”, dijo Richard Palmiter, profesor de bioquímica en la Universidad de Washington en Seattle.

Un minuto de ejercicio puede equivaler a 45

Pero el aumento de esta molécula que suprime el apetito no es esta la única ventaja del entrenamiento de alta intensidad verificada por la ciencia. Un estudio de la McMaster University de Hamilton, Ontario demostró, tras 12 semanas de prueba, que los atletas que realizaron un minuto de Hiit (ejercicio intenso) durante tres días a la semana obtuvieron los mismos resultados que los que entrenaron durante 45 minutos a una intensidad moderada.

Se dividió a los hombres en tres grupos de forma aleatoria formando un grupo de control (que no cambiaría para nada su rutina sedentaria), un grupo que entrenaría tres días a la semana con un entrenamiento aeróbico extensivo moderado (50 minutos de duración incluyendo dos minutos de calentamiento y tres de vuelta a la calma) y otro grupo que entrenaría otros tres días a la semana con un entrenamiento interválico de 20 segundos de trabajo de alta intensidad y dos minutos de descanso activo (más uno de vuelta a la calma) por un total de 10 minutos.

Tras estas doce semanas de duración del estudio se comprobó que los dos grupos que habían entrenado habían conseguido las mismas ganancias en cuanto a resistencia aeróbica y resistencia a la insulina. El grupo control, como era de esperar, no sufrió ningún cambio. También aumentaron el número de mitocondrias en las células musculares de los dos grupos que habían entrenado (mejor producción de energía). Los cambios en cuanto a peso, masa grasa y masa muscular también fueron similares en los dos grupos entrenados. Así que, tras la comparativa de datos, los científicos concluyeron que un minuto de ejercicio intenso al día es tan eficaz como 45 minutos de rutina moderada-baja. ¿La clave? llevar al cuerpo casi al límite durante esos 60 segundos.

Otro grupo de investigadores de la misma Universidad también llegó a la conclusión de que los beneficios para los músculos y el cuerpo, como quemar grasa y mejorar la presión arterial, son iguales a los de un entrenamiento más largo.

En definitiva, los entrenamiento cortos de alta intensidad ganan cada día más adeptos entre los científicos. ¿Te animas?